CULTURA
Estado de situación

Panorama de la producción poética en la Argentina de hoy

La pandemia vino a empeorarlo todo, eso lo sabemos. Lo que no sabemos es en qué grado, con qué herramientas y recursos la edición de libros de poesía argentina sigue manteniéndose a flote. En esta nota los detalles.

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Poesía en tiempos de pandemia. | pablo temes

Durante la guerra civil estadounidense, Walt Whitman trabajó como enfermero voluntario en los hospitales públicos de la ciudad de Washington asistiendo a soldados convalecientes que llegaban de todas partes del país. Fue en esos días que escribió el ensayo “La verdadera guerra nunca aparecerá en los libros”. En el texto, el poeta explica que las futuras generaciones no podrán siquiera imaginar la realidad vivida durante la Guerra de Secesión, ya que la crudeza de esos días jamás podrá ser puesta en palabras: “Así fue la guerra. Su historia interior no solo no será escrita, sino que ni siquiera podrá ser esbozada”. 

Años más tarde, en 1985, Denise Levertov publicó un ensayo titulado “Apuntes sobre la forma orgánica”, en el que detalla que para exigir al poeta un equivalente en palabras a una situación vivida será necesario que atraviese aquella experiencia con la intensidad suficiente para que luego pueda reproducirla: “La rima (…), la reiteración, no solo sirven para tejer los elementos de una experiencia, sino que son los únicos medios mediante los cuales la densidad de la textura y el retorno (…) de la percepción pueden ser transmutados al lenguaje”. Las palabras de Whitman y Levertov resuenan cuando imaginamos el futuro pospandemia y nos preguntamos qué tan vívida será la reproducción de este presente. 

La creación poética no pareciera haber disminuido en este tiempo sino que, al contrario, se cree que ha aumentado debido al retorno social a las esferas del mundo privado. Rafael Oteriño explica: “Ha cedido su condición de arte público, para afirmarse en la privacidad de lo que el escritor hace con su silencio. La eficacia de la poesía residirá en que lo dicho no pueda ser expresado de otro modo; que lo que significa se constituya en un reto frente al que no se pueda permanecer indiferente. Por ejemplo, a la pregunta por lo que dejará la pandemia, la poesía invierte la frase: ¿nos dejará la pandemia?”.

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Sin embargo, algunos poetas como Laura Yasán y Juan Arabia creen que la presencia de la actual poesía en las redes no debería ser considerada, ya que pierde el carácter crítico que, de hecho, defiende: “No cuento como producción actual la efervescencia de poesía en las redes porque una gran parte son poemas que se escriben a la mañana y se publican al mediodía sin corrección ni distancia”, explica Yasán. “Se ha visto más reproducción estéril que producción. Si la poesía no se encuentra inmersa dentro de un proyecto, sometido a una constante formación, perderá su único valor: el hecho de combatir la funcionalización del lenguaje, el cierre del universo del discurso”, agrega Arabia.

El servicio del género al nuevo mundo. En el ensayo “Libertad condicional”, escrito por María Teresa Andruetto, la poeta revela que la fuerza del poema se la otorga la capacidad de resistir el paso del tiempo, de permanecer en el lector, de triunfar sobre el desorden, sobre la superficialidad de las cosas, sobre lo literal, racional y unívoco, dado que la poesía es una victoria ante lo efímero y fugaz. En línea con las palabras de Levertov, Andruetto afirma que es la intensidad la que hace al verso. Desde un punto de vista filosófico, se podría aseverar que la pandemia nos abrió las puertas a la configuración de un nuevo mundo en el que la sociedad se repliega hacia la esfera del orden íntimo y privado, características propias de la poesía, que siempre busca revelar lo que, a primera vista, resulta escondido.

Por su parte, Jorge Aulicino ve esta pandemia como el advenimiento de una posible “cuarta revolución industrial” en la que, en consecuencia, la poesía tendrá un rol conservador, el de recordar que las cosas tienen una multiplicidad de sentidos. “Lo que saldrá de aquí será el embrión de la cuarta ‘revolución’ capitalista, la de la inteligencia artificial. Si la poesía continúa representando esa parte de las personas que no se formatea,  creo que será crítica”. 

Sin ánimos de hacer una declaración profética, Rafael Oteriño cree que la crisis actual conlleva el resurgimiento de una levinasiana responsabilidad por el otro y que, en un orden poético, esto puede llegar a traducirse en un nuevo barroquismo o en una provechosa síntesis que ponga la creación literaria en diálogo con los nuevos medios telemáticos, revitalizando los paradigmas de intensidad, concentración y velocidad”.

A su vez, Lisa Rose Bradford aclara que la poesía siempre aporta algo a la configuración del mundo: “Después de hacer más visible la desigualdad y la injusticia del mundo, luego de las protestas mundiales por la muerte de George Floyd y después de los grandes cambios que ha impuesto la pandemia del Covid-19, tal vez la poesía empiece a hablar a más personas y brindar nuevas perspectivas”.

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La poesía argentina y el mundo hoy. En el ensayo Reflexiones de un traductor, Jaime Rest examina los aspectos que se deben tener en cuenta a la hora de traducir. Uno de los capítulos se enfoca en la traducción de poesía y en él Rest expone que la tarea es casi imposible, ya que no existen buenas traducciones de poesía, sino pobres o más pobres interpretaciones ya que, entre otros aspectos, el poeta entrega un sentido implícito a cada elemento que utiliza, tarea que se dificulta si solo se busca traducir palabras con un diccionario: “De ese modo, la única opción para traducir que queda es hacer un poema que se sustente a sí mismo, como un nuevo acto creador, pero que contenga los recursos que usa el original”, explica Rest. 

La circulación de poetas argentinos en el exterior ha estado siempre relacionada con los nombres de autores más tradicionales. Ezequiel Zaidenwerg explica que en Estados Unidos se ve a América Latina como si fuera un bloque homogéneo y opaco del que apenas sobresalen México y Puerto Rico, por motivos geopolíticos evidentes, y que menos del 5% de la literatura que se publica en Estados Unidos es en traducción. “Al margen de eso diría que, paradójicamente, hay un interés mayor por la poesía argentina contemporánea que por autoras y autores más tradicionales. Por ejemplo, Eulalia Books, una nueva editorial independiente, publicará próximamente libros de Clara Muschietti y Daniel Lipara”.

Jorge Fondebrider aclara que cuando se hace una antología de poesía latinoamericana, la Argentina suele estar presente, a pesar de que la poesía argentina se exporta muy mal: “Si pensás que poetas como Giannuzzi, Bayley, Girri, Madariaga o Juana Bignozzi prácticamente son desconocidos fuera de la Argentina, podés ver que lo que viene atrás es más fruto de la casualidad que del conocimiento real. La poesía argentina no nació con la generación del 90, acaso la más promocionada de nuestra historia, sin que los méritos reales la hagan merecedora de esa fama. Los poetas argentinos que se suelen conocer son Borges, Juarroz, Pizarnik, últimamente Viel Temperley y, más acá, Hugo Mujica, Fabián Casas y algún otro. Es muy poco”.

Silvia Camerotto observa que la integración de poética argentina en antologías extranjeras es poca o nula y que los nombres más tradicionales, es decir los clásicos, circulan con autonomía, pero que no ha visto obras de Girri, por ejemplo, en ninguna de las bibliotecas que ha visitado: “Si existen antologías extranjeras universales donde la poesía argentina haya sido incluida, desconozco. Hay una, tal vez más de una, incluso antología de poesía argentina publicada por algún compilador extranjero. Aunque más de una vez me hayan sido útiles, soy algo escéptica respecto del valor de una antología”.

Por otro lado, Lisa Rose Bradford comenta que existen muchas antologías de literatura mundial donde aparecen los poetas argentinos: “Está por editarse Voz feroz, que incluye traducciones al inglés de poetas contemporáneas de la Argentina y Uruguay en el que yo participé como compiladora y traductora junto con Jesse Lee Kercheval y Curtis Bauer”.

La pandemia ha afectado todas las áreas de producción, entre ellas la editorial y, como consecuencia, el trabajo del traductor de poesía se ha visto particularmente reducido. Eleonora González Capria menciona que la disminución de su trabajo se debe no solo a las circunstancias que atravesó la Argentina, que llevaron al cierre de las librerías y al cese de pagos por tiempo indefinido a los proveedores de editoriales, sino también a lo sucedido en España, país para el que traduce regularmente: “Se vieron afectados los planes editoriales, postergados los proyectos o incluso cancelados, y esto no solo atañe a la traducción de poesía sino que abarca la traducción literaria en general”. 

Por otro lado, Robin Myers cuenta que, si bien la traducción de prosa le otorga una estabilidad económica, ha sentido a lo largo de la pandemia que traducir poesía le ha dado un consuelo distinto, aun más inmediato y gratificante que antes: “Me está costando mucho escribir mis propios poemas, pero celebro poder traducir versos ajenos y agradezco profundamente la compañía que ofrecen, traducir es una forma de escribir acompañada. Lo que me parece extraordinario y necesario de la poesía es el espacio que nos brinda: un lenguaje que desafía los parámetros y costumbres que se le suelen imponer a la lengua”.

Poesía y mercado. Son varias las editoriales de poesía que, debido a la situación imperante, han editado una menor cantidad de libros este año. Vanina Colagiovanni, de Gog & Magog, cuenta que en términos generales suelen publicar entre seis y diez libros anuales pero que en esta oportunidad editarán solo cuatro. El catálogo de Gog & Magog comprende un 50% de traducciones y un 50% de poesía argentina y latinoamericana. En 16 años de historia llevan editados 110 títulos, algunos incluyen 200 ejemplares y otros, 2 mil. Entre los títulos más vendidos se encuentran Lugares donde una no está, de Laura Wittner; La materia de este mundo, de Sharon Olds, traducido a siete idiomas, por lo menos, y El idioma materno, de Fabio Morábito. Colagiovanni explica que los cambios más interesantes que ocurrieron durante esta pandemia fueron dos: “Traspasamos algunos libros a epub, nos aliamos con Caleta Olivia y hacemos duplas de libros que maridan. De este modo, ampliamos los públicos de las dos editoriales”. Uno de los proyectos más motivadores de la editorial es la segunda edición ampliada de Un país mental. 100 poemas chinos contemporáneos, con traducción y selección de Miguel Angel Petrecca, libro que fue editado hace varios años, está agotado y será relanzado con nuevos poemas. 

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Carlos Pereiro, de Ediciones del Dock, comenta que, debido a la situación imperante, este año han publicado seis títulos, cuando en realidad suelen editar 25. Con más de treinta años en el mercado editorial, llevan editados alrededor de 700 libros, entre los que se encuentra Obra completa de Hector Viel Temperley como el más vendido, traducido al francés, inglés y alemán. Carlos menciona que hay varios títulos que todavía no han podido publicar porque las imprentas se encuentran cerradas: “Creo que lo positivo es que el encierro provocó una avidez mayor de los lectores, lo que hizo que durante estos cuatro meses nuestras ventas hayan sido más que aceptables”. Entre los proyectos más inmediatos se encuentran la reedición de Río de las congojas, una novela de Libertad Demitrópulos, y la impresión y reimpresión de varios títulos de poesía. 

Patricio Grinberg, de Zindo & Gafuri, observa que casi todo lo que tenían pautado para este año fue postergado para el año siguiente, suelen publicar entre 10 y 12 títulos anuales, pero este año lograron editar cuatro: “La pandemia nos afectó mucho, ya que las ventas en las librerías cayeron un 30%”. Su catálogo está conformado por un 35% de obras traducidas, un 55% argentinas y un 15% latinoamericanas. La poeta más vendida, hasta el momento, es Anne Carson, cuya voz fue traducida a unos veinte idiomas. Entre los próximos proyectos se encuentra Sans Soleil, un híbrido entre poesía, diario de viaje y novela epistolar, la primera traducción de Chris Marker que se hace al español. 

Camila Evia y Juan Arabia, de Buenos Aires Poetry, revelan que este año han tratado de mantener los títulos pautados de la Colección Abracadabra; a pesar de haber tenido que bajar la cantidad de ejemplares, algunas tiradas fueron de 200 copias: “Creemos que es un número suficiente, y en caso de que funcionen siempre se puede hacer más. La colección Pippa Passes ya superó la edición número 100 y entre los últimos libros se encuentran poetas de Italia, España, México, Perú, Bolivia, Colombia, Chile y Argentina”. Algunos de los planes de la editorial son seguir actualizando el sitio web (se suben aproximadamente entre 10 y 12 publicaciones semanales) y publicar la traducción de Cathay, de Ezra Pound, que saldrá en octubre con epílogo de Forrest Gander.

Javier Cófreces agrega que Ediciones en Danza publica, principalmente, la obra de poetas argentinos y que su fondo editorial ronda los 300 títulos. Algunos de los poetas extranjeros que publican son: Ezra Pound, Paul Éluard, Eugenio Montale, Pier Paolo Pasolini, Walt Whitman, etc. El valor agregado de sus ediciones se lo otorga el hecho de que se trata de ediciones realizadas por traductores-poetas argentinos. El sello publica alrededor de treinta libros anuales, hasta el mes de julio de 2020 llevaban publicados 15 títulos. En veinte años la editorial ha vendido alrededor de 100 mil copias. Las publicaciones de este año no superan los 1.500 ejemplares. “Por cierto, uno de los perjuicios lo generó el cierre de las librerías por la cuarentena. En cierto modo logró compensarse con las ventas online, que se activaron notablemente. Sin embargo, no llegó a equilibrar el déficit que ocasionó el cierre de los puntos de ventas”. Cófreces añade que, durante esta pandemia, en el caso de su sello, el perjuicio principal lo generó la desmesurada demora en los pagos de las ventas realizadas a la Secretaría de Cultura de CABA en 2019, ya con más de ocho meses de atraso. Entre los próximos proyectos se encuentra potenciar la oferta de libros digitales con descarga gratuita en el sitio del web. Acaban de publicar en papel dos obras muy importantes: Paterson, de William Carlos Williams, y Te quié... (77 poemas de amor), de Jorge Leonidas Escudero: “En lo que resta del año confiamos en poder lanzar Poesía reunida de Jorge Aulicino y Poesía reunida de Gigliola Zecchin (Canela)”.

Por último, la editorial Santos Locos está especializada en poesía contemporánea argentina: el 90% del catálogo son argentinos y el 10% latinoamericanos. Editan entre seis y diez libros anuales y las publicaciones de este año ya rondan esas cifras. Sin embargo, la pandemia actual los afectó mucho en términos de venta, difusión, presencia, ferias. La venta de sus libros es, en general, heterogénea, dos de los títulos que mejor funcionaron este año son los libros de Gustavo Yuste y Tamara Grosso.