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El dia en que Drogba tuvo malaria

Didier Drogba acaba de anunciar su retiro del fútbol. No bien la noticia empezó a circular, los portales del mundo hurgaron en su vida y en su carrera.

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Didier Drogba acaba de anunciar su retiro del fútbol. No bien la noticia empezó a circular, los portales del mundo hurgaron en su vida y en su carrera: sus goles en el Chelsea, su liderazgo en la selección de Costa de Marfil y sus últimas perlas en la MLS yanqui. Algunos eligieron centrarse en lo que pasó el 8 de octubre de 2005, cuando después de clasificar a su país por primera vez en la historia a un Mundial, Drogba improvisó en el vestuario un discurso que se transmitió en vivo por la televisión nacional. Costa de Marfil festejaba por la clasificación, pero se desangraba en una guerra civil que ya acumulaba tres años. “Ciudadanos de Costa de Marfil del Norte, Sur, Este y Oeste, pedimos de rodillas que se perdonen los unos a los otros. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Dejen las armas y organicen elecciones libres”, dijo Drogba. Sería simplista decir que eso terminó con la guerra, pero ayudó. A tal punto que más tarde se lo reconoció la ONU al nombrarlo embajador de buena voluntad.

Sin embargo, la historia de cómo “Drogba detuvo una guerra civil” no nos interesa. Porque Drogba, años más tarde de ese episodio, protagonizó otro que sintetiza mejor el drama que viven a diario muchos países, especialmente los africanos: Drogba contrajo malaria. Claro, no estaba en una carpa sanitaria en los suburbios de Abiyán, entre mosquiteros de poliéster, niños muriéndose y médicos desbordados. Estaba en Londres, en su departamento, contrariado por una enfermedad que, según la Organización Mundial de la Salud, tuvo 212 millones de casos en 2015. “Al principio pensamos que era solo un virus, pero luego se comprobó que tengo malaria”, dijo el delantero de Costa de Marfil, uno de los países con mayor índice de infectados en el más infectado de los continentes.

Para Drogba, tener malaria resultó apenas una molestia. Lo trataron los médicos del poderoso Chelsea, le recetaron los medicamentos necesarios y listo: unos días después del anuncio, los diarios británicos ya lo daban como posible titular en la Premier League. No hubo sufrimiento ni temor a una muerte inesperada, algo que muchos de los niños que festejaban sus goles no entendían. La enfermedad que padeció Drogba no solo genera miles de víctimas por día en Africa; también provoca un laberinto económico para los países que no pueden librarse de esa condena. Un informe de la OMS detalla que el costo para combatir la malaria representa, en lugares como Tanzania, cerca del 40% del gasto sanitario anual.

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No se equivocan los que definen la malaria como la enfermedad de los pobres. El medicamento para eliminar sus síntomas tiene un valor aproximado de 2,5 dólares. Se llama Artemisinin ACTs y algunos lo consideran una salvación, pero pocos parecen conocer que resulta inaccesible para la mayoría de los enfermos, especialmente para los habitantes de Burundi, Congo o Liberia, naciones en que la gente intentar vivir con menos de un dólar diario. A Drogba, que cobraba por minuto lo que muchos africanos no ganarán en su vida, el Artemisinin ACTs le permitió volver a entrenarse rápidamente.