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“V de Venganza” cumple 20 años en 2026 y su revolución es mejor que la de “Una batalla tras otra”

La película de Paul Thomas Anderson obnubiló y abrazó a los cinéfilos huérfanos, en busca de una propuesta de autor para amar. En abril de 2006 se estrenaba la película del vengador enmascarado que se tomaba el enfrentamiento armado y el avance de la derecha con bastante más seriedad.

V de Venganza y Una batalla tras otra 31122025
V de Venganza y Una batalla tras otra | Collage Cedoc

Una batalla tras otra fue de esas películas que obnubiló y abrazó a los cinéfilos huérfanos, en busca de una propuesta de autor para amar. En esta ocasión Paul Thomas Anderson volvió a lograrlo -ya había generado una fiebre similar con Licorice Pizza de 2021-. Casualmente, en abril de 2026 se cumplen 20 años del estreno de V de Venganza de James McTeigue, y ambas están unidas por la épica revolucionaria por lo que amerita ser comparadas.

Este año en el que a esta tribu de amadores del film le tocó despedir a David Lynch, con el recrudecimiento de la derecha y el regreso del que parecía haber terminado su protagonismo en una temporada anterior, Donald Trump, una película sobre guerrilla armada en Estados Unidos, liderada por latinos y negros tenía “la mitad del partido ganado”. La otra mitad la goleó con los actores: Leonardo DiCaprio, Benicio del Toro y Sean Penn.

-Disclaimer 1: esta cronista no volvió a ver V de Venganza tras el estreno de Una batalla tras otra, por lo que sus apreciaciones pueden estar teñidas de nostalgias por la emoción que le causó las dos veces que experimentó la película (en el cine en 2006 y en una notebook en 2025).

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-Disclaimer 2: esa cronista no se considera fanática de Anderson, pero le encantaron Boogie Nights, Magnolia fue un antes y un después, y disfrutó de los personajes que sienta a conversar en Cigarettes and Coffee.

-Disclaimer 3: hay spoiler.

Las revoluciones de “V de Venganza” y la de “Una batalla tras otra”

Ambas propuestas cinematográficas se basan en novelas, V de venganza es la adaptación cinematográfica de la novela de Alan Moore V for Vendetta, mientras que Una batalla tras otra está basada en la novela Vineland del escritor estadounidense Thomas Pynchon.

Sin dudas “Una batalla…” es bien estadounidense, su director, los actores y la sede lo son, juega con la grandilocuencia hollywoodense. Pero el director también se permite burlarse del hombre blanco heterosexual, en esta oportunidad encarnado por Leonardo DiCaprio que parece haberse unido a la revolución solo por un romance y al que no le interesa mantenerse en forma, estudiar los códigos secretos para no ser encontrado, ni llevar una vida sin excesos. Además, siempre se cree protagonista, aunque al lado tuyo desfilen los peores dramas de personas en situaciones mucho más complejas que la que atraviesa su personaje.

La propuesta de Anderson es una historia en la que hay un grupo de guerrilla armada, que hacen boicots a grandes capitalistas, que combaten la persecución a inmigrantes, etc. Todos tienen una formación estricta y actúan como células dispersas e inactivas hasta que se solicite lo contrario.

En la trama se incluyen con toque sarcástico los fracasos de un militar que quiere unirse a una logia de extrema derecha ultra millonaria, a la que podrían pertenecer Elon Musk y Donald Trump, si existiera. Este señor interpretado excelentísimamente por Sean Penn tiene un pecado que no puede borrarse: haberse enamorado de una mujer negra y guerrillera y haber tenido una hija con ella.

En V de Venganza la historia no da lugar al sarcasmo o cinismo, es una narración seria, podría pensarse, soviética. El in crescendo implica el pase de una lucha individual a una de mayorías. Sin esa mayoría, no hay revuelta posible.

Entonces, la película de Paul Thomas Anderson es buenísima, vale la pena por el trabajo de sus actores, todos ellos y por la filmación, los recursos técnicos para dictaminar al espectador cómo ver de las maneras más artísticas una escena. Su lectura del presente es magnífica. Sin embargo, esa mirada poco profunda o burlona de cómo se organiza un grupo de personas que pretenden dar fin a injusticias muy reales y dolorosas es lo que deja ese sabor de inverosimilitud o de amargura.

James McTeigue llega a V de venganza después de ser parte de la creación de Matrix, un fenómeno distópico, filosófico que cargaba sobre la humanidad los peores temores del existencialismo. Entre la lógica de la revolución francesa y la rusa, el personaje principal del largometraje "V de.." entrena a una joven de una manera cruenta, con la que intenta medir su lealtad y capacidad.

En este caso todo ocurre en el Reino Unido, sin que sea muy clara la contemporaneidad de los sucesos, pero el enemigo es el fascismo.

El romance de ellos (John Hurt y Natalie Portman) y la pregunta sobre si el fin justifica los medios, se puede dejar en segundo plano. Pero los espectadores pueden comprender y empatizar con lo que moviliza el estado de cosas y quiere que esa revolución triunfe, aunque el costo implique perder al líder, al Che Guevara con máscara.

La gente no debería temer a los gobernantes, los gobernantes deben temer a la gente”, apunta el protagonista en uno de los pasajes más potentes de la historia.


En esta película, en la que la lucha va creciendo como una orquesta compuesta por Antonio Vivaldi, hay una épica optimista. En la historia estadounidense, las luchas solo parecen calmar consciencias y egos.

Claro que “Una batalla…” nace luego de que la sociedad haya sido entrenada a base de bullying, memes, haters y el premio a los más cínicos en las redes sociales. V de Venganza solo lidiaba con los primeros ensayos de Mark Zuckerberg.

La elección musical: un empate

Mc Teigue fue a lo seguro y realzó una apuesta implacable para musicalizar su historia de heroísmo, drama y batalla. El tema emblema del film es “Obertura 1812” del ruso Piotr Ilich Tchaikovski. Sin embargo, también incorporó piezas del universo indie como “I found a reason” interpretada por Cat Power y “Bird Guhrl” de Antony and the Johnsons. También es inolvidable la escucha de “Street fighting man” de The Rolling Stones, mientras pasan los créditos.

Paul Thomas Anderson, apela también a una jugada precisa y deja la musicalización en manos de Jonathan Richard Guy Greenwood, músico multinstrumentalista y compositor británico, integrante de Radiohead.

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El toque Greenwood pincela y potencia las escenas. El enclave musical que provoca un desborde emocional en el público es cuando suena un rescate emotivo en un punto crítico del largometraje en el que acontece una traición: "Dirty Work" de Steely Dan, ¿querían algo más estadounidense?

En definitiva, ambas son grandes películas y por eso amerita pensarlas, desglosarlas, compartir impresiones. Nadie habrá perdido tiempo de su vida viéndolas (la de Anderson dura dos horas cuarenta y la de MC Teigue dos horas y diez). Ambas tienen sus marcas de autor y de nacionalidad y, como toda obra de arte, abren perspectivas sobre los carriles que atraviesa la sociedad en el momento en que se gestan. Ficciones que a veces dicen más de la realidad que los relatos de las noticias.

RB / EM