La historia de Alemania en las Eurocopas es contradictoria como pocas. Tiene, sin dudas, una cadena de éxitos sin igual. Pero está también la otra cara.
Son contados los que dudan en otorgarle al once germano un papel protagónico en la cita de Austria y Suiza, porque así debe tenerlo la selección más exitosa del torneo continental.
Poco vale en este caso que Alemania se presente como tricampeón mundial: lo que pesa es ser el único equipo que ganó más de una Eurocopa. Es más, se llevó tres coronas europeas, en 1972, 1980 y la última vez en 1996, cuando dio vida al fugaz "gol de oro" impuesto en aquellos tiempos para definir un empate en una prórroga.
Fue el de Oliver Bierhoff, actual manager de la seleccción, en el 2-1 con el que le ganó en Londres a la República Checa.
Lo curioso es que aquel fue el último partido que Alemania, ese orgulloso equipo con el águila negro en el pecho, ganó en una Eurocopa. Esa es la contracara en el historial.
Desde entonces, y jugados los torneos de 2000 y 2004, no pasó de primera ronda, cosechando en los seis partidos que jugó tres empates y tres derrotas. Una racha negativa sin igual que en su momento cobró los puestos a los entrenadores Erich Ribbeck (2000) y Rudi Völler (2004) y además, lo que fue más grave aún, hundió en una crisis de identidad al fútbol alemán.
Salió del bache con Jürgen Klinsmann en el Mundial de 2006 jugado en casa y en el que quedó tercero. Pero la espina que sigue clavada y que el equipo que ahora dirige Joachim Löw, el entonces asistente de Klinsmann, tiene la terrible ansiedad de sacarse de encima es la de volver a ganar un partido en la máxima cita europea.
Llega esta vez con el orgullo y la autoestima recuperada, aunque con algunas sombras. La eliminatoria la aseguró con facilidad con diez puntos de ventaja sobre Irlanda, pero no le alcanzó para el primer puesto del grupo, que tuvo que ceder a los checos. Desde que asumió Löw, a mediados de 2006, ganó 15 partidos, empató tres y perdió apenas dos, ambos en casa.
Pero hay dudas que persisten en el diagrama de Löw. Apuesta en la portería por el veterano Jens Lehmann, a pesar de que no fue titular en su equipo, el Arsenal inglés, y siente la presión de nuevas figuras, como René Adler o Manuel Neuer, a quienes ya prometió que les pertenece el futuro. En la defensa, el rendimiento de Christoph Metzelder, del Real Madrid, es una incógnita tras meses lesionado.
Las lesiones también perturbaron la preparación de tres hombres claves del centrocampo, Torsten Frings, Tim Borowski y Bernd Schneider. Otro en esta zona de gestación, como Bastian Schweinsteiger, no es titular indiscutido en su equipo, el Bayern Múnich. El único que parece haber recuperado su nivel habitual y por lo tanto su rol de caudillo es Michael Ballack, el jugador clave del equipo.
En la delantera parece existir un exceso de posibilidades. Allí coinciden la técnica de Miroslav Klose, la explosión de Lukas Podolski, la potencia de Mario Gómez y la inspiración de Kevin Kuranyi, abriendo todas las opciones de acuerdo al rival a enfrentar.
El primero será Polonia, el 8 de junio, para después ponerse en la fila Croacia y el anfitrión Austria.
Per Mertesacker, el defensa central, les lanzó el desafío hace pocas semanas después de ganarle 3-0 a Austria y 4-0 a Suiza: "Esta es una nueva Alemania. Acá estamos. Europa está advertida".