El amateurismo, como se vio en la entrega anterior, no fue el ejemplo a seguir. El exceso de clubes y el progresivo interés que generaba el fútbol, especialmente en las clases populares, politizó cada vez más sus asociaciones. El entusiasmo generado por la medalla de Plata en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam en 1928 y el subcampeonato en el Mundial de Uruguay en 1930, coincidieron con el profesionalismo que comenzaba a oficializarse en todo el mundo. Así, nuestro fútbol, cumplía 40 años y empezaba a hablar de dinero y contratos, iniciaba una nueva era. Pero de similar estilo… Con mas turbulencias que estabilidad -como fueron esos años en el país todo-. Por distintos motivos casi tres decenas de presidentes pasaron en la AFA profesional y castellana, con más penas que gloria, hasta la llegada del señor del anillo con la sentencia egipcia del “todo pasa”… (menos él).