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Anlisis

Por qué Racing es una máquina de devorar técnicos

Pese a la ida de su gerenciadora, el club de Avellaneda sigue sufriendo la falta de un rumbo que reconozca sus particularidades.

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| Fotobaires

Luego de varios años de gerenciamiento, nuevamente una conducción emanada de los socios vuelve a gobernar Racing. Sin embargo, a sólo tres fechas de iniciado el Clausura, poco parece quedar hoy de aquella esperanza generada por la asunción de Rodolfo Molina como presidente del club. Y ello no sólo tiene que ver con los desatinos que llevaron a que Juan Manuel Llop no sea más el DT del equipo, sino a toda una historia de errores, frustraciones... y también de gloria.

No es casual, de hecho, que Llop sea simplemente uno más en una lista tan frondosa como la de los ¡59! técnicos que -algunos en más de un ciclo- pasaron por la Academia en los últimos 40 años. Porque esa alternancia demuestra por sí sola la falta de un proyecto consistente para el manejo del fútbol del club. Y, sobre todo, de uno que tenga en cuenta las particularidades que Racing presenta por su historia y su gente.

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Es eso, más allá de Llop y sus desatinos, lo que explica realmente este nuevo momento aciago de los de Avellaneda. Pero, al mismo tiempo, esos cambios constantes en la línea futbolística y la integración del plantel racinguista tienen una explicación más profunda, enraizada en ese pasado de gloria que, en el caso de Racing, suele jugar en contra de la tranquilidad con que deben moverse directivos, técnicos y jugadores para poder aspirar al éxito.

Solamente así, desde una perspectiva histórica que incluya aquellos siete títulos seguidos ganados por el club en la era amateur y otros más recientes, será posible entender esa presión tan terrible a la que técnicos y jugadores son sometidos en el Estadio Presidente Perón, por las que muy interesantes proyectos de futbolistas fracasan rotundamente con la albiceleste luego de destacarse sin problemas en otros clubes.

Así como ahora, en efecto, ya en la lejana década del ’30 figuras “de moda” eran llevadas a Racing para reverdecer viejos lauros como si fuera cuestión de “soplar y hacer botellas”, casi siempre con el mismo resultado decepcionante. Sin embargo, a lo largo de su historia el club pareció no aprender nunca la lección y siguió insistiendo increíblemente en la misma práctica, sin lograr con ello más que acelerar su ruina económica. 

Para colmo, en estos últimos 40 años pocas veces Racing pudo realmente contratar valores de real jerarquía. Más bien, sucumbió siempre al encanto de “figuritas” pasajeras, sin las condiciones que se les promocionaran o demasiado jóvenes para sobreponerse a la presión de los hinchas, cuya irritabilidad fue a su vez aumentando con el paso de los años y de tantos fracasos.

En vez de dejarse seducir por los “refuerzos” de marras, justamente, los dirigentes de Racing deberían entender de una buena vez que sólo aquellos jugadores “curtidos” en semejantes exigencias están preparados para triunfar en el club. Y que la mejor forma que tendrán de encontrar a esos futbolistas será siempre mantener -y saber rodear- a aquellos que surgen de sus inferiores, quienes conviven desde chicos con la sempiterna impaciencia académica.

Así lo demostraron a lo largo de la historia hombres que en algún momento fueron “chicos de la casa” como Roberto Perfumo, Alfio Basile y Juan Carlos Cárdenas, por citar a tres de los artífices de aquel “Equipo de José” que ganó todo a fines de los ’60. Y también, Diego Milito y Adrián Bastía, entre otros aportes que el semillero racinguista hizo al título que el club ganó en 2001 después de 35 años.

Si hoy Racing vuelve a ser una máquina de devorar técnicos, en definitiva, ello no tiene que ver exclusivamente con la falta de “muñeca” de Llop para conducir un plantel que se le fue de las manos. Mucho más, influye en ello la falta de rumbo que, pese al cambio de manos en su gobierno, sigue condenándolo al fracaso. Y eso es, por ende, lo que deberían cambiar sus dirigentes más allá de un simple entrenador.

 (*): Redactor de Perfil.com.