Hinchado, sobrepasado, con sobredosis de confianza llegaba Independiente a jugar ante Defensa. No era para menos: era el único equipo de los treinta que había ganado todos los partidos desde el reinicio del torneo: cuatro, más el que jugó por la Copa Argentina. Como si fuera poco, sólo le habían anotado un gol: Olimpo.
Y con esa confianza salió a jugar. Al principio todo era trabado en la mitad de la cancha. Si bien el césped estaba rápido por la lluvia, no había precisión de ninguno de los dos lados y los arqueros ni siquiera tenían barro en la ropa. Sólo un error podía abrir todo, y así fue. Jesús Méndez apretó la salida, recuperó, y la pelota le quedó a Martín Benítez mano a mano con Gabriel Arias. Quiebre de cintura del hombre del momento, el arquero al piso, y 1-0.
El caso de Benítez es de análisis. O aprendió a jugar en tres semanas, hipótesis poco seria, o a Jorge Almirón no le gustaba su cara. El tema es que, con sus apariciones, ya es el nuevo niño mimado de la gente. ¿Y Mancuello? ¿Dónde está? Nadie pregunta por él. Buen síntoma.
También la suerte acompaña al equipo. A los 40 minutos quedó claro. Un tiro libre de Rafael Delgado pegó en el travesaño, cuando el Ruso Rodríguez había salido a buscar el centro.
En el complemento no pasó demasiado. O sí: el debut del Cebolla Rodríguez., que ilusiona. Y si un equipo que viene cos sies victorias al hilo se ilusiona, habrá que asustarse.