A primera vista, Las cosas comunes retoma motivos y figuras que Sonia Scarabelli (Rosario, 1968) expuso en La felicidad de los animales, el libro donde reunió su poesía. Lucrecio y De rerum natura en los epígrafes, la casa y el vecindario circundante, las iluminaciones de un orden sagrado en los pájaros, la gata Miyako y la stapelia, flor “de apariencia cactácea, austera y nítida”, según la descripción de Yaki Setton, se presentan en el nuevo libro como en el anterior. Pero la reafirmación en los principios despliega ahora una reflexión que calibra los alcances de la propia poética.
Las cosas comunes consta de dos partes precedidas de un poema, “Interpósita”, que oficia de adelanto y advertencia. Scarabelli cita a Simone Weil, dice que comparte su aspiración de “quitar al yo del centro” para que la divinidad se encuentre sin obstáculos con la creación, “pero no,/ late mi corazón aquí”. Esta declaración no habilita el protagonismo del yo (“mío es una palabra que se me desarma en la boca”), sino la postura de un sujeto que quiere participar de ese diálogo entre lo terrenal y lo que lo trasciende.
Los pájaros sobrevuelan todo el libro: calandrias, torcazas, tacuaritas, cotorras, pechos amarillos, golondrinas. Se trata de apariciones que exigen una actitud del observador (u observadora), no la simple contemplación sino un reconocimiento necesario para compartir “el encuentro sin tropiezo/ que nos enfrenta brevemente/ y nos deja seguir nuestro camino”. En la escena entrevista al paso y sin querer hay un aprendizaje donde quien enseña es la presencia que se manifiesta.
El vuelo es percibido como baile, como abrazo, como anuncio. Scarabelli celebra en particular al benteveo, “el ave más audaz de esta comarca”, y en contraste plantea cierta ambigüedad ante el chimango, el ave de carroña que hace presente lo perecedero y la muerte. El poema que cierra el libro encuentra una figuración de poeta en la tórtola, criatura de vuelo bajo “que nunca ve el cielo” pero que en su aparente limitación conoce “lo que el ave mayor/ perdida en su gran viaje siempre ignora,/ y también/ lo que su ojo nunca alcanzará”.
Lo común de las cosas alude al mismo tiempo a lo cotidiano y a lo compartido, un orden de pequeños sucesos y presencias cuya constitución está mediada por la experiencia y por el afecto. Scarabelli descubre en las formas sencillas del mundo vegetal y animal la materia y el movimiento que anima al propio poema, que “llega de la nada” e interrumpe la sucesión del tiempo corriente como un llamado sutil, una insinuación.
“No quiero saber nada con la crueldad humana,/ con la ambición humana, con la avaricia humana./ Con el amor humano sí me quedo/ y el que va más allá/ abriéndose camino hacia las cosas”, escribe Scarabelli en “El poema de la autodeterminación”. Ese texto central en Las cosas comunes resuena sobre el trasfondo de brutalidad que avanza sobre la cultura argentina y contribuye a la resistencia con un programa personal, “lo que hasta el último momento intentaré”.
Las cosas comunes
Autora: Sonia Scarabelli
Género: poesía
Otras obras de la autora: Flores que prefieren abrirse sobre aguas oscuras; El arte de silbar; La felicidad de los animales. Poesía 2000-2021
Editorial: Bajo la Luna, $ 18.000