DEPORTES
en avellaneda

Un homenaje a su historia

Independiente goleo 5-0 a Central, jugo como hacia rato no jugaba y ahora espera confiado a Racing.

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Fiesta roja. Barboza festeja con sus compañeros el gol que abrió el partido a los 2 minutos: luego, el equipo brilló. | fotobaires

Hacía rato que Independiente no le hacía un homenaje a su historia como el de ayer en Avellaneda. Es raro, pero se había acostumbrado a languidecer, a sufrir como sufría su vecino, a perder partidos importantes y partidos intrascendentes, y a quedar siempre envuelto en la polémica, la crisis, la tensión. Pero ayer, de repente, escampó: salió el sol. Paseó a Rosario Central de principio a fin por el Libertadores de América y se dio todos los gustos: la tocó, la pisó y goleó. Fue 5 a 0. Pudo haber sido más.

Enfrente encima estaba Central, en esa dualidad bien argentina –o del fútbol argentino– en la que pelea el campeonato al mismo tiempo que pelea por no irse a la Primera Nacional. Después del triunfo ante Huracán, los rosarinos llegaban más por lo primero que por lo segundo. Pero sucumbieron ante el esquema, el juego y la conexión del equipo de Lucas Pusineri.

Es cierto que cuando todo empieza tan bien y tan rápido, lo demás viene solo. Y a Independiente le pasó eso: ya a los dos minutos, sin haber hecho nada, consiguió el primer gol tras un rebote en el área. Fue casi una redención, porque el gol lo hizo Barboza, acaso uno de los más cuestionados en estos meses de desasosiego rojo.

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La ventaja le dio tranquilidad, y la tranquilidad permitió que Independiente jugara, en el sentido más literal de la palabra. El segundo gol, a través de Leandro Fernández, fue una consecuencia de eso. Y el de Braian Romero, el golpe para sacar a Central del partido. Porque pasó eso: el partido terminó ahí, a los 40 minutos del primer tiempo. Lo que vino después fue otra cosa: tiempo de relleno, de goce para los hinchas en las tribunas, y de sufrimiento para los y las canallas que miraban por televisión.  

Los goles de Silvio Romero y Andrés Roa ya en el segundo tiempo sirvieron para decorar un resultado que ya no tenía sentido. La diferencia entre Independiente y Central era demasiada. Y todos en el Libertadores de América, de uno u otro modo, ya pensaban en lo que viene el próximo domingo: el clásico con Racing, una buena oportunidad para seguir con la alegría lograda ayer.