Pagaron mucho más de lo que pensaba”. La frase podría ser actual, pero no. Va de pasado a presente y de presente a pasado: como un loop. Porque el que la dice es Neymar Senior, el padre del Neymar que en estos días es noticia a nivel mundial. Pero el hombre no habla de su hijo, sino de él: de cuando el União de Mogi lo fichó, en 1989, por sus gambetas y su velocidad. El año pasado, la deliciosa revista Don Julio recordó que el padre también tiene su historia de futbolista: jugó en el Ascenso brasileño hasta que un accidente con su auto, en 1992, lo dejó malherido: nunca más volvió a jugar igual y su carrera, como pasa con tantas otras, se diluyó en la intrascendencia.
La cara de Neymar Senior, o la de Seu Neymar, como lo llaman en Brasil, salió publicada en los últimos días en portales y diarios de todo el mundo, pero no como soñaba cuando gambeteaba en la cancha del União de Mogi: ahora lo describen como “el dueño de la máquina de hacer billetes”, o el hombre que “exprime” al genio que acaba de pasar del Barcelona al Paris Saint Germain por una cifra tan inédita como obscena: 263 millones de dólares. Doscientos sesenta y tres maletines llenos de dólares. O tres veces la montaña de dinero que escondía en una baulera Walter White, el protagonista de la serie Breaking Bad.
Aunque el jugador intentó desligarlo de la decisión con una carta abierta –“Por segunda vez en mi vida le llevaré la contra a mi papá. Entiendo y respeto tu opinión, pero mi decisión está tomada, te pido que me apoyes como siempre lo has hecho”, relató en un video de despedida–, los medios en España y el propio Barcelona denunciaron que el padre –que además es el representante desde el inicio de la carrera del crack paulista– fue el que motorizó su salida del Barça. Incluso, que las idas y vueltas de las últimas semanas tenían como fin cobrar la comisión de 26 millones que le correspondía por haber prorrogado el contrato con el club blaugrana el año pasado. Barcelona ya anunció que no la pagará.
Haz lo que yo digo. Las frases van y vienen. Se chocan y se rozan. “El muchacho sólo tiene que preocuparse de jugar fútbol. Del resto me encargo yo”, dicen que dijo Seu Neymar en 2009, cuando su hijo firmó su primer contrato profesional con el Santos y empezaba a alumbrar un fútbol brasileño en crisis de creatividad. El diario español El Mundo asegura, en cambio, que la frase que repite en cada negociación con dirigentes y empresarios es otra. “Mi hijo tiene la última palabra”, dicen que dice, aunque eso sólo sea una mera cuestión protocolar y los contratos o proyectos ya estén acordados.
De lo que no hay dudas es de lo que declaró él, el propio Seu Neymar, delante de cámaras o de un micrófono. “Yo merezco un premio de marketing por la gestión de la carrera de mi hijo”, le contestó el año pasado a un periodista que le había cuestionado algunas de sus maniobras financieras. Porque dudas sobre sus maniobras hay muchas: una de ellas proviene del fondo de inversión brasileño DIS, que representó en los últimos años a varios futbolistas de Sudamérica y participó en el también turbulento pase de Neymar al Barcelona en 2013, hoy investigado por el fisco español por sospechas de fraude. El dueño de DIS, Delcir Sonda, que tenía el 40% de los derechos federativos del delantero hasta 2013, acusó a Seu Neymar de “traición”. Cree que, en complicidad con el Barcelona, el representante del jugador le ocultó el verdadero precio de la transferencia para reducir su comisión. “Fui traicionado por Neymar, por su padre y por su madre. Decidieron pagar por debajo de la mesa para violar un contrato. Neymar no puede ser un ejemplo para nuestros hijos”, remarcó Sonda en marzo de este año. Evidentemente, los hijos franceses no escucharon a Sonda: ayer se vendieron en Francia 10 mil camisetas del PSG. En todas decía Neymar.