DEPORTES
el partido del morbo

Jugando tan mal, Racing no necesita ir a menos

Perdió 1-0 ante Quilmes y perjudicó a Independiente. Nada hizo pensar que se dejó ganar, fue suficiente apenas con mostrar el pobre nivel de las últimas fechas.

Un gol que vale oro. El uruguayo Cauteruccio festeja el 1-0, cuando iban apenas nueve minutos del primer tiempo. Con esta victoria, Quilmes consiguió un poco de oxígeno.
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Omar de Felippe estaba enojado en la previa del partido de anoche. Era, al menos, entendible lo que sentía el entrenador de Quilmes. Dijo: “Quieren hacerle ver al público que la única forma de que Quilmes gane es que Racing se tome un té de Lexotanil”. Era, lo que sostenía De Felippe, sencillo de argumentar: por lo pronto, Quilmes –aun con la soga al cuello y el fantasma de la B al acecho– estaba arriba de Racing en la tabla de posiciones de este Torneo Final. La cuestión, en definitiva, es que lo sigue estando, ya que Quilmes –que venía de caer 2-0 con Vélez– venció 1-0 a Racing, con gol del uruguayo Martín Cauteruccio, y le complicó todavía más la existencia a Independiente, el tercero en discordia en esta historia de valijas voladoras, jugadores sospechados de ir a menos y amenazas de muerte de la mismísima hinchada de Racing hacia sus jugadores.

En esta crónica no habrá denuncias ni, menos que menos, interpretaciones sobre un supuesto desgano de los futbolistas de Racing (sí previsible, por cierto, para las casas de apuestas, que sacaron este partido de sus grillas). No porque se sostenga que, en la Argentina, la pelota no se mancha. Para nada. Pero para denunciar –aunque a veces no parezca– hay que presentar pruebas. Racing no jugó como le pedía, por ejemplo, Claudio “Piojo” López: como si fuese un entrenamiento. Tampoco jugó a media máquina. Jugó, eso sí, muy mal. El equipo que dirige Luis Zubeldía dejó muchísimo que desear. Y por eso perdió.

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El Barcelona de Pep Guardiola o el Ajax que ganó la Liga de Campeones de Europa en 1995 –con Louis van Gaal de entrenador– ya demostraron que se puede jugar sin un nueve tipo tanque, sin una referencia fija en ataque. Eso, sin embargo, es una cosa, pero muy otra es lo que hizo Racing anoche: jugó sin delanteros pero los mediocampistas no se soltaron nunca. Ricardo Centurión podía dar fe: en una, desbordó, tiró el centro, pero en el área no había ni un jugador de Racing. De hecho, apenas si pateó al arco una vez el visitante en el primer tiempo: un remate de Rodrigo de Paul que se fue muy, pero muy desviado. Los estadígrafos, desesperados, pegan el grito para que se consigne que el futbolista con más goles entre los titulares que presentó anoche Zubeldía era... el defensor central Fernando Ortiz, con 27. No por nada, Racing tardó ¡67 minutos! en preocupar en serio a Emanuel Trípodi: disparo de Javier Campora, atajada de Trípodi, remate de Bruno Zuculini en el rebote, atajada, cual arquero de handball, de Trípodi.
Encima, Racing defendió muy mal también. Nada nuevo bajo el sol, para ser justos: Racing fue (en realidad, viene siendo) un equipo ciclotímico en lo que va de campeonato. Y Quilmes –que había manejado la pelota y jugado con paciencia, a la espera del espacio para, ahí sí, acelerar y herir– lo aprovechó: pase filtrado entre los centrales para Cauteruccio, que definió abajo, con precisión, desde el borde del área. Iban apenas nueve minutos del primer tiempo. Pero Racing no reaccionó. No se despertó. Desconectado Centurión con sus compañeros (y no por culpa de Centurión, por si acaso), Racing se diluía no bien cruzaba la mitad de la cancha. Dependía de alguno que otro arranque supersónico del propio Centurión, o de De Paul o de Fariña. Pero Quilmes jugó una final del mundo y desactivó sin problemas cualquier intento de ataque de su adversario (salvo, claro está, en la jugada de la doble atajada de Trípodi, que parecía, y discúlpese el lugar común, de otro partido, porque Racing no había hecho nada).
Tampoco es que Quilmes se convirtiera, de repente, en el Bayern Munich o en el Borussia Dortmund. No, no y no. Apenas si inquietó a Sebastián Saja. Pero intentó jugar. Claro que con todas sus limitaciones a cuestas, que vaya si las tiene (vamos: no es casualidad que esté donde esté, en el sótano de la bendita tabla de promedios). Pero así y todo, neutralizó a (esa versión desdibujada, apática de) Racing y le ganó bien. Para Independiente que lo miraba por TV.