Se fue el primer partido del año para Los Pumas. De un 2013 que tiene otra vez una exigencia mayúscula. En la previa, en los pronósticos, en las charlas, se encontraban diferencias en los objetivos para este primer compromiso. Algunos querían arrancar al año jugando bien, y con eso alcanzaba. Otros querían que la fiesta fuese completa y además del buen juego le agregaban el “ganar” a ese combo. Y otros, sólo con la victoria entre ceja y ceja; el “cómo”, no había mucho tiempo para trabajarlo…
Los Pumas se encontraron con un primer tiempo fuera de foco. Sin reacción, sin ejecución, sin argumentos. Pero no fue sólo producto de lo poco y desajustado de su juego y sus intenciones, sino por todo lo que sí hizo Inglaterra con cada pelota. Y para eso contó con Ben Morgan. Lo realizado por el número ocho fue magistral: abrió huecos en la defensa, avanzó metros, hizo jugar y apareció por cuanto lugar posible hubo para pasar. Una pesadilla para una defensa argentina vulnerable, inactiva.
Todo fue inglés en esa primera etapa que dejó un saldo negativo alarmante. El fantasma de lo que pasó en Irlanda en el último test de 2012 se hizo carne por imperfecciones propias y buenas ejecuciones de la visita que jugó con espacios, tiempo y claridad. Un 25 a 3 con malos presagios.
Como una premonición, todo lo malo de un equipo que no encontró nunca su comodidad en el campo, que jamás encontró ensamble de juego, que tuvo muchísimas imprecisiones en las formaciones… todo lo ocurrido en ese fatídico primer parcial, no tuvo la reacción argentina esperada; e Inglaterra, que ya se había floreado a más no poder en esa primera mitad, consideró que ya estaba bien y dejó que los argentinos hicieran el gasto. El complemento pasó sin pena ni gloria. El postrero try de Vunipola con el tiempo cumplido fue el sello al veredicto del juez, que ya había dado su sentencia cuarenta minutos antes.
Con dos equipos que se enfrentaban sin el ciento por ciento de sus armas (ingleses en los British & Irish Lions, Pumas de vacaciones antes del Championship), el choque hacía prever que no habría lujos; que si el objetivo de alguien en Salta era “llenarse los ojos de rugby”, tal vez no haya elegido el partido indicado.
Sonó sólo una música en Salta y fue la inglesa. Sonó Deep Purple.