DEPORTES
Fútbol y poder

El Boca-Tigre de Massa: una final a dos puntas

Fanático de Tigre, el presidente de la Cámara de Diputados colabora con Riquelme en el armado político para las elecciones 2023 en Boca. Amistad, relaciones familiares y críticas por el derrape en el caso Villa.

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Doble camiseta. Massa, Román y las casacas que esta tarde definen la Copa de la Liga Profesional. | NA

Como casi todos los funcionarios de alto rango en la Argentina, Sergio Massa se ha ocupado de homologar, en el ámbito del fútbol, la injerencia que tiene en la macro política del país. Hoy en Córdoba, en la final de la Copa de la Liga, aunque su corazón y su amor estén en Tigre, su mirada también se posará en la vereda de Boca, mucho más poderosa y visible, donde el presidente de la Cámara de Diputados teje en la sombras. 

Por fanatismo y territorio, Tigre siempre le sirvió de trampolín. Fue el club que ascendió y se consolidó en Primera casi en simultáneo con su carrera política: primero como director de la Anses, luego como intendente de ese partido y más tarde como jefe de Gabinete.

Más allá de algún cargo eventual como vocal, Massa talla en la vida de Tigre siempre desde afuera: bajo los techos del palacio legislativo o en alguna reunión con el círculo rojo del país. “Nos aporta siempre sus vínculos”, le dice a PERFIL el presidente del club Ezequiel Melaraña, una de las personas de su entorno, quien cuenta a modo de ejemplo que el esponsoreo de Banco Macro llegó a partir de una gestión de Massa con el entonces dueño Jorge Brito, fallecido en un accidente en 2020. “Sin esa gestión, nunca se hubieran fijado en Tigre”, agrega Melaraña. Macro, de la familia Brito, que ahora permitió extender la injerencia de Massa a River, aparece en el centro de la camiseta del Matador hace más de una década.   

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Massa talla en la vida de Tigre siempre desde afuera: en el Congreso o en alguna reunión con el círculo rojo del país. “Nos aporta siempre sus vínculos”, dicen en el club

A las gestiones económicas también le siguen las protocolares. Sucedió hace pocas semanas en la visita del presidente de Chile Gabriel Boric, a quien Massa sorprendió con un regalo impensado que el mandatario chileno le agradeció: el encuentro con Néstor Gorosito, el ídolo de la infancia de Boric, cuando Pipo era jugador de la Universidad Católica. La escena de cómo se lo cuenta está en TikTok y vale verla, no solo por lo divertida, sino para entender hasta qué punto Massa lee al fútbol como algo mucho más grande que la rosca política de sus dirigentes: es una manera carismática de blindar relaciones personales (que, obviamente, siempre serán políticas). 

Un puente a La Boca

Los sectores del Gobierno y también de la oposición que ponen o quieren poner un pie en distintos clubes de fútbol envidian a Massa por una sola razón: en poco tiempo construyó poder y ascendencia en Boca y River

En River, la llegada de Jorge Pablo Brito a la presidencia le terminó de diseñar un mapa que en Boca viene construyendo desde antes de 2019, cuando Jorge Amor Ameal y Juan Román Riquelme terminaron con 24 años de macrismo ininterrumpido en la Bombonera.

La relación con Riquelme comenzó por cercanía geográfica y se solidificó por afinidad. Fue Massa el que en 2015, cuando lo declararon ciudadano ilustre de Tigre, le dijo a Román que tenía que ponerse la camiseta del Matador, una foto que hoy puede valer más que nunca.  

En Boca, Massa influye por su relación de amistad y vecindad con Riquelme, y también con Ameal, cuya pareja es íntima amiga de Marcela Durrieu, mamá de Malena Malgarini y suegra del presidente de Diputados

Antes del derrape público sobre la situación de Sebastián Villa, imputado por “abuso sexual agravado con acceso carnal”, Riquelme venía repitiendo en charlas privadas que quería ser candidato a presidente de Boca en 2023.

En una sociedad firme pero turbulenta con Ameal, Riquelme sabe que el idilio por su pasado como jugador no alcanza: para llegar a la presidencia de un club como Boca necesita un armado político que lo respalde. Lo graficó mejor que nadie un viejo dirigente que cada cuatro años se entusiasma con volver a ser candidato: “Boca es la provincia número 25 de la Argentina”. Desde que el club sirvió de plataforma política para posicionar a Mauricio Macri en la Casa Rosada, la dimensión de esa importancia se amplificó.

La relación personal de Massa con Román y la línea que se extiende entre La Cámpora y el predio de Boca en Ezeiza son los dos vértices de esa interlocución incipiente con la política nacional. El massismo campea en Boca por dos vías: el vínculo de amistad del presidente de la Cámara de Diputados y su familia con Riquelme; y la relación de Ameal con Massa a través de la suegra del líder del Frente Renovador, Marcela Durrieu, madre de Malena Galmarini e íntima amiga de la esposa del actual presidente de Boca.

Fue justamente Malena Galmarini, titular de AySA, quien ayer habló de esa relación, pero a propósito de lo sucedido con Villa. “Más allá de la excelente relación que tenemos con Román, creo que fue una frase desafortunada. Todos tenemos que entender que si a un jugador de fútbol le pasan estas cosas y no pasa nada, estamos dando un pésimo ejemplo de impunidad”, declaró Galmarini. Será un tema del que hablarán, tarde o temprano, siempre con el foco en las intenciones de Riquelme para 2023. Más allá de quién festeje hoy en Córdoba.