En el Centro Cultural Contraviento (CCC), Daniel Santoro inauguró la muestra “Panorama de Rosario”, realizada especialmente para la ciudad a la que describe como “mítica” y “creada in illo tempore (en algún tiempo remoto)”.
El artista rescata los Panoramas del siglo IXX para dar a luz un paisaje postapocalíptico. Probablemente, no haya un espacio más propicio que el CCC para exhibir una obra de estas características, no solo por sus capacidades estructurales, sino por una cuestión de concepto. Al abrir sus puertas en 2024, proclamó “una agenda propia sobre la base de grandes temáticas o incluso problemáticas locales para ser nexo con la sociedad rosarina”. Al momento de caracterizar para el público “Panorama Rosario”, el lugar, en el que también se efectúan convites relacionados a la música, la poesía o la escultura, hace, efectivamente, foco en las “simbologías de la ciudad” presentes en este trabajo, lleno de “referencias geográficas como el río Paraná y el Monumento a la Bandera, y también de figuras locales como el Che Guevara, Lionel Messi, el Capitán Piluso de Alberto Olmedo, Litto Nebbia, Silvina Garré, Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Lucio Fontana, Antonio Berni, Roberto Fontanarrosa y el nacido en Serodino, pero adoptado por los rosarinos, Juan José Saer”.
Una trayectoria a pedir de boca. Santoro fue escenógrafo del Teatro Colón –experiencia que va a ser fundamental para la presentación posterior de muchos proyectos artísticos, como “Lecturas del Billiken” o “Los Arcanos Porteños”–expuso su obra en algunas de las galerías más importantes de Argentina y en muchas otras del mundo, hizo arte en películas e ilustró libros políticos, como El manual del niño peronista, ganador del primer premio de la Asociación Internacional Críticos de Arte (AICA), Mundo peronista, Eva Perón para principiantes, Rimbaud para principiantes, El peronismo entre la severidad y la misericordia, junto a Julián Fava y Manual del niño neoliberal, entre otros. En 2023 expuso en el Museo Nacional de Bellas Artes la muestra Panorama. El teatro de la memoria, antecesora de Panorama de Rosario, que constó de una obra inédita desplegada a lo largo de 30 metros, además de una colección de dibujos en tinta sobre papel, bocetos, cuadernos de notas, y una carbonilla hecha en una de las paredes del Museo. El mismo año, fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario. En diálogo con PERFIL, ofreció detalles sobre la “sección rosarina” del Teatro de la memoria.
—¿Cómo nace esta muestra en Rosario y como engarza con la exhibición que hiciste en Bellas Artes?
—La muestra nace por invitación del CCC y tiene continuidad con el panorama que expuse en Bellas Artes el año pasado, fui desarrollando la idea a partir de ese lenguaje que tal vez sea la primera propuesta de arte inmersivo a comienzos del siglo IXX. Me gusta trabajar los anacronismos, entrar en las zonas abandonadas por el afán de novedades que impone lo contemporáneo.
—Es original la apuesta a los Panoramas…
—En los viejos panoramas solían representarse grandes catástrofes en los que el espectador se veía dramáticamente involucrado, y tomé ese paradigma, sí. Y en el caso de Rosario lo que me interesó es el festejo de su fundación, muy polémico, por cierto. Es que, hablando con los principales historiadores, todos coinciden en que esos 300 años que se conmemoran es una fecha antojadiza sostenida en algunos intereses políticos, puesto que Rosario no tiene en realidad una fecha fundacional. Este hecho me pareció de lo más interesante como disparador pensar Rosario como una fuerza de la naturaleza en sentido estricto una ciudad –tal vez la única– verdaderamente autóctona, que se impone más allá de los intereses individuales de la política. Al igual que en el panorama de Bellas Artes, fui mostrando una especie de visión postapocalíptica, lo que llegaría a su final es el tiempo en que los humanos estuvieron a cargo de los asuntos del planeta. Muestro un tiempo quebrado no lineal: las cosas suceden a través de miles de años, hay enterramientos, y emblemas de la cultura rosarina. La horizontalidad que domina este panorama de 18 metros de largo se ve contrastada por los bosques, y allí en la oscuridad, renace alguna forma de ligazón con la vertical de la dimensión trascendente podemos ver un árbol de la vida dentro de un tronco antiguo.
En diálogo con otras artes. Interesado en la cosmogonía china y celebrado por sus trabajos centrados en el peronismo, Santoro es parte del colectivo artístico Estrella del Oriente, a partir del cual estuvo envuelto en numerosas acciones artísticas que alcanzan varias disciplinas, entre ellas la película La ballena va llena y la muestra multimedia La ballena. El metamuseo tuvo lugar en el CCK durante 2022 e involucró a Pedro Roth, Roberto Plata, Juan Carlos Capurro, María Negro, Ana Aldaburu y el Tata Cedrón. También colaboró con María Moreno en La patria a cuadros, bajo la dirección de Alejandro Fernández Moujan, participó de Pulqui, un instante en la patria de la felicidad y produjo la miniserie Proyecto Aluvión, junto a Francis Estrada. “Este dibujo intenta dar cuenta de esta condición excepcional de la ciudad”, afirma el artista, cuya motivación, asegura “es volver a cierta cuestión mitológica con Rosario”. Paralelamente, su relación con otros países se mantiene no solo mediante la exhibición sino a través del dictado de cursos en diversas universidades. Se desempeña, por ejemplo, como profesor externo en los cursos de verano de la John Hopkins University y de Yale University.
—Otra cosa que salta rápidamente a la vista es la importancia de la materialidad –el papel representa el agua, la carbonilla la madera y las terracotas la piedra– es decir que cada elemento no solo representa algo, sino que lo es. Pero aparece un elemento nuevo que es la carne que, pura representación…
—Más bien utilizo la huella material del dibujo sobre papel en la forma de una tricromía; busqué darle una dimensión simbólica al panorama, están los árboles y todo el dibujo en general hecho en carbonilla que es madera quemada, luego los fondos de color tierra donde simbolizo la piedra. Y luego los humanos, cuya materialidad se compone de tierra y carbón. Y, finalmente el cuarto elemento, el agua, simbolizada por el blanco del papel. Esta trilogía: piedra-madera y carne situada en el medio acuoso es la que compone nuestro mundo vital. Cuando una de ellas falla, por ejemplo, la cubierta vegetal, es decir la madera, colapsa la carne, muere, porque pierde la mediación con la piedra que deja de entregar los nutrientes de los que se alimenta la carne. Las tres están anudadas.
—Hacés una operación en la que figuras ultrapopulares rosarinas que luego trascendieron nacionalmente, como el Capitán Piluso, se convierten en mitomito, al tiempo que transformás cosas cotidianas en algo disitno…
—Rosario es el gran espacio de producción cultural, desde el Capitán Piluso hasta Fito Páez o Antonio Berni y Lucio Fontana o el Che Guevara y Messi. Amigos me informaron de algunos cambios oscuros en la fauna del río, como esa mutación a la que denominan la boga sojera, que se alimenta de los granos que caen en las cercanías del puerto. Tampoco pude evitar la isla de los narcos, habitada por dos gigantes en lucha hacia el final del recorrido en medio del bosque. Está el eje vertical y está el árbol de la vida, el Axis Mundis que nos recuerda la frase enigmática del filósofo Martin Heidegger cuando dice, hacia el final de su vida, “Solo un Dios podrá salvarnos”.