Los festejos argentinos por el título de campeón que la Selección Argentina logró en el Mundial Qatar 2022 no van a apagarse por mucho tiempo. Tan cerquita del verano, del receso de vacaciones, de la falta de partidos de los campeonatos locales, los argentinos futboleros vamos a tener la sonrisa pintada en el rostro hasta marzo o abril del 2023, más o menos…
Este martes 20 llegaron los héroes de Qatar, los que después de 36 años le dieron a los argentinos la alegría de levantar la copa del mundo, esa belleza de más de seis kilos que habíamos levantado en 1978 con Mario Kempes,. Ubaldo Matildo Fillol y César Luis Menotti y en 1986. con Diego Maradona, Jorge Valdano y Carlos Bilardo, entre otros, pero se nos había negado en 1990 y en 2014, las finales perdidas, como en 1930, pero de las que nos seguimos quejando por los arbitrajes.
Es que en 1990, la selección de Maradona y Bilardo se quedó con las manos vacías a pocos minutos del final con un penal que el árbitro uruguayo Edgardo Codesal cobró a favor de Alemania y Andreas Brehme cambió por gol. Muchos argentinos siguen insistiemdo en que Jurgen Klinsman se tiró y que Roberto Sensini no lo tocó. Lo cierto es que Alemania ganó 1 a 0 y se vengó de la final de 1986.
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También en 2014 hubo una jugada para la polémica. Los más futboleros nos quedamos con “Era por abajo, Palacio”. Pero lo cierto es que a Gonzalo Higuaín le anularon una jugada que terminó en gol por supuesto fuera de juego y lo revolearon mal de un rodillazo sin que Nicola Rizzoli, el árbitro italiano hiciera otra cosa que “siga, siga” en lugar de cobrar el penal que vio el mundo entero.
El afán de protagonismo de los árbitros no es algo nuevo en el mundo del fútbol. Casi que nos olvidamos de aquella ley no escrita de que el mejor réferi, el más justo, el que mejor arbitra un partido de fútbol es del que no se habla, porque no se notó en el partido, porque no influyó en el resultado, porque cobró lo que vieron todos. Sin embargo, en el último medio siglo se fueron sumando reglamentaciones para darle protagonismo al único ser (y su equipo de colaboradores) que es odiado por igual por cada bando, sean jugadores, hinchas o dirigentes.
Yo todavía me acuerdo que hubo un tiempo donde no había que pedirle permiso al árbitro para sacar un lateral, o para hacer reingresar a un lesionado al juego. De un tiempo a esta parte, todo, absolutamente todo pasa por las manos del antipático encargado de impartir justicia. Y encima, ahora le dieron el VAR, varias cámaras, árbitros, en fin, un laboratorio de la NASA para impartir justicia y que los ludópatas del mundo entero puedan jugar fortunas apostando a ver qué se les ocurre cobrar.
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Un extraterrestre, no el que nació el Rosario sino otro, que no sepa cómo fue el camino de la Scaloneta para alzar la copa del mundo dirá: “Si es para que todo sea más justo, el VAR debe ser bueno…” Capaz que hasta tiene razón. Pero, amigos, está equivocado.
El VAR está manejado por personas, que se equivocan como cualquier mortal. Y este aparatito del demonio que inventó la FIFA, que está más sucia que una papa, para qué lo vamos a negar, más que impartir justicia, no hizo otra cosa que agitar las polémicas. Lo sufrió Uruguay, al que devolvieron al Río de la Plata sin siquiera darle la chance de revisar varias de las jugadas dudosas, y Edinson Cavani se vengó tirándolo al piso, en un acto de justicia poética que aplaudimos, aunque no sirva más que para una anécdota, y una sanción. El VAR llegó para quedarse.
Hoy, con la mirada más fresca, nos preguntamos cómo puede ser que con un celular desde la tribuna se pudo ver cómo Upamecano manotea el centro que termina con el penal para Francia faltando 4 minutos para el final del tiempo suplementario, cuando la Scaloneta defendía con uñas y dientes el 3 a 2 que le daba el título que merecía, y los encargados de impartir justicia no lo vieron…
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Lo que sí vieron fueron los tres off sides del primer tiempo contra Arabia Saudita que fueron por medio dedo, algún penal claro que debieron cobrar sin tanta tecnología y poco más. Ah, sí, una pelota que terminó en gol a la que le faltaban menos de dos milímetros para “salir toda” de la cancha. Pero no vieron que a Lionel Messi lo dejaron sangrando de la encía en un choque provocado por un jugador de los Países Bajos y que no lo dejaron jugar cortándolo sistemáticamente con faltas. Dale, Infantino…
Entonces, con tanta historia, tanta polémica y tanto comentario, no nos olvidemos nunca de cómo se derrota a un aparato que en nada ayuda a la justicia ni al buen juego: Con fútbol. Cuando tenés fútbol, cuando estás convencido de cómo jugar un partido, cuando sos más inteligente que el rival en cada acción de juego, te podrá ganar Arabia Saudita, te podrán empatar en un ratito esos de naranja o los galos.
Pero al final, todo se equilibra. Al final, ganaron los que fueron superiores en todos los partidos que jugaron, los que propusieron, los que intentaron, los que tuvieron la cuota exacta de sacrificio, juego, convicción y belleza, talento y corazón y pases cortos. Solidaridad, fuerzas y buenas artes. Los que supieron cómo reponerse de las adversidades, que en este Mundial de Qatar 2022 fueron varias. Pero todo se acomodó al final, y el VAR terminó perdiendo por goleada ante la Scaloneta.