DEPORTES
AGROPECUARIO

El milagro del fútbol bancado

Subió a la primera B nacional con el respaldo sojero de los Grobocopatel. Otro club que se sostiene gracias a la inyeccion de fondos externos. El riesgo de lo efímero.

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Precoces. El club de Carlos Casares es el más joven de todos los que disputan la segunda categoría del fútbol argentino. | telam

El histórico ascenso al Nacional B obtenido por el Club Agropecuario Argentino, de Carlos Casares, demuestra una vez más que el fútbol fue, es y seguirá siendo un irresistible atractivo tanto para políticos como para empresarios en sus intentos de ganar espacios, y tal vez algo de fama, a la vez que la principal fuente de ingreso para el sustento de muchos clubes, especialmente del ascenso, que de otra manera no podrían subsistir.

En el caso del Sojero, tal como se conoce a Agropecuario, su mesías es el empresario agrario Bernardo Grobocopatel, primo y ahijado de Gustavo, el Rey de la Soja, quien lo fundó y lo preside desde el 23 de agosto de 2011. Los resultados de sus importantes aportes económicos no tardaron en reflejarse en la cancha: con sólo seis temporadas, el equipo no paró de ganar campeonatos y ascender de categorías: en 2015 militaba en el Federal C, el año pasado subió del Federal B al A, y ahora acaba de conseguir el soñado ascenso a la segunda categoría del fútbol argentino, convirtiéndose en el equipo más joven en la historia que jugará en esa divisional. “Hay empresarios que están en el fútbol y van a la política. A mí no me interesa”, afirma Bernardo, tratando de despegarse de muchos pares que marchan a contramano.

La mayoría de las entidades afiliadas a la AFA pueden sobrevivir gracias al aporte de sus adinerados padrinos. Para muestra bastan apenas un par de ejemplos: mientras el presidente de Huracán y tesorero de la AFA, Alejandro Miguel Nadur, es un reconocido empresario del rubro automotor, el abogado Víctor Stinfale, dueño de varios boliches y marcas de bebidas, gerencia Deportivo Riestra, que logró ascender de la D a la B en dos temporadas. Por su parte, el vicepresidente de Atlanta, Alejandro Korz, es uno de los máximos ejecutivos del Banco Credicoop, y Fernando Leiró, dueño de la firma Artes Gráficas Modernas SA, es el mandamás de San Telmo, bajo cuya presidencia regresó a la B Metropolitana tras dos años en la C.

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Lo cierto es que, de no contar con la ayuda de estos mecenas, el presente de estos clubes, como el de muchos otros, sería muy distinto. O no existirían.


LOMA NEGRA, EL CLUB DE AMALITA

El Club Social y Deportivo Loma Negra de Olavarría, que tuvo su apogeo entre 1981 y 1983, cuando jugó en Primera División, fue uno de los primeros que contaron con la ayuda económica de un mesías: la multimillonaria empresaria Amalita Fortabat, por entonces dueña de la cementera Loma Negra. Mientras aportó importantes cifras de dinero, el equipo respondía con muy buenos resultados deportivos: todos hablaban del equipo sensación, que en 1981 le ganó a Ferro, Talleres de Córdoba y San Martín de Tucumán y empató uno de los partidos que disputó con River. Pero, como en todo cuento de hadas, cuando el romance se terminó y la empresaria retiró su apoyo económico, la institución entró en una debacle deportivo-financiera que la llevó a tener que regresar a jugar en la liga local que, por supuesto, es amateur.