DEPORTES
racing 2001/2014

Que trece años no es nada

Milito y Saja son los únicos jugadores que estaban en actividad cuando Racing salió campeón por última vez. El resto recién arrancaba en inferiores.

Memoria emotiva. Diego Milito es el único sobreviviente del Racing campeón de 2001. Ese año Saja salió campeón con San Lorenzo. Para el resto de los pibes, el fútbol era sólo un proyecto.
| Cedoc

Ahora que Racing está tan cerca de ganar el torneo, ahora que podría volver a festejar después de trece años, aquel título de 2001 toma otro sentido. Es muy probable que hoy a las 22.15, cuando terminen los dos partidos que quedaron pendientes de la última fecha, La Academia celebre su octavo título local. La celebración en Avellaneda será, sin duda, inolvidable. Los hinchas no tuvieron que esperar 35 años, como ocurrió en 2001. Pasaron sólo 13. La paciencia, esta vez, no superó el límite de tolerancia de la pasión inexplicable.

Lo notable de este ciclo 2001/2014 es lo que ocurre con los jugadores. De los once titulares que hoy reciben a Godoy Cruz, sólo dos estaban en actividad hace trece años. Son los líderes del plantel, los referentes, los veteranos. Diego Milito era uno de los que alternaban con Maxi Estévez y Rafael Maceratesi en la delantera del equipo de Mostaza Merlo. Y Sebastián Saja era el arquero de San Lorenzo, que en ese diciembre de 2001, dos semanas antes de la consagración de Racing, disputó la primera final contra el Flamengo por la Copa Mercosur.

Para los otros nueve jugadores que hoy tienen la chance de entrar en la historia de Racing, el fútbol profesional era un proyecto, una apuesta a futuro. Sólo Yonathan Cabral y Adrián Centurión provienen de las inferiores de La Academia, pero durante la campaña del paso a paso todavía ni se habían acercado al club. Cabral tenía apenas 9 años y vivía en Isidro Casanova; Centurión, de 8, en Avellaneda. En diciembre de 2001 eran dos niños que jugaban todo el día a la pelota y cuando podían miraban los partidos codificados. No entendían cuando se hablaba de corralito ni quién era ese tal Adolfo Rodríguez Saá que hacía unos días había asumido la presidencia. Recién en 2004, tres años después de aquel título, los pibes se incorporaron a las divisiones menores de Racing.

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Además de Cabral, la línea de fondo se completa con otros tres jugadores que en 2001 apenas asomaban al fútbol. Iván Pillud era el más avanzado: ya estaba en las inferiores de San Lorenzo. Luciano Lollo ese año se cambió de camiseta: pasó de Sarmiento a Los Andes, dos equipos que disputan la liga regional de Alejo Ledesma, en Marcos Juárez, Córdoba. Y Leandro Grimi jugaba en un combinado de su ciudad, San Lorenzo, en Santa Fe, y al año siguiente se incorporó a Huracán.

La historia del resto es similar. En diciembre de 2001 Gastón Díaz se preparaba para entrar a las divisiones menores de Vélez, y Ezequiel Videla, a las de Rosario Central. Luciano Aued, en cambio, ya tenía un año en las inferiores de Gimnasia y Esgrima La Plata. Y Gustavo Bou, el goleador menos pensado, ya empezaba a inquietar arqueros en una selección de Concordia, Entre Ríos, donde tres años después le tomaron una prueba que le permitió incorporarse a las inferiores de River.

Cuando Diego Cocca intente motivar a sus jugadores antes del partido con Godoy Cruz y les hable de la grandeza de Racing y de lo que significaría ganar un campeonato en este club, la mayoría deberá hacer un esfuerzo para remitirse al último título. Salvo Milito, que fue uno de los protagonistas, y Saja, que peleaba una final con San Lorenzo, el resto no tendrá imágenes demasiado precisas de aquel 27 de diciembre de 2001. Eran purretes que apenas soñaban con debutar en Primera. Hoy están a un partido de entrar en la historia. Como los campeones de 2001, están a un paso de ganarse la gratitud eterna.

 

Falta un paso más

Lo mejor de esta última fecha es que Racing no depende de nadie. Sólo se trata de ganar y ya. A festejar, sin estar pendientes de lo que ocurra en cancha de Quilmes, donde juega River, el único escolta. El otro escenario posible es que La Academia empate y River gane, lo que los igualaría en puntos. En ese caso, deberán jugar un partido de desempate, una finalísima, que se disputará durante la semana. Lo que en Avellaneda nadie contempla es la tercera posibilidad: que Racing pierda y River gane, lo que provocaría una nueva frustración.

El entrenador Diego Cocca no especuló con las sorpresas. Definió el equipo hace dos días, con una sola modificación con respecto a los que golearon 3-0 a Rosario Central: ingresará Leandro Grimi al lateral izquierdo por Germán Voboril.
Las puertas del Cilindro se abrirán a las 15, cinco horas antes del comienzo del partido. Una gran previa para una gran expectativa. Un estadio celeste y blanco, con banderas, con humo, con cantitos, con la pasión pintada en la piel. Como en aquel inolvidable 2001, diciembre puede ser el mes de La Academia.