Nos salvaron las individualidades. El cuarto partido de la Selección fue mucho más difícil de lo que dice el resultado. Aunque el equipo dominó la pelota en gran parte del encuentro, no logró imponer su ritmo (Argentina tuvo 51% de la posesión de balón al finalizar el partido). Las genialidades de Higuaín y Tevez, los errores del línea y del defensor mexicano Osorio, y el travesaño fueron los factores decisivos en un partido que deposita a la Selección en los cuartos de final contra una Alemania afilada, que viene de bailar y golear a Inglaterra.
Hasta ahora, Sudáfrica 2010 se está pareciendo mucho a Alemania 2006. Se ganó por la mínima contra un equipo africano en el primer partido, se goleó en el segundo, se bajó la marcha en el tercero, le ganamos a México en el cuarto y nos toca Alemania en el quinto. La diferencia es que en esta edición de la Copa del Mundo se pudo ganar el tercer partido (dejando de lado el hecho de que en el 2006 fue contra Holanda y esta vez contra Grecia) y despachar a México con tres goles en octavos, sin el sufrimiento del tiempo extra.
Lo que se vio en la cancha contra México dejó mucho que desear. El equipo arrancó muy relajado, dejando que Salcido le reviente el travesaño a Romero. Minutos más tarde, Guardado erró por muy poquito de afuera del área. Recién ahí se despertó el equipo y empujó para adelante.
Parados con Mascherano por detrás, Maxi Rodriguez por la banda derecha y Di María bien tirado a la izquierda, el equipo de Maradona tuvo problemas en la mitad de cancha. No se logró consolidar la posesión en el círculo central ni se utilizaron bien las bandas. El mediocampo fue una zona de transición donde se buscó evitar el áspero juego de contención que proponían los aztecas. Por la izquierda, Heinze aportó más que Di María en ataque.
Sin un jugador que ponga la pausa en el medio (como Verón), la creación recayó en Messi y Tevez, quien bajaba a buscar la pelota. Y aunque se encontraron muy bien en el primer gol (que fue offside), en general los ataques poco tuvieron que ver con el juego asociado. El primer gol fue fruto del empuje de Tevez y la habilidad de Messi (para encontrarlo dos veces, primero con un pase entre líneas y después con un centro), los otros dos fueron hermosas jugadas individuales (ambas con un toque de magia). Vale remarcar la contundencia del ataque argentino.
Lo preocupante se vio cuando Argentina retrasó sus líneas y dejó que México dicte el ritmo del partido. Cediendo posesión y metros, la selección mostro una cara frágil frente a un buen equipo de segunda categoría. La conclusión fue el gol de Hernández, dejando atrás a Demichelis con un excelente primer toque y clavándola en el ángulo del primer palo.
Argentina esperaba detrás de la línea de la pelota y esperaba para tirar la contra. Si se comparan los intentos de contragolpe de Argentina y Alemania, queda claro que ellos subían en bloque, mientras que nosotros le tirábamos un pelotazo a Messi o Higuaín, y que se arreglen solos.
El ingreso de Verón le dio aire al equipo, permitiendo que Messi descargue y se logre cuidar la pelota, desgastando a los mexicanos hasta que se dieron por vencidos. Pero esperar atrás, con Jonás como quinto defensor (y Maxi prácticamente como sexto) no es una buena estrategia para la selección, al menos que se arme un buen contragolpe que meta miedo. No se puede esperar que Higuaín y Messi solos resuelvan todo (con Tevez en cancha sería otra historia). Contra un equipo más fuerte, contra Alemania, se corre un riesgo mucho mayor de gol (Alemania es el segundo equipo más goleador del mundial, con nueve tantos, después de la Argentina, con 10).
Lo que le falta a Argentina es el funcionamiento en equipo. Es clave que Di María llegue al alto nivel del cual es capaz, es necesario que si el equipo se repliega, que la amenaza de contra sea más que un pelotazo a Messi o Higuaín, y es necesario controlar el medio campo para poderle ganar a Alemania y llegar a la semi.
(*) Especial para Perfil.com