En terapia intensiva. Con respirador artificial. En la cornisa. Con la soga al cuello. Todos los lugares comunes y las frases hechas sobre esta selección se dijeron y se escribieron al por mayor. Están gastadas de tanto uso, en buena medida porque en el último tiempo Argentina obliga a eso: al intento denodado por explicar algo difícil de explicar. Con distintos técnicos, distintos jugadores y en distintos escenarios, el equipo nacional se acostumbró a sacar cuentas y a sufrir por la mediocridad de su juego y sus resultados. De esa manera llega hoy al tercer partido del Grupo B de esta Copa América de Brasil: con la obligación de ganar –un empate lo deja eliminado– para entrar nuevamente por la ventana (otro lugar común) como en las Eliminatorias en 2017 y en la fase de grupos del Mundial de Rusia. Enfrente estará Qatar, un rival acorde para este cuadro de actualidad surrealista.
“Sería una locura que no podamos pasar del grupo cuando son tres los que pasan prácticamente”, reconoció Messi tras el empate 1-1 que Argentina firmó ante Paraguay el miércoles en la segunda fecha. El mal momento de la Selección hizo volver a Messi a sus orígenes, cuando jugaba en cinco equipos diferentes de Barcelona, antes de su debut profesional. “Lo hacían jugar en el equipo que necesitaba ganar”, le dijo el fisioterapeuta Juanjo Brau a Guillem Balagué, el autor de la biografía de Messi. Messi estaba en el Juvenil A, en el Juvenil B o donde lo disponía el club.
Ahora juega en la selección argentina, pero una selección que no tiene identidad y que cambia todo el tiempo (en sus 11 partidos dirigidos, Scaloni presentó 11 formaciones diferentes). Messi, obvio, siempre está, pero a diferencia de lo que sucedía en el Barça, ahora no puede hacer ganar siempre a su equipo. Lo hizo en Quito contra Ecuador en octubre de 2017, pero no pudo hacerlo en Rusia y tampoco en lo que va de Brasil.
Quizás hoy, la messidependencia quede otra vez demostrada. Por esa razón, el entrenador –que ayer en conferencia no quiso comunicar el equipo– apostaría por acompañar al crack rosarino con dos delanteros de área: Sergio Agüero y Lautaro Martínez, mientras que para compensar en la mitad de la cancha pondría a Marcos Acuña por la izquierda junto a Leandro Paredes y Giovani Lo Celso. Nada está confirmado, pero esa es la presunción general basada en los entrenamientos de estos días.
“Antes de empezar la Copa dijimos que esta selección era muy joven, que muchos jugadores iban a participar por primera vez de un torneo internacional y que no iba a ser fácil no solo porque es un equipo con muchas caras nuevas sino por los rivales”, comentó ayer Scaloni.
Entre tanta mala, ayer el plantel recibió una buena noticia: la goleada de Brasil a Perú le mejoró la perspectiva. Un triunfo ante Qatar aseguraría la clasificación de Argentina porque igualaría en puntos a Perú (que quedó tercero del grupo A) pero con una mejor diferencia de gol. Habrá que esperar el resultado de Paraguay contra Colombia para ver cómo queda en este grupo B: si segunda o tercera. De eso depende el rival de cuartos de final.
Pero primero habrá que ganar, algo que para Argentina cada vez es más difícil. El rival es Qatar, a priori el más débil de la zona. “Yo soy de respetar a todos los rivales y en este contexto tenemos que respetarlo mucho más por todo lo que está en juego”, reconoció el DT. Porque el miedo escénico del que alguna vez habló Valdano existe. Y hoy, en el Arena do Gremio de Porto Alegre, para Argentina podría ser fatal.