Si uno pone el nombre de Didier Deschamps en el buscador de Google, aparecen 20 millones de entradas y su perfil de Wikipedia está en 55 idiomas. En cambio, si se teclea Zlatko Dalic, el número de resultados se reduce a tres millones, y sus estadísticas en la enciclopedia más utilizada del mundo pueden consultarse en veinte lenguas.
Posiblemente el mayor contraste de la final del Mundial de Rusia que jugarán el domingo Francia y Croacia en el estadio Luzhniki estará en los banquillos. Mientras el entrenador de Francia es una leyenda, su homólogo croata aterrizó en el torneo como un completo desconocido para el gran público.
Deschamps, de 49 años, está a un paso de entrar en la historia grande del fútbol. Una victoria separa al galo de convertirse en el tercer hombre que gana el Mundial como jugador y como entrenador, después del brasileño Mario Zagallo y el alemán Franz Beckenbauer.
El Deschamps centrocampista no era un jugador cualquiera en la Francia que conquistó el título en 1998. Era entonces el capitán Bleu, el primer francés que levantó al cielo la copa más preciada de fútbol. Tras colgar las botas, arrancó su carrera como entrenador en el Mónaco y llevó al equipo del principado a una final de la Liga de Campeones. Después entrenó también a la Juventus de Turín y al Olympique de Marsella, hasta que en 2012 se le abrió la puerta de la selección de par en par.
Asumió el cargo e inició un proceso de refundación a fuerza de autoridad y apuesta por un grupo armónico y sin personalidades conflictivas. Ambos valores parecían más necesarios que nunca: Francia vivía aún conmocionada por su traumática experiencia en el Mundial de Sudáfrica 2010, cuando los jugadores se amotinaron y el equipo cayó en fase de grupos sin ganar un partido. Deschamps fue la reacción contra el caos.
Su figura renovó en espíritu y nombres al equipo Bleu, que llegó a cuartos de final en el Mundial de Brasil 2014 y a la final de la Eurocopa 2016 en Francia, en un partido que se escapó por 1-0 ante Portugal.
En lo único que Deschamps se parece a Dalic es en la autoridad. La primera noticia del croata de 51 años en Rusia fue cuando expulsó del equipo al jugador Nikola Kalinic tras la primera jornada. Kalinic no quiso ingresar en los últimos minutos y Dalic le enseñó la puerta de salida.
Dalic nació en Livno, actualmente en Bosnia-Herzegovina. Como centrocampista defensivo tuvo una trayectoria más que discreta, y nunca llegó a jugar con la selección. Pasó toda su carrera en clubes de Croacia y la antigua Yugoslavia. El Mundial de 1998, hasta ahora el mejor de Croacia, lo siguió como hincha en las gradas.
Tras retirarse, en 2000, cinco años después inició su trayectoria como técnico en el Varteks Varazdin croata. Después pasó por Albania, Arabia Saudita y Emiratos Arabes Unidos, antes de recibir la llamada de la federación croata para reemplazar a Ante Cacic en octubre de 2017.
Con él en el banco, Croacia logró el boleto a Rusia en el playoff ante Grecia. Y así llegó al Mundial, con un gran interrogante rodeándolo por su escasa trayectoria internacional.
“Zlatko nos mostró confianza desde el inicio, algo que otros no hicieron”, señaló el central croata Dejan Lovren. “Ahí está el secreto de nuestro éxito”.