DEPORTES
los recorridos de independiente y newell's

Irse a la banquina o llegar a la playa, los destinos finales de una misma ruta

Empezaron la temporada igualados en el promedio y un año después uno pena por su descenso y el otro es campeón. Los porqués, en el pasado. Galería de fotos

Cara y ceca. El más campeón de la Libertadores entrará en una dimensión desconocida. En el Parque de la Independencia, esta tarde se celebrará el triunfo de un estilo.
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Ernesto Farías encarna la metáfora perfecta. Es el hombre que está por patear el penal de Independiente, que empata 1 a 1 con Newell’s. No es un partido cualquiera; es el primero del Torneo Final, pero esa es la capa superficial que recubre una realidad más profunda. En el arranque de la temporada, los dos equipos compartían la angustia de tapizar el piso de la tabla de los promedios. Hasta que Newell’s, la estructura/el nuevo orden/la vuelta de jugadores consagrados, despegó; en el primer torneo hizo 19 puntos más que Independiente.

Farías no puede razonar ahora que su equipo es la antítesis; está por ejecutar un penal y eso se impone a un análisis que arrojaría que la gestión de Julio Comparada dejó a un club, el Rojo, en rojo, que la nueva dirigencia apostó por jugadores por encima de los 30 años, como él, que la cancha está llena pero no tanto, porque una tribuna es el símbolo de la desidia; es la no terminación. El nueve, más que la importancia de llamarse Ernesto, tiene la responsabilidad mayor de poner en ventaja a su equipo a dieciséis minutos del final de un partido que está por marcar –tampoco lo sabe el pateador– dos historias antagónicas: la de un equipo que empezó a salir campeón mucho antes que esta tarde lluviosa y otro que se irá al descenso no por el penal que él va a fallar, ni por los siguientes goles de Scocco y Pablo Pérez que le darán el triunfo a Newell’s 3 a 1 en Avellaneda.

Pocas veces un monstruo de dos cabezas se representó tan exacto en un partido o en dos equipos; Independiente y Newell’s se tiraron al vacío de la mano, juntos. El Rojo cayó directo, sin redes de contención. El conjunto rosarino, en cambio, logró remontar vuelo (hasta antes de jugarse esta última fecha estaba 36 puntos por encima de Independiente), ganar un torneo y posicionarse para lo inédito: conquistar, también, la Copa Libertadores. Si lo logra, será el primer equipo argentino en conseguir los dos títulos en el mismo semestre. La tragedia griega del Rojo podría enfocarse en su goleador, que no sólo erra este penal; fallará cuanta ocasión se le presente en el torneo y terminará con su cuenta personal en cero. El hombre que Independiente eligió como su gladiador del área, como el eventual héroe, jugó nueve partidos y no hizo goles. Ninguno. Newell’s, lo otro, es el más goleador, con cuarenta tantos y todavía un partido por jugar. El que hoy le permitirá celebrar el título ganado.

Al derecho y al revés. Newell’s buscó un estilo; Independiente, parches. Newell’s se reinventó; se volvió a crear a sí mismo. La cara elegida fue la del entrenador que como futbolista más veces vistió la camiseta roja y negra. Y como DT, el que mejor entendió el legado de Marcelo Bielsa. Tata Martino tenía un plan que ejecutó con intérpretes que también asumieron su identidad como jugadores de la casa: siete de los titulares (Guzmán, Heinze, Pablo Pérez Bernardi, Tonso, Scocco y Maxi Rodríguez) surgieron de las inferiores del club rosarino. Incluso Heinze, Scocco y Rodríguez resignaron plata de sus contratos para jugar en su lugar en el mundo. “Los jugadores actuaron por algo más que el incentivo económico. Vinieron por la gloria”, señaló Guillermo Lorente.

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El presidente de Newell’s tampoco es un hombre cualquiera. Es el sucesor de Eduardo López, que fue electo en 1994 y se quedó 14 años en el sillón presidencial. Cuando hinchas autoconvocados y diferentes grupos opositores lograron desterrarlo, el club era la ruina. “Newell’s es un club de fútbol; el tenis, el básquet, eso no sirve para nada”, repetía López. A partir de 2008, empezó un camino de reconstrucción. Para muchos hinchas de Newell’s, recién entonces se pudo pensar en la posibilidad real de un título como consecuencia de una idea.En la última temporada, Newell’s e Independiente sólo empataron en el promedio de edad de sus planteles: 26,4 años. El Rojo perdió en el resto del mano a mano. El actual torneo es apenas la muestra gratis de dos procesos que se evidenciaron con una vuelta olímpica y un descenso. Dos finales extremos que empezaron a escribirse cuando Farías ni siquiera había acomodado la pelota.

 

Scocco, el bicampeón

Los números de Scocco son demoledores. Sin embargo, el hombre que antes del inicio de la última fecha del campeonato es el máximo goleador impresiona más por las formas que por las marcas. Newell’s recuperó al delantero imposible: un jugador primera clase como no sobran en el fútbol argentino. El hombre que en 42 partidos anotó 36 goles sedujo a Alejandro Sabella, que cuenta para la Selcción argentina con el póquer Messi, Higuain, Kun Agüero, Di María. Y sabe que, si necesita mirar hacia adentro, en Rosario tiene a uno que no desentona con el cuarteto.

Martino redescubrió al jugador que se había ido del club en 2006 a los Pumas de México, puntapié de salida de un recorrido que tocaría otros dos continentes: después pasó por AEK de Grecia y por el poco competitivo Al Ain de Emiratos Arabes Unidos. Nacho volvió mejorado: su colección de goles es también un manual de estilo de la definición, ideal para editar y pasárselo a los chicos que quieren aprender los secretos del área.

En la semana, después de la consagración, se jactó ante sus compañeros de ser “el único bicampeón del plantel”. Es que Scocco formó la dupla de ataque con Borghello en el Newell’s de Tolo Gallego que ganó el Apertura 2004, el anterior al que hoy se celebra en el Parque Independencia. Entonces tenía 19 años y era un proyecto. Hoy, pura realidad, sueña con más: ganar la Libertadores, una posibilidad latente.

Tan presente tiene Martino esa chance que hoy guardará a su goleador: Scocco sólo entrará a la cancha antes del partido. Después, lo vivirá como lo que es: un hincha más.