DEPORTES
EL FTBOL EN UNA ENCRUCIJADA

Grondona y los “derechos y admisores”

La filosofía del "todo pasa" ¿llegará a su fin?

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Si los ecos de Misiones llegaran a golpear la puerta de la AFA se llevarían un buen susto: encontrarían a un hombre que supo entronizarse en un sillón de mando como pocos lo hicieron en los últimos años y aferrándose a una reelección indefinida como muchos aspirarían.

Con 27 años en la presidencia de la AFA, Julio Humberto Grondona, puede ser considerado sin temor a error como uno de los últimos funcionarios de la dictadura militar. De la larga mano castrense llegó a la calle Viamonte y supo reacomodarse en tiempos democráticos sin importar los sellos que gobiernen.

Un fútbol que parece incontrolable debería poner en el ojo de la tormenta a su máximo responsable pero, como sostiene Raúl Gámez, pocos dirigentes se atreven a “Don Julio”, en muchos casos por cobardía, en otros, por complicidad. Así las cosas, Grondona se sienta en su sillón y mira con gesto adusto –temible- su anillo del todo pasa, casi una filosofía de vida que le viene al dedillo –valga el juego de palabras- en estos días en que las tribunas arden.

Resulta sencillo resumir las miserias del fútbol en personajes como Juan José Muñoz, pero el presidente de Gimnasia es apenas un árbol del oscuro bosque que se alimenta del fútbol. Hombres como Muñoz existen porque existe Grondona.

Mauricio Macri, haciéndose el distraído, deseó que Muñoz deje rápido el mundo de la pelota, pero no parece opinar lo mismo de Eduardo López, mandamás in eternum de Newell’s, con el que prefiere negociar jugadores. No vaya a ser cosa que el ruido que genera Muñoz haga que las miradas comiencen a correr hacia La Boca o Rosario.

El derecho de admisión podría ser aplicado sin problemas a varios dirigentes. Muñoz podría ser uno de ellos pero, en una parodia trucha de la propaganda militar, dice que él lo pide para sus barras: algo así como que en Gimnasia somos derechos y admisores. También se podría aplicar al presidente de Argentinos Juniors, Luis Segura, cuyos patovicas agredieron semanas atrás al periodista Gustavo Veiga.

El fútbol argentino se rige por una política muy parecida a la nacional. Nadie paga el costo cuando batatas y matones hacen de las suyas en hospitales u homenajes mortuorios. Es el todo pasa de Alberto Fernández y Hugo Moyano.

Son demasiados los intereses que sostienen a Grondona en la AFA, aunque quizás comience a encontrar su final si no puede controlar los negocios de la televisión, la que debe estar bastante nerviosa con la idea de la suspensión del fútbol. La muñeca del ferretero de Sarandí deberá volver a moverse en forma sigilosa, como desde hace 27 años, para que el anillo no se caiga.