Finalmente, lo que creíamos que iba a pasar pasó. Pasó de un modo distinto al que creíamos. Pasó con cierta dignidad con la que no contábamos. No como para decir “héroes igual” ni nada parecido. Pero pasó con tres goles a favor. Pasó con un Mascherano de nobleza y enjundia intactas. Pasó con un Di María enchufado, transformado en Leopoldo Jacinto Luque y clavándola en un ángulo desde 35 metros, 40 años después y también contra Francia. Eso sí, pasó con un Messi deslucido.
Es difícil tomar decisiones apresuradas. Veo en un panel de gritones de TyC Sports que dicen (gritan) que la renovación no puede venir de la mano de Sampaoli. Y aunque en principio coincido, por instinto tomo distancia. Un instinto que me lleva a hacer todo lo contrario de lo que cacarea ese “periodismo periodismo”. Lo que sea, eh. Que no digan que les gusta el asado porque me hago vegano.
Cuando se habla de renovación total, de cambio de época, de fin de ciclo, ¿eso implica también a quienes hablan de fútbol? Porque debería. ¿O no hay un cierto periodismo lobista que es la contracara perfecta de este desastre? O la misma cara. O lo mismo.
Padecemos día a día un periodismo que se presenta como provocador y portador de verdades aunque duelan. Pero en realidad no es más que el portavoz del conservadurismo más rancio y de la pacatería más vil. Un periodismo que, lejos de decir las cosas de frente, oculta la verdad.
Hoy nos dio una lección de fútbol un delantero que se perfila como una de las grandes figuras del fútbol mundial. Un fenómeno que jugó con la número 10 de Francia, que tiene 19 años y que se llama Kylian Mbappé. Sí, 19 años. No se entiende, entonces, cómo es que ningún periodista de esos autoproclamados provocadores salió a decir: “Hoy Argentina debutó con un pibe”. En un país serio las cosas se dicen de ese modo.
En la Argentina se ocultan verdades que están a la vista de todos. Y así el fútbol argentino nunca va a salir adelante. Por ejemplo, nadie habla de la conformación de la selección de Francia. Hace tiempo que futbolísticamente Francia es el resultado de las corrientes migratorias que la atraviesan. La selección campeona del mundo en 1998 parecía un Club Med. Un all inclusive con pelota y sobre césped.
Hoy el aporte africano en Francia es más grande que nunca. Incluso que en 1998. En ese sentido se ve claramente el trabajo serio y a largo plazo que encaran los franceses. La colonización francesa en Africa fue brutal. Incluyó masacres, violaciones, saqueos, destrucción, crímenes aberrantes. Pero gracias a eso, hoy Francia puede tener figuras para dos o tres mundiales más, como Ousmane Dembélé, Paul Pogba, N’Golo Kanté o el propio Mbappé.
Francia es un país serio. En la Argentina tenemos mucho que aprender de esta nación ejemplar, del Primer Mundo, donde todo funciona. Acá todo es improvisado. Tuvimos tres técnicos desde que se fue Alejandro Sabella, tras el Mundial de Brasil 2014. Tres técnicos elegidos por una AFA que tuvo una votación 38 a 38, cuando los miembros que votan son 75.
En Francia las cosas son bien distintas. Mientras los crímenes de lesa humanidad que cometen los franceses sirven para reforzar a su selección, en la Argentina las masacres no suman nada futbolísticamente. Nuestro país tuvo una política de exterminio contra mapuches, qom y otros pueblos originarios. ¿Alguien conoce a algún mapuche o algún qom que juegue para la Selección? No. Ninguno. No hay.
El problema no es Sampaoli. Podría decirse que el problema es de la AFA. Y sería una verdad, pero una verdad a medias. Porque el problema central es de un país. Un país cortoplacista, que no le dio el tiempo necesario al martinismo para que pudiera desarrollar su plan. Un país que le negó al bauzismo la posibilidad de echar raíces. Un país que amenaza con cortarle las alas al sampaolismo.
¿Quién vendrá ahora si se va Sampaoli? ¿El Cholo Simeone? ¿Marcelo Gallardo? ¿Ricardo Caruso Lombardi? ¿Leonardo Farinella? ¿Flavio Azzaro? Si el presente es incierto, mejor ni pensar en el futuro. Por lo pronto, el hombre de Casilda, el de los brazos tatuados con imágenes de Patricio Rey y Callejeros, está en la cuerda floja. Y en lo personal, siempre me gusta estar del lado de los débiles, de los caídos.
Ganó Francia. Nada para objetar. Jugó mejor, fue más contundente, entendió mejor el partido. Ganó Francia, perdió Argentina. Allez la France!
Perdió Argentina. Sampaoli ha caído. Y aunque no me caiga especialmente simpático ni mucho menos, me parece injusto hacerlo cargo de no haber podido resolver lo que nadie podía resolver. Encima, los carroñeros están de fiesta.
Ganó Francia. Perdió Argentina. Je Suis Sampaoli.
*Periodista, escritor y músico.