CULTURA
muestra

Lo que dura un disparo

“Instante Bony” agrupa una serie de retratos del artista Oscar Bony realizados, en diferentes soportes, por el cineasta experimental Andrés Denegri. Cada obra tiene el mismo origen: una filmación en Súper 8 que registra el momento en que Bony se encontraba en su taller del barrio de Barracas trabajando en la serie “El triunfo de la muerte”, donde balea con una pistola de 9 mm sus autorretratos fotográficos. Hasta el 28 de febrero.

Super 8. Dos proyectores que se encienden al unísono cuando los espectadores se acercan.
| Gentileza MACBA
El ascensor nos deposita en la sala de techos bajos, debidamente oscurecida para que la acción ocurra. Ahí se puede ver y escuchar ese acercamiento que Andrés Denegri, nacido en Buenos Aires en 1975, hace de quien fuera uno de los más perturbadores y disruptivos artistas conceptuales, aun cuando esta categoría todavía estaba flotando en el aire. Son varias incursiones al mundo de Oscar Bony que hace Denegri: una instalación con dos proyectores de Súper 8 que se encienden cuando el espectador se acerca, una proyección de apenas dos minutos que fatiga los múltiples disparos de Bony, fotos intervenidas y  Cerca de Bony, un video que registra algunos diálogos de él con Patricia Rizzo, Adriana Rosemberg y Andrés Denegri.  
Cuando Lucio Fontana tajeó el lienzo, no sólo infligió un golpe estético. Trazó una grieta mucho más profunda que separó, de algún modo, la tradición de la pintura. Por lo pronto, permitió pensar la destrucción como gesto creativo y a Oscar Bony, en particular, seguir su estela en el arte y la fotografía. El tajo de Fontana deviene en los disparos de Bony sobre su propia imagen. Este pensamiento acude no bien empieza el video Cerca de Bony, una de las partes de la muestra Instante Bony, de Andrés Denegri, curada por Rodrigo Alonso, que puede (y debe) visitarse en el sexto piso del Macba.
Todavía no llegamos a la parte en la que, efectivamente, Bony habla de Fontana para reinterpretar su corte vertical como la completa abstracción del paisaje, horizontal, plano, extendido de la llanura. Ni sabemos si eso va a estar en la filmación. Sin embargo, algo nos indica que los disparos de Bony a su propia foto vidriada, con sus guantes amarillos y sus auriculares para tiro, van directo a su pensamiento sobre la obra del artista rosarino. Antes lo vemos tirando con una gomera a las palomas desde el balcón, “porque me cagan todo”, contando una potente anécdota de su infancia, su ejército de arañas que ganaron todas las peleas contra las arañas de los otros niños, hablando de política, de por qué no participó de Tucumán Arde, del arte como panfleto, del lugar y la función del museo, de por qué el cierre del Di Tella estuvo mal hecho, de la violencia, del capitalismo, La familia obrera, su gran performance subversiva de 1968.
Bony está tirando dentro de la casa de Barracas. Un caserón en permanente arreglo. Habla con los albañiles que están en un andamio, sube y baja las escaleras y va directo a ese polígono de tiro improvisado que fue motivo de quejas de los vecinos. Está en su taller trabajando en la serie El triunfo de la muerte y los agujeros que hace con su 9 mm sobre sus autorretratos son la antesala a sus reflexiones sobre Fontana. Que llegan al final cuando Bony, todo mojado, habla sobre qué significa para él ese tajo en la tela. Esa hendidura que va de arriba hacia abajo y que Bony vincula con el horizonte bajo de La Pampa.
Instante Bony, en general, y Cerca de Bony, en particular, son solidarios no sólo de la biografía del autor de Pene, nacido en Misiones en 1941, sino del propio Denegri. Por lo pronto, él estuvo cerca literalmente, ya que vivió en su casa en 1998. Pero, también, es un desarrollo de conceptos ligados al arte y la filosofía. En principio, Instante Bony trabaja sobre la idea de capturar esa partícula de tiempo. La imposibilidad de presente, que, como el río, se vuelve pasado. Todas las filmaciones que trabaja Denegri están en Súper 8 y hace de esa técnica parte de la muestra. Una captura del pasado, al tiempo que ese pasado, el Súper 8, las imágenes de Bony, los disparos, se hacen presentes. Menos para atraparlos que para repetirlos en loop. Para poner el acción, a medida que nos bajamos del ascensor y caminamos hacia ese instante. Nos acercamos a Bony, a Denegri. Un poco a nosotros mismos.