DEPORTES
MARIANO ELIZONDO

“Habría que dar el debate sobre las sociedades anónimas”

El presidente de la superliga explica el “cambio cultural” en la dirigencia, apoya la televisación privada y asegura que este modelo va en contra de la hegemonía Boca-River.

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La Superliga prepara un laboratorio estadístico, con datos de cada jugador y cada equipo. | Piemonte

Si antes el fútbol argentino se cocinaba en la estación de servicio que Julio Grondona tenía en Crucecita, desde hace casi un año, con la creación de la Superliga, los dirigentes que negociaban en ese cuarto sin luz de la Esso –o en la ferretería de Sarandí– debieron acostumbrarse a pedir y consensuar en un piso moderno de Puerto Madero, con oficinas más parecidas a las de Silicon Valley que a los despachos desprolijos que cobijaban al Co-Conspirador #1, el seudónimo póstumo que le dio la investigación del Fifagate al patriarca que gobernó la AFA durante 35 años.

En esas oficinas blancas y modernas de Puerto Madero, el nuevo escenario real y simbólico del torneo de Primera, Mariano Elizondo recibe todos los días los pedidos, las demandas y las preguntas de los 28 clubes, que desde agosto serán 26. Elizondo es el presidente de la Superliga y reconoce que su estilo es muy diferente al del viejo caudillo. “Es cierto que cambiaron las formas, pero los dirigentes, por lo que dicen acá, están conformes”, cuenta. Es el responsable de llevar adelante una estructura independiente de la AFA que se financia a través de ingresos por los derechos televisivos, sponsors y nuevas ideas, como la creación de una e-league oficial para PlayStation.

—¿Qué balance hacés de esta primera Superliga?

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—Muy bueno. Si vemos cómo estaba el fútbol argentino hace un año y cómo está hoy, hay muchos cambios positivos. Algunos se ven, otros no tanto. Hace un año el fútbol estaba parado porque no se les pagaba el salario a los jugadores, hoy eso se controla y todos los meses los clubes presentan una declaración jurada. Hace un tiempo se decía que el fixture estaba muy desorganizado y ningún club sabía cuándo jugaba. Nosotros el 27 de diciembre anunciamos el calendario de este semestre, y de 212 partidos, cumplimos más del 95%. Y los que no se cumplieron fueron por factores externos a la Superliga. En este torneo se empezó a repartir dinero de sponsoreo a los clubes por primera vez en la historia: antes solo se les repartía el dinero de los derechos de TV, que por supuesto se sigue repartiendo.

—¿Cómo es tu trabajo diario?

—Tengo dos roles. Uno de gestión interna de Superliga, tratando de generar recursos de sponsoreo, armar el calendario, tratando de generar una industria del fútbol más grande. Y otro es más político: acá todos los martes hay reunión de mesa directiva, compuesta por dirigentes que nos juntamos para tratar temas operativos de la Superliga. Y cada 15 días, nos juntamos los 28 dirigentes –ahora serán 26– para definir el reparto del dinero, aprobación de sponsors, contratos para aprobar, negociación con la TV.

—Ahí serías algo así como el nuevo Grondona.

—El método no es el mismo. Pero sí: en esas reuniones, yo como presidente voy exponiendo los distintos temas a tratar. Algunos temas son de gestión, cómo queremos que sea el nuevo torneo, o si vamos a armar otra copa. Son temas políticos de la industria, de cómo queremos avanzar con la Superliga.

—Muchos dirigentes vienen de otra época, muy distinta a esta. ¿Qué dicen?

—Cambiaron las formas. Por lo que dicen acá, están conformes. Es una etapa de mucho diálogo y consenso. También es un cambio cultural, y como en todo cambio, algunos se adaptan más rápido que otros. No hay ningún dirigente que se esté quejando por este nuevo modelo. A mí me toca ser presidente, pero no es que lo que se hace lo hago yo, sino toda la Superliga.

—El presidente de la Liga española, Javier Tebas, fue uno de los asesores de la Superliga. ¿Por qué aquí no se caería en la hegemonía Barça-Real / Boca-River?

—El fútbol argentino es mucho más parejo y algunas de las cosas que nosotros tomamos para resguardo, para que eso no suceda, tienen que ver con el sistema de reparto, y una limitante para que el club que más gane no pueda ganar más de 2,2 veces del que menos gana. Estamos lejísimos del reparto español. Acá el reparto es mucho más solidario.

—Algunos dirigentes aseguraban que la Superliga venía para engrosar la brecha entre grandes y chicos.

—No es así. Y en la práctica no es así desde el momento en cómo se reparte el dinero. Esa idea puertas adentro, en las reuniones de comité ejecutivo, no existe. Creo que tampoco es una discusión en la AFA. Pero cuando armamos el estatuto de la Superliga y pusimos un limitante, creo que se terminó.

—Existe un plan para modernizar estadios y varios dirigentes reconocen que quieren copiar el modelo inglés. La alarma es que allí eso derivó en una elitización del fútbol.

—No creo que suceda porque el fútbol en Argentina es muy popular. Sí creo que tenemos que trabajar con los clubes para darle mejores condiciones a la gente que va a la cancha. Eso no implica elitizar el fútbol. Es dar mejores servicios. Hoy tenemos estadios viejos y en algunos las condiciones no son las mejores. Tenemos que trabajar con tecnología, sistemas, servicios. Creo que al hincha le podemos dar eso, porque se lo dan en otros lados del mundo: en Inglaterra están por inaugurar un estadio donde prácticamente no existe el molinete y los hinchas pueden entrar por reconocimiento facial. En Inglaterra o Alemania, las canchas tienen un 95% de ocupación. Más allá del juego, el espectáculo te cierra. Acá es posible: hay que darle tiempo, es un cambio cultural. Para eso hay que invertir dinero.

—En la próxima Superliga funcionarán las licencias. ¿Qué hubiese pasado si hubieran estado en el último torneo?

—Probablemente, algún equipo no hubiese podido jugar porque no estaba al día con su plantel. Los clubes hicieron en este tiempo un esfuerzo muy grande. En estos días vence el plazo y somos optimistas de que todos puedan cumplir con la información que les estamos requiriendo. Creo que todos, o casi todos, lo harán.

—¿Y qué pasa si no cumplen?

—Hay un comité de licencias, integrado por cinco personas que no están vinculadas a ningún club ni a la Superliga, como un Poder Judicial, que tendrá que evaluar qué cumplieron y qué no cumplieron, y de acuerdo a eso establecer sanciones.

—¿Es negocio el fútbol argentino?

—Sí. Hay que mirar alrededor: hay periodistas, medios, canales, clubes que venden jugadores, gente que va a los estadios. Si no fuera un negocio, todo eso no existiría.

—¿Estás a favor de las sociedades anónimas deportivas?

—Por lo menos, habría que dar el debate y ver qué tipo de vínculo jurídico queremos con los clubes. Estoy convencido de que no importa la relación jurídica pero sí la gestión. Hay clubes que pueden ser SA y ser un fracaso estrepitoso, y otros pueden ser asociaciones civiles sin fines de lucro y estar muy bien gestionados. O a la inversa. La figura jurídica no te garantiza nada. Otro punto es que si existiera esa posibilidad, los que van a elegir son los socios. En Argentina, para que pase eso antes tiene que haber muchos cambios: presentar y aprobar leyes nacionales, cambiar estatutos de AFA, de Superliga.

—¿A la Superliga le conviene la televisación paga o abierta?

—Si la televisación no fuera premium, probablemente el pago del canon sería menor, con lo cual habría menos dinero para repartir entre los clubes. Ahí habría que elegir entre dos modelos.

—¿Estabas a favor en su momento del Fútbol para Todos?

—Creo que es injusto que mi viejo pague el FpT cuando toma un café en el bar con sus amigos. En todo caso, si mi viejo quería ver fútbol, puede pagarlo o no ahora con el abono que se le cobra. Se generó una discusión en Argentina que entiendo estuvo mal planteada, o muy bien planteada, según dónde te quieras parar, pero el FpT no terminó siendo gratuito. El fútbol lo pagaba el Estado, y el financiamiento genuino que tiene el Estado es a través de impuestos. Por eso no era gratis. Es más saludable que el fútbol lo pague quien lo quiera ver, y no que lo tenga que pagar todo el mundo.

—El Gobierno tuvo una participación activa en la intervención de la AFA y en la llegada de Fox-Turner. ¿Pasa lo mismo con la Superliga?

—Nunca nadie del Gobierno me llamó para decirme una u otra cosa. En estos 11 meses de vida de la Superliga, no hubo ningún tipo de intromisión de la Rosada.