Mientras la Selección va y viene de Ezeiza a Brasil para jugar la Copa América, la AFA está entrando otra vez (y van...) en zona de turbulencias. Quizás como nunca en estos cuatro años que lleva como presidente, Claudio “Chiqui” Tapia está rodeado, y la novedad es que a su principal opositor, Marcelo Tinelli, se le sumaron algunas personas que antes le respondían y de a poco empiezan a alejarse.
Aventurarse a un final con una dirigencia que cambia según su conveniencia es difícil. Se lo sintetizó a PERFIL un directivo: “Cuando hay elecciones en AFA, los clubes queremos plata y penales, no nos mueve el interés general”. En medio de ese fango, las reuniones, alianzas y mensajes para posicionar o desestimar candidatos se empiezan a intensificar.
En los próximos días o semanas, la Inspección General de Justicia dará a conocer la impugnación de la elección virtual de Tapia, realizada en la asamblea de mayo de 2020, y que le aseguraba seguir al frente de la AFA hasta 2025. El fallo de la IGJ ya está: solo falta que se haga público. Probablemente se conozca cuando el organismo que fiscaliza las asociaciones civiles responda a la solicitud de la jueza Mariana Callegari, a cargo del Juzgado Civil N° 59.
¿Qué pasaría? La IGJ declarará “nula” la reelección de Tapia por diferentes irregularidades, y la AFA debería convocar nuevamente a un acto eleccionario para el mandato 2021-2025. En ese camino angosto se dará una pelea a contrarreloj, como casi lo que viene sucediendo en la casa del fútbol argentino desde que murió Julio Humberto Grondona en 2014.
Reuniones sigilosas. Tinelli visitó dos veces la Quinta de Olivos en las últimas semanas para hablar del futuro de la AFA. Alberto, que adoptó al conductor televisivo como su alter ego en temas de fútbol, quiere a Tinelli para la AFA. Como en otros temas y aspectos más complejos y urgentes, esa banca presidencial estimula, pero no garantiza nada.
Tinelli ya tiene a todo su grupo de apoyo trabajando en la posibilidad que persigue desde que chocó con el realismo mágico del 38-38, el 3 de diciembre de 2015. A su ladero histórico, Eduardo Spinosa, de Banfield, se le sumaron Cristian Malaspina, de Argentinos; Sergio Rapisarda, de Vélez; y Daniel Ferreiro, exvocero de Tapia y ahora en la vereda de enfrente. Fue Ferreiro el que motorizó la presentación de Nueva Chicago en la IGJ. Si él ayudó a subir a Tapia a la presidencia de AFA, ahora quiere ayudar a bajarlo.
A pesar del desacuerdo de Mauricio Macri en su momento, y de la desconfianza actual de Alberto Fernández, a Tapia siempre lo blindaron tres sectores. Los dos vinculados al poder político eran su exsuegro Hugo Moyano y algunos gobernadores como Sergio Uñac (San Juan) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). El vinculado a la dirigencia del fútbol provenía del Ascenso.
Ese blindaje ya muestra fisuras. Y la foto de esta semana en Camioneros entre Pablo Moyano y Tinelli no hace más que confirmarlo. La furia de Pablo, que viene de hace años, ya se trasladó a su hermano Facundo y a su padre Hugo. Visceral y decidido, Pablo acaba de amagar con una marcha de Camioneros a Viamonte 1366 para repudiar a la “AFA macrista”, como define a Tapia por su buena relación con el sector porteño de Juntos por el Cambio.
Las próximas semanas serán para porotear y fidelizar adhesiones como suelen hacer los dirigentes de fútbol: con promesas a veces incumplibles y simulando posiciones antagónicas personales para fortalecer sus estrategias. En ese circuito, Tapia mantiene el apoyo de un sector mayoritario del Ascenso. Tinelli cuenta muchos votos de Primera, aunque algunos presidentes dicen lo contrario en privado: si siempre miraron con recelo al actual presidente de la Liga Profesional, su reciente licencia en San Lorenzo les terminó de moldear su idea. El Interior, siempre permeable a los mensajes de las gobernaciones, se mantiene oscilante. No hay un candidato unificado y eso complica todo. Nada nuevo bajo el sol de Viamonte: Grondona está muerto. Y desde ese día, en el fútbol argentino nadie tiene el apoyo permanente.