CULTURA
crítica

Detrás del portón

Familias a punto de desintegrarse, vértigos en los límites del campo y la ciudad, ojos vendados en las calles y los pozos.

20_07_2025_bella_vista_cedoc_g
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Parafraseando a un freudiano tardío y escritor de ciencia ficción, la literatura está estructurada como un recuerdo. Mucha de ella, además, irrecuperable de una maravillosa infancia. Niñeces ordinarias, tan corrientes y tácitas como la de Damasia Amadeo, que otorgan las capas geológicas de nuestras memorias colectivas y son carne de diván. Bella Vista reconstruye los santos y señas de una generación calamarense que creció con paranoia y dolor. Y la moneda cayó de canto rodado.

La ausencia-presencia es un borde puntiagudo que la autora, que debutó en la literatura del yo con Diario desde el balcón en 2022, tras una larga trayectoria como especialista y docente en el psicoanálisis de adolescentes, manipula en capítulos doble espacio que colorean caminos del Conurbano, cercanos a Campo de Mayo, en los años del proceso. Familias a punto de desintegrarse, vértigos en los límites del campo y la ciudad, ojos vendados en las calles y los pozos, y una retraducción de la propia novela familiar surgen en estos testimonios de pase sin cierre analítico de la infancia a la adultez. Aquí la memoria se construye como una facultad de recordar en tanto un yerto archivo del Yo futuro. “Pasado el tiempo, pude comprobar que sus recuerdos, en general, no coincidían con los míos, y que su memoria le indicaba imponerse por sobre la de los demás, tal vez para oficializar un pasado del que teníamos distintas versiones. La suya no era la mejor, y tiñó mis recuerdos con sensaciones que no me pertenecían”, recrimina la relatora sobre la madre de novios sin caras. Narradora a quien “el recuerdo la toma de la mano y la primera imagen que veo es la de la casa”, llevada por caminos polvorientos, hermanos desdibujados y trenes síntomas. Esta memoria de Amadeo lleva un secreto índice.

Y de allí empieza a redecorar su pasado, afirmando que se había anticipado al feminismo porque se jugaba a la casita solamente entre niñas. O que de grande, mientras viaja rauda por autopistas militares, nace viendo a la clase trabajadora, hundida esta en palanganas, barros y casuchas, “respirar, en esos espacios abiertos, un aire de libertad que experimentaba como algo cercano a la felicidad”. Sedimentos culturales, memorias clasemedieras de angustia embotada, que esbozan la génesis y genealogía de los amos. La literatura siempre estará en otro lado, en otro archivo, desobediente.

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Otra película, más de la vereda del cascote y la tostada de mermelada, más de una memoria buscada en acto. Uno de los mejores relatos autobiográficos del siglo XX es sin dudas Me acuerdo, del artista Joe Brainard, que se retira del circuito comercial sus últimos veinte años, asqueado de que todos quieran ser artistas o escritores. Y escribe en la última entrada del diario de 1978 una línea sublime según Paul Auster: “Y lo que quiero contarle es tan simple como eso; si acaso no mucho, es todo. Pintar el momento para ustedes esta noche”. Damasia Amadeo recuerda en degradé, desliza sinceros repulgues, pero no franquea el portón de la oscuridad, que espera a todo niño argentino feliz.

Bella Vista

Autora: Damasia Amadeo

Género: novela

Otra obra de la autora: Diario desde el balcón

Editorial: Planeta, $ 30.900