CULTURA

Viajes con el poeta nonagenario

La obra humana de Rubén incluye el mecenazgo de innumerables artistas, entre los que destaca la efigie de Alejandra Pizarnik.

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Los poetas Rubén Vela y Mabel Fontau. | Mabel Fontau.

Conocí al Embajador Rubén Vela hace dos décadas.

Rubén fue concebido en Santa Fe en 1927.

Poeta, ensayista y critico de arte, ingresó en la carrera diplomática luego de licenciarse en la Universidad del Salvador. Representó a la Argentina en Brasil, España, Bolivia, Corea, Zaire, Costa Rica y ante la UNESCO, así como miembro del Consejo Asesor del Instituto del Servicio Exterior de la Nación.

Conferencista de Mundo, Rubén fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores y cofundador de la Fundación Argentina para la Poesía; consejero y vicepresidente de la Fundación El Libro; miembro de la Comisión Internacional del Mediterráneo, de la Asociación Argentina e Internacional de Críticos de Arte, del PEN Club do Brasil, miembro correspondiente Cultural de la Academia de Bellas Artes de Brasil.

También fue distinguido con el Primer Premio de la C.A.B.A., Medalla de Oro de la Provincia de Santa Fe, Premio Internacional PEN Club do Brasil, Primera Mención Premio Nacional de Literatura, Faja de Honor de la SADE, Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía… Entre otros.

La obra poética de Rubén incluye Introducción a los días, Escena del prisionero, El espejo, La caída, Canciones del Nuevo Mundo, La palabra en armas, Los secretos, Ocho poetas españoles, Poemas australes, Radiante América, Verano y Maneras de Luchar…

La obra humana de Rubén incluye el mecenazgo de innumerables artistas, entre los que destaca la efigie de Alejandra Pizarnik. Tal vez por su luminaria, tal vez por la singularidad de su persona… Valga destacar, asimismo, que Rubén es una persona singular.

En uno de nuestros primeros encuentros, a la hora del té, Rubén me regaló un señalador de la SADE con sus textos de Maneras de luchar y América. Hace dos décadas que Rubén, sus textos y un señalador son compañía en el viaje a la singularidad que me ha tocado en suerte.


 

Maneras de luchar


Que no me digan

que escriben simplemente,

que dicen el poema.

sin pensarlo siquiera.

Que él nace porque sí.


Es un arduo trabajo,

un oficio de herreros,

un hacer proletario.

Un cansancio que continuará mañana.


Que no me digan

que se hacen poemas sin sudores,

sin una larga y violenta jornada de trabajo.

Tengo las manos como las de un labriego,

duras, gastadas, llenas de poemas.     



América

“Esto es América”, me decían,

mostrándome las altas cordilleras,

el suicidio del sol sobre los trópicos,

los grandes ríos furiosos.

Sólo vi pies descalzos,

criaturas americanas

sobre el hambre y el frío

como frutos desnudos.

“Esto es América”. Sobre las tierras

indias del centro y del sur

vi desolación. Y, al borde,

las grandes ciudades opulentas, sólo

al borde...