El miércoles 19 de diciembre del año pasado, Carlos Bianchi salió a la cancha para su nueva presentación como entrenador de Boca. Estaba emocionado, sonriente. Muy lógico, por lo demás: tenía enfrente a cuatro mil personas que lo ovacionaban en la mismísima Bombonera. Entre ellas (y Bianchi no lo sabía, ni tenía por qué) estaba el líder de la barra brava, Mauro Martín, que –en los papeles, desde ya– tenía prohibido entrar al estadio por el famoso derecho de admisión. La historia no se termina allí: mientras Bianchi saludaba a los hinchas, en el anillo interno de la Bombonera no había casi nadie. Apenas dos personas, que conversaban a la vez que caminaban a la par: el fiscal federal Carlos Stornelli, jefe de Estadio y Seguridad Deportiva del club, y Maximiliano Mazzaro, lugarteniente de Martín en La 12. Entraron al despacho de Stornelli y cerraron la puerta.
Hoy, cuatro meses más tarde, Martín está preso en la cárcel de Ezeiza por decisión del juez Manuel de Campos, que investiga el asesinato, en 2011, de Ernesto Cirino, un vecino del cuñado de Martín, en Mataderos. Y Mazzaro está prófugo; según sospecha el juez, encubierto, entre otros, por el arquero de San Lorenzo, Pablo Migliore, que está detenido desde el último domingo por esa causa (ver aparte). Por lo demás, Stornelli, un ex ministro de Seguridad de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires, sigue siendo el jefe de seguridad de Boca.
Antecedentes. La relación de Stornelli con los barrabravas de Boca es, como mínimo, cordial, cuando no amistosa. “Martín y Mazzaro, hasta enero, que se les complicó todo por la causa que lleva adelante De Campos, caminaban por el club como si nada. Con total libertad e impunidad. Y Stornelli los conoce bien. A los dos. Por algo Daniel (Angelici) lo puso como jefe de seguridad del club en su momento”, le cuenta a PERFIL, en estricto off the record, un dirigente.
La relación de Stornelli con los barrabravas tampoco es novedosa. Para nada. Ya en diciembre de 2005 asistió al casamiento del entonces capo de la barra de Boca, Rafael Di Zeo, en la quinta Los Galpones, en Benavídez. La flamante esposa de Di Zeo –que ya estaba condenado a cuatro años y medio de prisión– era Soledad Spinetto, que había sido hasta septiembre de 2005 la secretaria privada del entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá. Cuando Stornelli asumió como ministro de Seguridad de Scioli en la Provincia, nombró a Spinetto como asesora. Consultado más de una vez por periodistas acerca de su amistad con Di Zeo, el fiscal siempre respondió lo mismo: “De ese tema no hablo”. PERFIL intentó comunicarse con él, pero nunca atendió. Con Di Zeo ya alejado de la barra de Boca, se afianzó la relación entre Stornelli y Martín. La reunión en la oficina del fiscal durante la presentación de Bianchi es un ejemplo.
Pero Stornelli no siempre la pasó bien como jefe de seguridad de Boca. En abril del año pasado, cuando planeaba prohibirles la entrada a la cancha a algunos capos de la barra, lo interceptó en un pasillo del club uno de ellos: Santiago Lancry, que es una suerte de eminencia dentro de La 12 desde que era el lugarteniente de José Barritta. Lancry lo paró a Stornelli y le pegó una bofetada. “Hace 35 años que vengo a la cancha y vos no me vas a prohibir la entrada, tarado”, le espetó al fiscal. Después le pegó otra bofetada. Stornelli se cubrió como pudo, pero nunca le respondió. Lancry salió de La Bombonera como si nada.