El periodista Esteban Peicovich vivía y trabajaba en Berisso en 1956 y Jorge Luis Borges, en Buenos Aires y era director de la Biblioteca Nacional. En ese año, cuando el periodista lo fue a buscar a la calle México para invitarlo a dar una conferencia en su ciudad, Borges lo miró, porque aún “veía la vida”, y le dijo: “Berisso, Berisso... Ese pueblo no existe. ¿Usted lo conoce?”.
Así, el autor de El palabrista. Borges visto y oído conoció al mayor escritor argentino, al que finalmente convenció de viajar a ese “pueblo inexistente”. A Peicovich le tocó la difícil tarea de abrir la charla que daría Borges, de presentarlo, frente a un auditorio lleno, y en el momento de darle la palabra, se trabó y dijo nervioso: “Con ustedes... Borges... el palabrista”.
En ese instante, y Peicovich no lo imaginó, sus nervios le darían el título de lo que sería este texto “prismático y babélico” que acaba de publicar por primera vez en la Argentina editorial Marea, y que reúne fragmentos de las más de 10 entrevistas que el autor le hizo a Borges en un café o en un plaza de Buenos Aires, en un hotel español, en Machu Picchu, a orillas del Tíber; anécdotas imperdibles por deliciosas (como la del baño, que los lectores de esta nota podrán ver y escuchar en el video, y que no se podría aquí reproducir porque nadie mejor que otro palabrista y charlista como Peicovich para relatarla) y palabras, frases geniales robadas al pasar por la prensa argentina y extranjera.
Todo lo que Peicovich recopila en su libro vale la pena leer y releer una y mil veces; es que el tiempo, el olvido o simplemente el azar habían dejado a ese Borges oral suspendido en el aire. Las reflexiones sobre temas eternos como la muerte (“La idea de que uno va a desaparecer totalmente es agradable... Sería horrible seguir siendo y , sobre todo, seguir siendo Borges. Estoy harto de él”), la literatura (“Es absurdo suponer que lo que leemos no es tan nuestro como lo que nos ocurre o lo que nosotros hacemos”), el amor (“Puedo afirmar que he vivido enamorado”) o el tiempo se alternan, como en la vida, con afirmaciones temerarias sobre sus enemigos politicos (“El justicialismo es un metete, un remedo bastante pálido, esó sí, de Mussolini y Hitler”) y con observaciones cotidianas como el punto exacto del arroz de la paella.
Peicovich se pregunta si este libro Borges no lo habría dejado colgado en el aire para que alguien lo robara: parece que sí.
El autor:
Esteban Peicovich nació en 1930. Autodidacta. Poeta. Periodista. De pesador de chilled y frozen beef en un frigorífico de La Plata (12 años) pasó a redactor, columnista y crítico de cine en el diario Clarín. Como enviado de ese medio al extranjero recibió el Premio Nacional Kraft al mejor periodista de diarios de 1963.
En 1964 pasó a ser secretario de redacción de La Razón. También dirigió los suplementos culturales y la revista semanal Ciencia Viva. Entre 1974 y 1987 fue corresponsal en el exterior y a su regreso al país, presentador de programas de televisión y de radio. Entre ellos Los Palabristas. Desde 1995 Peicovich es columnista del diario La Nación.
Su obra literaria y periodística incluye: Palabra limpia de mí (1960), La vida continúa (1963), Hola Perón (1965), Historia viva (1966), Introducción al camelo (1970), La poetisa analfabeta (1974), Reportaje al futuro (1974, España), El último Perón (1975, España), Borges, el palabrista (1980, España), Instrucciones al pavo real (1993), La bañera azul (1995, España), Poemas plagiados (2000, España), Gente bastante inquieta (2001, Argentina) y Así nos fue (2002, Argentina).