CULTURA
muestra

Oda a las cosas inanimadas

En Granada Gallery el artista Fabio Risso Pino presenta “Dama de noche”, donde combina pintura de bodegones y fotografía. Sus naturalezas muertas reúnen dos potencialidades: la densidad del simbolismo, la carga de culto y cierta religiosidad que fueron perdiendo estas pinturas a lo largo de su historia, con una estética de la mercancía.

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La conversion. El sino del arte contemporáneo radica en el cambio de faisanes por sopas Campbell. | granada gallery

Harun Farocki acaricia las imágenes con la cámara en Naturaleza muerta (1997). La segunda obra de una serie de tres que empezó con Una imagen (1983) y cerró con Los creadores de los paraísos comerciales (2001), como partes de un ensayo sobre origen, desarrollo y transformación del capitalismo. Una historia de esta corriente pensada en imágenes que, al decir, de Alain Badiou fue en el siglo XX también economía de las pasiones irrazonables del pensamiento. De allí, entonces, esa delectación amorosa que abre los planos de lo que tiene para mostrar.

La hipótesis del realizador alemán es muy seductora. Por un lado, compara la pintura de bodegones de los siglos XVI y XVII con la publicidad del siglo XX. Es decir, la pintura de naturaleza muerta con la fotografía publicitaria. Correspondencias, lo que tienen en común, estereotipos y con ellos realiza una atractiva historia del capitalismo, al tiempo que una arqueología de las imágenes. Por el otro, la línea de pensamiento de Farocki indaga la organización de los dispositivos. Un análisis de la técnica en las distintas etapas del humanismo, desde su apogeo hasta su ocaso.

Mientras que, en general, las tesis del autor de Imágenes de prisión son de corte ético-crítica, análisis de la manipulación, regímenes escópicos, subyace en Naturaleza muerta, una preciosa pregunta estética: ¿qué hay que ver en las cosas inanimadas de todos los tiempos?

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Ese interrogante, por lo menos, es un eco que se esparce como un perfume en la sala de Dama de noche, la muestra de Fabio Risso Pino. Si la unión entre la pintura de bodegones y la fotografía, en tanto modeladores de un consumo y una sensibilidad, era diacrónica, en este caso se dan en una convivencia temporal. Las naturalezas muertas de Risso Pino reúnen las dos potencialidades: la densidad del simbolismo, la carga de culto, hasta una cierta religiosidad que fueron perdiendo estas pinturas a lo largo de su historia con una estética de la mercancía.

Sin embargo, esto que aparece puesto en correlación entre pintura y fotografía está también en la pequeña historia de este género pictórico. Sin haberse perdido a partir de su aparición, las naturalezas muertas en el siglo XX vienen directo del supermercado. El pop art cambió faisanes por sopas Campbell. En ese entredós, el gesto de este artista se debate entre un anacronismo de los temas y una realización brillante. Recupera la sensualidad de las frutas, alude a sus formas y tamaños, mientras que sugiere en las flores sus aromas. Los fondos oscuros y de terminación lustrosa y luminosa refuerzan la centralidad de alimentos y las plantas. Esa que quedó sellada con Caravaggio cuando puso en el centro del cuadro aquello que estaba en la decoración. Con Cesto con frutas (1597-1598), más precisamente.

Asimismo, Fabio Risso utiliza marcos antiguos para sus cuadros. Cuentan que son los que encuentra. Nuevamente una superposición de sentidos: un linaje que unirá a la pintura con el objet trouvé. Casi una paradoja, si pensamos en la poca paciencia que el surrealismo le tuvo a la pintura.

Darle otra vida a las cosas. De ahí la batalla por el nombre. Mientras que en inglés y alemán es still life y Stilleben, lo que todavía vive, decimos “naturaleza muerta”. La expresión en castellano, si no determina una clausura de esta posibilidad de representación, al menos, incorpora la noción, tan humana, de la vanitas. Esa que nos recuerda la fragilidad, la brevedad de la vida, la vacuidad. En fin, que todos vamos a morir.


Dama de noche

Fabio Risso Pino

Granada Gallery

Godoy Cruz 1644, CABA