Vender una consola de videojuegos importada; dejar de hacer las compras del mes en el supermercado; hacer volar los ahorros de 27 años (o más) de vida; viajar desde cualquier parte de Argentina hasta San Pablo sin entrada o, incluso, separarse de una novia. Todo vale para un hincha de Boca que quiere ver ganar a su equipo la séptima Copa Libertadores de América. Por lo menos así lo entienden ellos. Los más de tres mil fanáticos -muchos sin tickets- que llegaron a Brasil con la ilusión de dar otra vuelta internacional.