DEPORTES
Maradona vs. Riquelme

La guerra de los carteles (Capítulo II)

El primero duelo lo ganó Román, por lejos, en la cancha de Boca. Diego pasó esa tarde de Dios a vulgar traidor. El sábado va por la revancha.

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| CEDOC

Desde el entorno de Maradona aseguran que Diego ya dio órdenes para asegurarse el segundo round en "la guerra de los carteles" que, entre otras cosas más importantes, lo enfrenta por estas horas a Juan Román Riquelme. El escenario potencia el duelo de vanidades criollas entre los dos 10, ya que en el Monumental ninguno de los dos fue jamás bienvenido. Y allí, ante Venezuela y por las Eliminatorias del Mundial de Sudáfrica, Argentina jugará el sábado su primer partido oficial de la era Maradona.

El primer capítulo lo ganó, por lejos, el ídolo del Boca de este tiempo, el hombre que por lo que hace dentro de la cancha exaspera o lleva a la cima del placer. Que divide sin retorno las aguas de la estética y la táctica futboleras. Al revés de Maradona, a quien todos ungieron como el más grande por lo que hizo dentro de un estadio y sintieron piedad o desprecio por lo que supo andar fuera de ellos.

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En el primer partido en la Bombonera, a horas de la crítica de Maradona y de la renuncia de Riquelme, los carteles y la voz de la Doce abjuraron de anteriores lealtades y pleitesías al genio de la zurda. Como un Judas posmoderno, Diego pasó esa tarde de Dios a vulgar traidor. Las tribunas bramaron que el amor de ellos estaba con el morocho melancólico del trote cansino y los desplantes de adolescente.

El duelo de estos dos personajes que hablan de ellos mismos en tercera persona, distintos en el juego, casi un espejo como personas por su saga de caprichos y vanidades interminables, será como a los dos les gusta: al aire libre y por televisión. "En vivo y en directo": el apogeo de la riña mediática, que con esmero de divos malcriados y astucia de zorros entrenados ambos manejan a la perfección.

El público de la Selección, se acepta, no es el de todos los domingos. Las barras suelen estar ausentes o dispersas. Y Diego lo sabe. Lo sabe tanto que en su "comando táctico" secretean que nada de lo que pasó fue casual. Que Diego estudió cada una de sus palabras para dejar afuera a Riquelme sin echarlo. Y por eso, afirman, el guiño que le dio a Messi, más allá de la camiseta que use, y al público de la Selección.

De allí que dijera lo que dijo: "A Messi sólo le falta irse ovacionado del Monumental". Nadie lo percibió, pero fue su carta brava. Y Maradona quiere que ése sea el mazazo definitivo, el adiós sin pasaje de regreso a Riquelme.

Y hay quienes ya están dibujando en tela la revancha por la afrenta de la Bombonera, donde justo arriba del palco de Diego (esa tarde vacío) se leyó: "Papá, para nosotros sos de 10", al parecer "firmado" por lo hijos de Riquelme. Después de las bravatas, del idioma de los trapos y de las chicanas de los grafitis, hablará la pelota. Ella dirá, en definitiva, si extraña a Román o si ya lo pasó al archivo del recuerdo. No es sólo un partido: se viene el capítulo dos de la guerra de los carteles.