Literatura y cine tienen una relación antológica que remite a la adaptación de publicaciones de cualquier género, del relato fantástico a la novela policial, de una novela afamada a un relato marginal. Pero existen rastros, indicios, donde la literatura obra de manera subrepticia sobre el cine. De alguna manera, en ciertas escenas, lo literario aflora, se desliza con sutileza o con contundente presencia: aparece el libro en sí con su promesa de lectura. En este último caso, existe una cuenta de Twitter que se dedica a resaltar escenas donde aparecen libros: Bookworm (Ratón de Biblioteca).
Libros en cine, así de simple, resulta una sucesión de descubrimientos que van desde una escena de Érase una vez en Hollywood de Quentin Tarantino, el libro que lleva Sharon Tate cuando concurre al cine a ver la película donde actúa (la primera edición de Tess of the d'Urbervilles, de Thomas Hardy; hasta el detalle de lectura en el micro escolar de la última versión de la saga Spiderman, donde una joven lee Lolita, de Vladimir Nabokov. El pasado 30 de junio Bookworm publicó un fotograma de Las alas del deseo (Der Himmel Über Berlin, 1987), film de Wim Wenders, cuyo guión escribió en colaboración con Peter Handke (Premio Nobel de Literatura 2019), a partir del poema de la niñez (Lied vom Kindsein) y cuatro monólogos/diálogos de éste último como guía. Así lo revela Wenders en el libro El acto de ver. Textos y conversaciones (Paidós, Barcelona, 2005).
El fotograma corresponde a la secuencia donde los ángeles, entre ellos Bruno Ganz, concurren a la Staatsbibliothek zu Berlin, la Biblioteca Estatal de Berlín. Ellos se entretienen observando qué leen los allí presentes, tal vez buscando un momento de paz, donde los humanos dejan de ocuparse de la vida para la íntima pausa de la lectura. Sobre el escritorio, frente a un lector rubio con anteojos, tres libros del mismo tamaño se encuentran de manera invertida ante el espectador. Dos de ellos se hacen visibles gracias a la pasión detectivesca de Bookworm: se trata de los dos tomos de La vuelta al día en ochenta mundos de Julio Cortázar (quien había muerto en 1984, tres años antes de la realización de la película), edición rústica en nuestra lengua de Siglo XXI Editores. La escena completa se puede apreciar en el video de YouTube. El fotograma aludido aparece a partir del minuto 2:20.
Julio Cortázar: el recuerdo del gigante que rompió el paradigma de los cuentos
La operación recuerda un poco otro film, Blow-up, una película de 1966 de Michelangelo Antonioni (basado en un relato "Las babas del diablo", de Julio Córtázar, ¡oh casualidad!), en la que un fotógrafo que toma inocentemente en un parque descubrirá un secreto oscuro al ir ampliando sucesivamente una de ellas.
¿Qué hace un libro objeto de Cortázar, en castellano, en una película alemana? El repaso de quiénes integraron el staff del film no da indicios de argentino alguno. ¿O los libros estaban allí porque alguien los estaba utilizando como material de consulta al momento del rodaje? ¿Los participantes de la secuencia eran extras contratados o el público habitual de la biblioteca? ¿Por qué estos detalles pasaron inadvertidos durante 33 años? ¿Por qué sonreímos cómplices al leer esto?
CP