El primer Mundial desarrollado en continente africano dejó por encima de todo la incuestionable e inédita consagración de España como campeón. Una muy buena noticia para el juego. No hubo muchas más y sí demasiado por discutir. Mientras se iban sucediendo los partidos tuve la sensación de que son demasiados los equipos que están demás, que el buen juego es por estos tiempos virtud de muy pocos y que el espectáculo y la sobrecargada lucha mediática siguen gozando de muy buena salud.