CULTURA
M. JOHN HARRISON

Los encantos del hechicero

Entre la fábula oscura y melancólica, el relato extenso, la novela y el microrrelato, el británico M. John Harrison ha forjado un universo inconfundible donde lo que cambia de signo no son sólo las cosas y los personajes, sino también las atmósferas y la realidad misma. Con una extensa ristra de libros traducidos al español, se trata de un autor fulgurante que mejora con sus alucinaciones la realidad en la que vivimos.

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M. John Harrison. | cedoc

En el año 2002 se publica en Inglaterra El azogue, novela corta del escritor inglés China Miéville que parte de la idea central del relato Animales de los espejos (El libro de los seres imaginarios, 1957) de Jorge Luis Borges para narrar la historia de una invasión singular: los imagos, seres habitantes del otro lado de los espejos donde fueron recluidos, humillados y obligados a imitarnos luego de una guerra antigua y olvidada, se han liberado de su prisión de mercurio y le declararon la guerra a la humanidad, una guerra que se libra en una Londres en ruinas, post-apocalíptica. El prólogo de este libro lleva la firma de otro escritor inglés, Michael John Harrison, donde habla por primera vez de una “nueva ficción extraña” –new weird– para definir el estilo de la nouvelle de Miéville, quien con sus cualidades de extrañamiento creó una obra híbrida, fronteriza, que es al mismo tiempo novela de ciencia ficción, de horror, fantástica, bélica y post-apocalíptica, un libro que Harrison define como una fantasía enorme, misteriosa e inmersiva. “La buena ficción debiera hacernos cuestionar nuestra experiencia del mundo, por no decir los medios por los que apuntalamos esas experiencias. Pero esto nunca debiera hacerse de la forma obvia. El gesto más dolorosamente desfamiliarizador es el más sutil. La buena ficción tiene una cualidad misteriosa y esto es suficiente para volverla “fantástica” y “mainstream” al mismo tiempo. Salgamos allí, podríamos decir, a la arena del mainstream, y hagamos que los lectores se sientan incómodos. En lugar de discutir por sofismas, hagamos algunos actos contramundanos”, escribe Harrison en el prólogo de El azogue, aunque pareciera estarse refiriendo a su propia obra, una arqueología del futuro, compleja, pero hipnótica, incómoda y exquisita. Algunos años después, China Miéville diría que el hecho de que Harrison según él, –uno de los grandes escritores vivos de la actualidad– no haya ganado aún un Premio Nobel es la prueba de que el establishment literario está en bancarrota. 

M. John Harrison nació en el Reino Unido un 26 de julio de 1945. Lector temprano de Samuel Beckett, J. G. Ballard, Jack Kerouac y John Keats, a los 21 años publica su primer cuento en la revista Science Fantasy, aunque su verdadera vinculación con la literatura de ciencia ficción comenzaría con el relato “Baa Baa Blocksheep”, publicado en la segunda época (1963-1971) de la revista sci-fi británica New Worlds –dirigida en ese momento por el escritor Michael Moorcock– donde tuvo su génesis la new wave o “nueva ola de la ciencia ficción”, una camada de escritores como Brian Aldiss, John Brunner o J. G. Ballard que venían a renovar el género con ideas frescas y conceptos revitalizadores. Más adelante Harrison se convertiría en colaborador habitual, llegando incluso a desempeñarse como crítico y editor literario hasta el año 1975. Durante este período publicó sus primeras tres novelas: tanto The committed men (un relato post-apocalíptico de tierras baldías y tribus mutantes) como The pastel city (primera entrega de la saga Viriconium, una deconstrucción del genero fantasía épica) fueron publicadas en 1971; en 1974 llegaría su tercera novela titulada The centauri device (una anti-space opera protagonizada por el último superviviente de una raza alienígena y un dispositivo sentiente), y en 1975 publicaría su primera antología de relatos: The Machine in Shaft Ten. Este libro recopila una docena de cuentos que habían sido publicados anteriormente en diferentes revistas y libros ligados a la ciencia ficción, incluidas algunas historias relacionadas con el universo ficcional de Viriconium, saga a la cual le dedicó la mitad de la década del 80 con un total de tres libros: A storm of wings (1980), In Viriconium (1982) y Viriconium nights (1985). Y si hasta aquí todo era ciencia ficción estilo new wave y fantasía épica, es a partir de su rupturista libro El mono de hielo (1985) que Harrison comenzará a distanciarse de aquellos géneros para explorar los bordes del terror y el new weird en un libro de cuentos excepcionales, envueltos en climas ominosos (“La cantera”), rituales extraños y magia suburbana (“La invocación”), borgeanos países imaginarios al estilo Tlön, Uqbar, Orbius Tertius (“Egnaro”), realismo y alpinismo (“El mono de hielo”), y sobre todo personajes melancólicos, pesimistas, en ambientes enrarecidos donde los hechos fantásticos se supeditan a la exploración del paisaje interior de sus protagonistas, relatos con sabor amargo algunos de los cuales serán el gérmen de sus siguientes dos libros: Climbers (1989) una novela realista y semiautobiográfica (lamentablemente nunca traducida al español) sobre un hombre que luego de una separación decide huir de Londres y dedicar su vida al alpinismo en los páramos de Yorkshire, y una de sus obras más celebradas: El curso del corazón (1992), libro que nace a partir del cuento “La invocación” y contiene una versión levemente modificada del relato “La cantera”, que se convirtió en el capítulo ocho (En White Downs) de esta novela. El curso del corazón narra la historia de tres jóvenes amigos –Lucas, Pam y el mago Yaxley– que participaron de un ritual mágico en un bosque de Cambridge en la búsqueda de desentrañar los misterios del Coeur, la esencia del Pleroma gnóstico, y años más tarde aún lidian con la culpa y las secuelas que dejó en sus psiquis ese rito del que no recuerdan casi nada, pero sin embargo los persigue en diferentes manifestaciones de aquello que perturbaron, porque lo que se hace en el Pleroma“–un país propio, un país del corazón–” es irrevocable. 

El escritor Juan Mattio, flamante ganador del premio Fundación Medifé Filba 2022, nos cuenta que El curso del corazón es su novela favorita de Harrison, y asegura que lo que le interesa en particular de su narrativa es que “trabaja sobre una forma del terror que tiene que ver con conectar un inmenso espacio exterior, donde circulan entidades de dimensionas temporales y espaciales inmensas –y ahí se ve claramente la herencia del horror cósmico de Lovecraft–, pero Harrison logra conectar eso con el colapso de la vida interior, la psiquis de Pam, una de las protagonistas, algo que me parece una hipótesis fundamental del new weird. Es decir, Harrison escribe new weird porque logra conectar ese inmenso espacio exterior que imaginó y fundó Lovecraft, con los espacios interiores colapsados que para mí son herencia de Ballard y de la new wave. En esa reunión está lo que más me interesa: el pasado y el presente formulan relaciones muy particulares, enmarañadas, no lineales. Esta relación entre la imaginación de Lovecraft con el espacio exterior de entidades desmesuradas y el espacio interior ballardiano de aparatos psíquicos colapsados, es lo que de hecho me hizo entender lo que es el new weird”. 

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Su siguiente novela Sings of life (1997) –sin traducción al español– relata una extraña historia de amor entre Mick Rose, piloto de un oscuro servicio de mensajería rápida que transporta suministros médicos de dudosa procedencia y elimina desechos biológicos para la industria de la ingeniería genética, y Isobel Avens, una mujer simple con el sueño de volar, en un entorno distópico de diez minutos en el futuro. A esta novela le continúa el libro Preparativos de viaje (2000), una nueva antología de cuentos con una poética y un estilo narrativo similar a lo que venía haciendo desde El mono de hielo, pero de cierta forma mejorado, pulido. Leer estos cuentos, –es vislumbrar la maduración–o por qué no la perfección– de la singular narrativa breve de Harrison, que esquiva todas las etiquetas y no se deja encasillar en ningún género: historias sombrías y poéticas donde se exploran los mundos interiores de sus protagonistas, inmersos en una atmósfera weird de realidades frágiles. El clima denso y onírico que cohesiona los relatos de este libro por momentos actúa como un vidrio empañado que distorsiona nuestra visión y deja atisbar un mundo muy similar al nuestro, pero con fallas, roturas, pequeñas deformaciones que nos recuerdan que estamos dentro de los universos ficcionales de M. John Harrison.    

Preparativos de viaje es además un libro especial para los argentinos porque se trata del primer libro de Harrison publicado en nuestro país. Con una impecable traducción del recientemente fallecido escritor Marcelo Cohen inauguró Línea C de Interzona, una colección de literatura fantástica donde se publicó la primera edición nacional de El azogue de China Miéville o Plop (2002), novela de culto de Rafael Pinedo, solo por poner dos ejemplos. 

En algunas entrevistas Harrison había deslizado la idea de no volver a escribir ciencia ficción, pero para satisfacción de todos sus lectores regresó al género en el 2002 con Luz, una novela que, al igual que El curso del corazón, con el paso del tiempo adquirió el estatus de obra de culto. Luz también tiene su origen en un cuento, “El caballo de hierro y como conocerlo” de Preparativos de viaje, donde asistimos a los extravagantes viajes en tren de un joven que decide los destinos de sus recorridos orientado por las cartas del tarot. La novela está narrada en tres tiempos que se alternan y se tocan, y Harrison aprovecha cada uno para incursionar en un subgénero distinto: el presente está más cerca de la ficción extraña –y el terror de El curso del corazón, y los futuros–ambos transcurren alrededor del año 2400– son cyberpunk y space opera. Harrison imagina tecnología cuántica, Naves-K fusionadas con seres humanos, operadores ymuchachos sombra, capsulas de realidad virtual, dados esotéricos y entidades místicas como el Shrander, y una singularidad desnuda es decir –sin horizonte de sucesos– conocida como Canal de Kefahuchi, convergencia de esta novela y de las siguientes que conforman la trilogía conocida como Kefahuchi Tract. Luz fue el primer libro que leí de Harrison, recomendado por Ricardo Romero que es un lector extraordinario”nos cuenta Juan Mattio. Leer esta novela para mí fue un impacto enorme. Harrison trabaja con la tradición del cyberpunk, que es una tradición que me interesa en especial, pero además, tiene una serie de ideas sobre cómo el futuro podría relacionarse con su pasado, es decir, nuestro presente, que a mí me parece extraordinaria. De hecho la idea de una arqueología del futuro es muy nítida en Harrison, y me parece que imagina no solamente vidas extraterrestres y tecnologías extrañas, sino que también tiene una sensibilidad muy particular para pensar una relación, yo diría weird, entre líneas temporales, y eso en Luz se ve de una forma muy impactante. La línea de tiempo que está situada en el cambio de siglo –entre el siglo XX y XXI– donde hay un femicida serial que está expuesto a la presencia de una entidad que no comprende, y cómo eso se relaciona con eventos que tienen lugar cuatro siglos después, me parece maravilloso, de una inteligencia y sensibilidad muy particulares.”

Nova swing (2006), segunda novela de la saga Kefahuchi, es un hermoso homenaje a las Zonas –la de Tarkovski en Stalker (1979) y la de los hermanos Strugatski en Picnic extraterrestre (1972)– en clave space noir: debido a sucesos ocurridos en Luz, pedazos del Canal de Kefahuchi han caído en la ciudad de Saudade creando un espacio liminal conocido como Solar de Sucesos, una Zona a la que el “stalker” Vic Serotonina lleva a sus clientes en una especie de turismo extremo y desde donde comienzan a salir entidades desconocidas –y sobre todo peligrosas– que son investigadas por un detective idéntico a Albert Einstein. Aún queda sin traducir Empty space: A haunting (2012), última parte de la trilogía, por lo que los lectores de habla hispana quedamos a la espera de conocer el final de esta imprescindible saga de ciencia ficción moderna.    

A falta de ediciones locales de títulos como Things that never happens (2002)que concentran en un solo volumen sus diferentes libros de cuentos, en Argentina y España se ha publicado La invocación y otras historias (2015) una antología que resulta fundamental porque reúne algunos cuentos de El mono de hielo, Thing that never happens y además suma varios relatos inéditos. El  último libro de cuentos de Harrison publicado hasta la fecha en nuestro país se titula Deberías venir conmigo ahora (2017) y es un catálogo de todo lo bueno que puede dar la narrativa breve del escritor inglés: cuarenta y cuatro cuentos extraordinarios que alternan entre el relato extenso y el microrrelato –entrando y saliendo por los resquicios de la literatura de género ciencia ficción, fantasía, realismo, ficción extraña– sin aferrarse a ninguno, fábulas oscuras y melancólicas que sintetizan toda la magia de la poética de Harrison y la inevitable evolución de su pluma experta.  

La tierra hundida ya vuelve a levantarse (2020) supone el retorno de M. John Harrison a la novela luego de casi una década, a los 77 años de edad. Publicada en nuestro país por Sigilo–que nos ofrece la oportunidad de festejar las fiestas con un libro de Harrison y una copa del mundo bajo el brazo– y con una magistral traducción de Marcelo Cohen, La tierra hundida ya vuelve a levantarse es una novela que bebe de la tradición psicogeográfica de autores como Iain Sinclair o Alan Moore y de las fábulas inglesas como Los niños del agua (1863) de Charles Kingsley; pero también juega con las teorías de conspiración que circulan en internet y se inspira en relatos lovecraftianos como La sombra sobre Insmouth (1936), aunque a diferencia de Lovecraft que elige enfatizar el terror y los seres fantásticos, Harrison opta por dejar esos temas en segundo plano y centrarse en otras cuestiones que desde siempre le interesan más como la melancolía, la incertidumbre, la alienación, la identidad, la desaparición de las personas y las relaciones familiares complejas, con las Midlands inglesas y el Brexit como telón de fondo. 

Ymientras esperamos ansiosos la publicación de su libro de no-ficción anunciado para mayo del 2023 –una “anti-memoria” titulada Wish i was here– Michael John Harrison sigue escribiendo cuentos y reseñas literarias para diferentes medios, haciendo de éste un mundo mejor y más hermoso.

 

La amenazante literatura de Harrison vuelve a levantarse

Kike Ferrari*

Shawn no sabe cómo lidiar, entre otras cosas, con su madre y su demencia senil a las que visita en un geriátrico donde miran fotografías viejas y películas en VHS. Huyendo de una crisis que no puede definir se muda hacia el suroeste de la ciudad en una zona suburbana entre dos ríos, y consigue un trabajo difícil de precisar en un barco oficina, que tiene una puerta que no se deja abrir. Su empleador se llama Tim y parece trabajar de una manera confusa con confusas teorías conspiranoicas. Victoria no sabe cómo lidiar, entre otras cosas, con su madre muerta y la casa que le dejó en una pequeña ciudad de Shropshire junto al río Severn. Buscando algo que ni intenta definir se muda al sudeste a bordo de su Fiat 500, rumbo a lo desconocido, a la vez con y sin expectativas. La casa tiene una puerta que, claro, no se deja abrir. Su vecina se llama Pearl, fue amiga de su madre, y tanto ella como Ossie, el padre, sólo hablan con sobreentendidos de cosas que Victoria no entiende. Entre ellos, Shawn y Victoria, La tierra hundida ya vuelve a levantarse teje una historia que podría ser un relato de Carver (con el gesto de alguien que no puede pararse a hablar porque necesita recoger la ropa de la lavandería, escribe Harrison) si no fuera por las pequeñas criaturas que crecen en los desagües de Londres, la gente que desaparece sin más en estanques de menos de medio metro de profundidad, las voces, ominosas y amenazantes como la literatura del bueno de Eme John, que llaman –Viya, Vita, Moya– en la oscuridad de la noche. Y la alargada sombra del Brexit. Harrison sabe lo que hace. Conoce las herramientas y los materiales con los que trabaja. Conjuga las reglas de los géneros populares (sobre todo el terror, el relato extraño) con los procedimientos del modernismo. Asimila y condensa a Kafka (ya lo había hecho en esa relectura de “Ante la ley” que es “Las paredes”, un relato de su libro anterior, Deberías venir conmigo ahora). Y como el francés Terry Jonquet (con quien, hasta donde yo sé, no se lo ha relacionado aunque las coordenadas que los unen son muchas y más o menos claras) pone el texto y con él a nosotros, los lectores, con leves corrimientos, mínimos desajustes que producen la sensación de inadecuación temporal, en un espacio de incomodidad. Un susurro en nuestros oídos: algo no está bien. Algo está por suceder. ¿O ya sucedió y no nos dimos cuenta? 

Viya, Vita, Moya. 

Escribo los primeros apuntes de esta columna en mi celular, mientras viajo en subte. Todos usamos el celular para todo. Como dice Victoria al ver a un muchacho sacarse una selfie: es un teléfono nada más, las personas tienen teléfonos. Sin embargo en La tierra hundida ya vuelve a levantarse, que sucede alrededor de 2019, aunque hay celulares –incluso la madre de Shawn recibe un Iphone para Navidad– los personajes insisten en llamarse por los teléfonos de línea y casi nadie usa los celulares. O no los usan como solemos hacerlo. No hay mensajes, aplicaciones, redes. Pearl, mirando también al muchacho de la selfie, contesta que Ossie no sabría cómo usarlo. 

Ninguno de mi familia sabría, agrega. Porque el presente es una presencia fantasmal. Algo que está y no está. Algo que está a punto de suceder o ya sucedió. Algo que hace crecer vida en los desagües o desaparecer a la gente en los estanques. Algo que llama en la noche, muy cerca del agua. Agua. El agua, parece decir Harrison, que separa más que nunca a Gran Bretaña del continente europeo.

*Escritor, autor de las novelas Que de lejos parecen moscas (2011), Todos nosotros (2019) y El significado del fuego (2022), entre otras.