La editorial que fundó el escritor Washington Cucurto no se parece a ninguna de las casas editoriales habidas y, quizás, por haber. Quienes entraron alguna vez a una, se habrán encontrado con señores impecablemente trajeados frente a sus escritorios, y detrás, prolijas bibliotecas con tomos encuadernados, o como mucho a desalineados editores atestados de pilas de manuscritos, primeras ediciones incunables o clásicos. Departamentos de marketing, de prensa, de producción, de diseño: empresas. Washington Cucurto en cambio, está rodeado de cartones, témperas, lápices y una flamante fotocopiadora donde se imprimen los títulos de Eloísa Cartonera.
Con musculosa celeste estridente y sus fornidos brazos al desnudo, Washington Cucurto despliega al editor en el que se convirtió: “Tenemos a los mejores autores, que nos dan de onda los textos, ¿vos leíste a Gonzalo Millian...y a Sergio Parra...y a Luis Chávez ?”, pregunta el poeta y escritor mostrando sus dotes de lector voraz.
La editorial Eloísa Cartonera, ubicada en La Boca, ya tiene 100 títulos en su catálogo, “el más puntiagudo de la literatura sudamericana”. Encuadernados con cartones comprados a cartoneros por la calle y tapas pintadas por chicos con formas y colores que a ellos se les ocurren o que les dicta la cumbia, las obras de Alan Pauls, Dani Umpi, Haroldo de Campos o de César Aira, así presentadas, son cuanto menos la evidencia que la literatura está en otra parte, solamente donde el lector se encuentra con el placer, sin importar el formato.
A pesar del carácter de outsider que curtió Cucurto desde sus comienzos, hoy una gran editorial como lo es Planeta lo sumó a sus filas, dentro del sello Emecé, el mismo de Borges, entre otros. Pero al creador y “rey del realismo atolondrado” poco le importa que le marquen esta diferencia, “es la posibilidad que tengo de llegar a más gente, y eso está muy bien”, explica sin vueltas. Y la obra en cuestión es El curandero del amor, de la que habla en esta entrevista (ver especial multimedia) bajo, justamente, los efectos de la cumbia, sonando de fondo en un minicomponente al que no hubo forma de bajarle el volumen, básicamente porque Cucurto no quiso.
El libro está compuesto por dos novelas El curandero del amor y El ejército neonazi del amor, donde el autor despliega todas sus dotes de escritor “atolondrado”. Divertidas, huelen a bailanta, a telo del barrio del Once (“... donde la muerte ni se acerca pa no contagiarse”). Pero El curandero... es, ante todo, una historia de amor desgarradora y un alegato de las malas condiciones en que se practica el aborto en la Argentina. Es una novela política, de la forma en que la política circula en las calles, real: “No se puede, no se puede, en Sudamérica tercermundista salvaje, Buenos Aires, abril del 2006, época kirchnerista, explotación total, hambre espantoso y los mismos problemas de hace seis años con el turco riojano... Yo me hago una sola pregunta: ¿cómo puede ser que un tipo que tiene 500 millones en el banco puede ser presidente? ¿Cómo un dirigente camionero puede tener una flota de camiones?".
“En el terreno de la literatura no hay trampas y la letra brilla por sí sola, si tenemos la suerte de que brille. Vos brillás seguro, ahora que brille esto, ya es otra cosa”, le dice Cucu, el personaje del libro, a su ticki cumbiatera, a punto de convertirse en un best seller que edita sus libros en una gran multinacional, calados en letras de cobre boliviano y guardándose de no llorar, porque los “best seller no lloran”.
El autor:
El lugar y la fecha de nacimiento de Washington Cucurto ha dado origen a numerosas controversias, pero una mayoría de los estudiosos de su obra acuerdan en darle al partido bonaerense de Quilmes (Argentina) y el año mítico de 1973 esos dudosos privilegios. Durante los años de la llamada década maldita, trabajó como repositor en distintos supermecados, y comenzó a tejer sus mitos de autor como miembro destacado de la generación de poetas de los años noventa ( Zelarayán, 1998; La máquina de hacer paraguayitos, 1999; 20 pungas contra un pasajero, 2003; Hatuchay, 2005). Pero fueron los relatos de Cosas de negros (2003) y Las aventuras de Señor maíz (2005) los que lo llevaron a la fama latinoamericana y mundial. Cucurto es el escritor joven más leído, más celebrado y más injuriado. En 2002 fundó Eloísa Cartonera, un sello de trabajadores cartoneros que difunde literatura latinoamericana contemporánea, en cuya página web pueden leerse algunos cuentos de su autoría. Textos suyos fueron inevitablemente recogidos en numerosas antologías y traducidos al alemán y al inglés.