Cómo es posible detener el deseo que de por sí, en su definición más extendida, la lacaniana, es aquello que es imposible aprehender? Es el agua que se escurre entre los dedos; es la pulsión sin objeto. Es el desplazamiento puro desde la famosa fórmula del psicoanalista francés: “El deseo humano es el deseo del Otro”. El deseo del deseo del Otro como reconocimiento por parte de ese otro que me desea, y también lo que hace que un objeto sea deseable, no por sus cualidades intrínsecas sino el que sea deseado por otro. Deriva que lleva hasta el deseo fundamental, que es el incestuoso con respecto a la madre, el Otro primordial. Alejamiento y metonimia, ya que se pospone continuamente; desear alguna otra cosa.
Fabiana Barreda lo intenta, eso de sujetarlo, y lo logra. Al menos en términos analíticos y con resultados estéticos, ancla el deseo en el cuerpo. Con esos dos conceptos, en una tipografía gótica, titula una exhibición extraordinaria. Tanto por el trabajo exhaustivo con las imágenes, fotografías y videos, con las que va a dar cuenta de una investigación que involucra muchos aspectos de este tándem, como con la calidad con que las muestra.
Centrada en los recorridos posibles, la curaduría opera, en una primera lectura, de modo clasificatorio: cuerpo y erotismo; cuerpo y bioformas; cuerpo y emociones; cuerpo design; cuerpo y noche; cuerpo y tecnología; cuerpo sagrado. Esta partición funciona como las casas astrales del tarot o de las tiradas de runas. No son doce sino siete, ese número mágico para esta artista que ha pensado cada centímetro de la exposición y que se vincula con el pensamiento, la espiritualidad, el análisis psíquico y la conciencia.
La segunda lectura es la que advierte la narración que estructura los pisos del espacio Arte X Arte, Fundación Alfonso y Luz Castillo, lugar en el que está emplazada. Desde una sala con fotos de Shein Wei, Cindy Sherman, Flavia da Rin y Marcos López, entre otros, en las que el erotismo aparece citando más a la convención del cuerpo bello y estetizado, aún en lo abyecto, hacia un piso superior en el que el cuerpo es ofrenda, sacrificio y ritual. Asimismo, el pasaje se realiza con desvío superinteligente, como las fotos de Luna Paiva de las vedettes en sus departamentos de dos ambientes contrafrente o el barroco de la Coca Sarli. Además, escenas domésticas, amorosas y masturbatorias, como las de Gabriela Schevach y Ariel Authier y las de Cruz Mendizábal, advierten que no es necesaria la desobediencia ni la desclasificación para hacer sacudir las formas preestablecidas.
En su conjunto, la propuesta de Barreda es notablemente superadora. Desmonta los lugares comunes sin señalamientos innecesarios; está más allá de los géneros, los atraviesa con su política del deseo e inscribe en los cuerpos menos subrayados y comillas que notas inteligentes. No desarma el canon de una mirada normalizadora fijando una modalidad contraria. Directamente prescinde de estas clasificaciones e inventa unas nuevas. Mezcla saberes: de lo letrado a la superstición, de lo filosófico a las creencias populares, de la poesía y el arte de la adivinación a los dioses y la tecnología.
En esa desestabilización controlada, en sus pases como de maga y de sabia, Barreda ejerce un poder magnético con las imágenes. Monta un espectáculo, una escenografía, cala hondo en las emociones, esparce pensamientos. Moviliza, sacude, reordena para que el espectador se sumerja más que en una muestra en una experiencia visual. Ese recorrido que, como el deseo en su sentido más profundo, se mueve, nos mueve.
Cuerpo y deseo
Curadora: Fabiana Barreda
Fundación Arte X Arte. Alfonso y Luz Castillo
Lavalleja 1062
De martes a viernes de 15 a 20 y sábados de 13.30 a 16
Hasta el 16 de diciembre