DOMINGO
REPORTAJE

Julieta Diáz: "Ahora soy Claudia Maradona"

Imparable desde su debut en la miniserie Bajamar, de Fernando Spiner, llegó a Tontos por amor, pieza teatral de Sam Shepard, y contabiliza éxitos a granel: Locas de amor el año pasado y su actual protagónico como la mujer del Diez en una película dirigida por el hijo de Dino Risi.

JULIETA DIAZ
MUJER ASESINA. Vestida para matar en un capítulo de la más exitosa serie de 2005. Sólo que no lo hará como rubia, sino como morocha. Además, actuó en el film de Burman Derecho de familia, y en teatro hará La casa de Bernarda Alba. | MARIANO SOLIER

Tiene 28 años, el público se deslumbró con ella en los unitarios de Locas de amor, que Canal 13 puso en el aire el año pasado; los amantes del teatro la distinguieron por su Emma Bovary en la versión de Ana María Bovo en el Centro Cultural de la Cooperación y ahora la encontramos en Tontos por amor, de Sam Sheppard, también en la calle Corrientes, con éxito y un pelo rubio que no acaba de quitarse.

—En cuanto termine con el teatro, vuelvo a mi color... –dice Julieta que, obviamente, no pudo conservarlo en La mano de Dios, donde encarna, como sabemos, a Claudia Maradona. Sonríe apenas frente al espejo que ocupa el fondo del escenario del Teatro Lorange y alisa, concentrada, los mechones rubios. “Sí, sí –repite–, hasta en la calle me dicen que quieren verme morocha.”

Julieta Díaz pone en todo lo suyo una notable intensidad. Conoce su hermosura y su talento; sabe que está en un gran tiempo de su vida pero en ningún momento pierde la postura de la chica aplicada que no puede permitirse demasiados recreos.

Probablemente tampoco se los conceda su padre, Ricardo Díaz Mourelle, con quien comparte Tontos por amor.

"Yo sé que Diego cobró los derechos. Desconozco cómo se manejan las cosas porque ellos están separados... y tampoco me interesa."

—¿Cómo es trabajar con tu papá?

—En realidad, él es actor desde que yo nací, o sea que observarlo trabajando en los ensayos y en los estrenos es algo habitual para mí. Siempre lo he visto entre bambalinas pero compartirlo con él es otra cosa. Fue mi maestro pero, claro, también es mi papá. Además, tiene mucha autoridad hacia mi trabajo no solamente por ser mi padre sino porque me respeta como actriz. Muchas de las cosas que sé hacer es porque me las ha enseñado él.

—Pero vos no debés ser manejable. Por lo menos eso es lo que se ve desde afuera.

—No, no. Por supuesto que no soy manejable, pero cuando alguien a quien respeto y admiro me da un consejo lo aprovecho de la mejor manera posible. No seré manejable pero tampoco soy tonta –sonríe– como para no darme cuenta de cuál es la gente que tiene talento.

—Leí por ahí que tu mamá era muy de cantar y bailar. Esto también tiene que haberte marcado, ¿no es cierto?

—Sí, cuando yo era chica bailaba conmigo, cantábamos juntas pero era más bien una cuestión lúdica de madre a hija en la infancia. Ella había hecho varios cursos de danza, estudiaba Letras, algo de teatro. No eran sus verdaderas vocaciones pero las usó como una manera de comunicación conmigo y fue muy incentivador para conectarme con el deseo, con lo que a uno le gusta, con el mundo interno de la creatividad. Por supuesto que esto también me ayudó en mi profesión.

Probablemente en septiembre se estrenará en Italia La mano de Dios y esto para Julieta es, sin duda, adquirir trascendencia internacional.

—¿Cómo es trabajar con un director como Marco Risi?

—Bueno, en el momento en el que uno está actuando, cuando escuchás que te ordenan “¡Acción!”, te olvidás de que estás trabajando con alguien de afuera. Sabés, por supuesto, que es muy importante, que es el hijo de Dino Risi, pero lo tomé con bastante naturalidad. Además, había muchos actores argentinos (en realidad, eran la mayoría) salvo Leonardi, que interpreta a Maradona.

—¡Qué difícil debe ser representar, como en el caso de Claudia Maradona, a una persona que está viva, a la que ves en los medios, a la que todo el mundo conoce!

—Claro, por supuesto. Es una joven, tiene vida propia. Es increíble la cantidad de cosas que hace pero, al mismo tiempo, es una persona muy reservada. Por una parte, parece que sabés todo de su vida y, por otra, te das cuenta de que no sabés nada. Ella ha cuidado siempre mucho sus opiniones y su intimidad. Es como un misterio, y te digo que para mí eso mismo fue un gran incentivo. Resultó un buen trabajo de actriz poder separar a la Julieta espectadora, que ve a Claudia en la tele, de la Julieta que maneja un personaje. En ese momento Claudia no era una persona sino un personaje. Eso me resultó muy difícil.

“¡Así que vas a hacer de la bruja!”, me dijo Maradona, y me hizo un chiste sobre el color de pelo.’

—Me imagino que no le habrá gustado demasiado que alguien la representara. ¿Tuviste alguna charla con ella? Por ahí no le resultó cómodo que alguien la interpretara.

—Me dijeron que ella me respetaba como actriz pero, más allá de eso, no estaba de acuerdo con el guión. En fin... la familia Maradona cobró los derechos de la película pero disiente con el guión a pesar de que se le hicieron muchos retoques para satisfacerla. Esto tampoco se logró pero, como los derechos ya estaban cubiertos, nos dedicamos a hacer la película de la mejor manera posible. Cada uno con sus condiciones y...

—Cuando vos decís la familia Maradona, ¿a quién te referís exactamente?

—A Diego. Yo sé que él cobró los derechos. Claro que desconozco cómo manejan las cosas porque ellos están separados... bueno, y tampoco me interesa. La película está legalmente cubierta. Incluso te diré que dudé en hacerla cuando me enteré de que no estaban de acuerdo. Finalmente, como los derechos se habían cobrado... Como cada uno había cobrado su parte... Yo me dediqué a hacer mi trabajo. Era una buena oportunidad. Un trabajo interesante.

—Claro y, si mal no recuerdo, en “La noche del 10”, Diego algo te dijo, ¿no?

—Sí, sí. Antes de comenzar el programa vino Claudia al camarín, como lo hace habitualmente con todos los invitados. Me saludó muy amablemente. Me abrazó. Es muy amorosa. Con la prensa es reservada pero con su gente se nota que tiene mucho afecto. Vino, como te decía, al camarín, me hizo un chiste sobre el color de pelo pero, en seguida, me dijo que no estaba de acuerdo con el guión. Estuvimos charlando sobre eso pero también me dijo: “Es tu trabajo, tenés que hacerlo. Vos no tenés nada que ver pero –repitió– nosotros no estamos de acuerdo”. En seguida tuvo que irse con sus hijas por el tema de la producción y cuando Diego me recibió lo primero que dijo fue: “¡Así que vas a hacer de la bruja!”.

“Sí, sí...” Me puse nerviosa. Era la primera vez en mi vida que lo veía y, además de hacer la presentación del programa, me dijo que me iba a confiar algunos secretitos sobre Claudia. Todo muy amable y en tono risueño. Pero cuando Marley volvió a sacar el tema, Maradona aprovechó para insistir con que “no estamos de acuerdo con la película, el guión es una porquería, no me gusta”. Así, sincero como es él. Sin embargo, a mí me dijo: “Vos sos actriz. Tenés que hacerlo. Es tu trabajo”. En realidad, el llamado de ellos fue una bandera blanca. No iban a invitarme al programa para tratarme mal. Bueno, podría haber sido... quizá para crear una polémica, pero la verdad es que Diego se despachó con su opinión y cambió de tema.

Con 28 años, sus incursiones como actriz son un récord.

—Además, si firmó el contrato... ¡Lo que no quita que es rarísimo verte rubia! –terminamos por reírnos.

—Sí, es muy raro. Mañana me voy a cambiar el color del pelo porque, además, tengo que hacer un capítulo de Mujeres asesinas y me quieren con mi verdadero color. Total, en unos días termino el teatro.

—Acabo de ver “Derecho de familia”, la película de Burman y, la verdad, es excelente. Debe haber sido un placer filmarla.

—Absolutamente. Un placer, –repite– porque el equipo de Burman es muy cálido, muy profesional, talentoso. Todos saben lo que tienen que hacer, lo que quiere el director.

—Y esta armonía se nota en la película.

—Burman sabe cómo llegar a sus objetivos. Es muy claro con lo que pide, y a mí me gusta mucho no sólo como director sino también como guionista. También fue un placer entregarme a su dirección y sumarme a la película desde un lugar muy funcional. Siempre digo que mi personaje hace al relato pero no desde un lugar frío sino porque cada personaje se hermana con el otro para contar una historia. Me encantó hacerlo. Mi personaje está muy bien medido a través de la mirada de Burman, y por eso cumple con su función.

—Además, debe ser maravilloso trabajar de esta manera con un grupo de actores tan compacto. Hendler, Adriana Aizemberg (fantástica como siempre) y ese señor nuevo, Arturo Goetz, al que no habíamos visto nunca y te fascina desde la primera escena.

—Bueno, es un economista. Hace un trabajo maravilloso. Se lo dije cuando lo vi durante la filmación. La cámara lo ama y él es muy sutil para trabajar. Por supuesto que también Burman ha sabido muy bien transmitirle lo que quería pero es indudable que Goetz tiene un ángel maravilloso, es un muy buen actor y las críticas le están dando todas las flores que se merece. Cumple maravillosamente su rol en la película y, además, le da al personaje un toque especial de dulzura y de cotidianidad. Esta cosa de la rutina pero con toda la magia. Va y viene por las escaleras de los Tribunales.

—Burman juega mucho, en los pases de tiempo, con los pies, las escaleras...

—El personaje también tiene eso de relacionarse con su hijo y vos le ves el mundo interior. Sus conceptos, su línea de pensamiento, sin dejar de ser sutil. Goetz hace un trabajo muy difícil.

—A la salida, discutíamos entre amigos acerca de la escena en la que el hijo ve al padre con las manos entrelazadas con su secretaria, ¿es realmente una escena de amor o un gesto de tierna amistad?

Julieta se detiene a reflexionar:

—Yo sé que había más escenas con esa relación pero Burman decidió dejar el cuento así como estaba y yo creo que hizo bien porque la película no hace agua por ningún lado. Creo que la relación de ellos (padre y secretaria) está un poco en un suspenso. No se sabe bien si pasó algo. Si es sólo compañerismo o un amor silencioso de parte de ella. ¡En el personaje de Adriana se nota que está enamorada del doctor!

—¡Por supuesto! –apunto, cholula.

—Adriana es una actriz maravillosa y me quedé con ganas de tener escenas así, fuertes, con ella. Hemos dicho que no faltará oportunidad. Y volviendo a la escena de la que hablábamos, creo que está bien que las películas no den todas las respuestas, que el espectador se quede con la sensación de que la vida de los personajes continúa.

—A propósito de continuidad, creo que el público está esperando ansiosamente el segundo ciclo de “Mujeres asesinas”. ¿En qué capítulo vas a actuar?

—No sé todavía cómo se titula. Estoy con Cristina Banegas y, esta vez, me toca ser dirigida por Daniel Barone, que ya me dirigió en Locas de amor. Estoy muy contenta de estar con él y también con Cristina porque en Locas de amor tampoco tuve escenas tan contundentes con ella. Ahora, en cambio, hay varias fuertes y esto me da alegría porque la quiero y la admiro muchísimo.

—Este va a ser, sin duda, otro buen año para vos.

—Sí, sí, Además de lo que te conté, es probable que haga alguna cosa con Endemol en un unitario. Por otro lado (y aquí tengo que guardar el secreto), me han llamado para un casting en una película muy importante. Estoy muy ilusionada con eso. A tal punto que, salga o no salga, me siento muy contenta por el solo hecho de que me hayan llamado para el casting. Tengo la energía puesta en muchas partes. También en una propuesta de teatro. Y para el segundo semestre de este año, o quizás a comienzos del que viene, me va a dirigir mi padre en La casa de Bernarda Alba, con un elenco maravilloso. Es un honor estar allí.

—Muchos pensamos, cuando te vimos hacer esa notable escena de amor con Alfredo Casero en “Locas de amor” (quizás una de las cosas más difíciles de lograr en la pantalla) que te estabas convirtiendo en una gran actriz. ¿Tenés conciencia de que éste es un momento mágico de tu vida?

—Sí, yo soy consciente de eso. Miro un poco para atrás y me doy cuenta de que cuando uno tiene la posibilidad de mostrar lo que sabe hacer, lo que aprendió, te llena un agradecimiento para el que no hay palabras. Pienso en gente talentosa, con muchas cosas para dar y a la que le cuesta tanto encontrar un espacio. Yo no me puedo quejar porque lo he tenido en un ciento por ciento. No me han tocado lugares donde no me hayan dado independencia y confianza. Lo disfruto muchísimo. Sé también que hubo un antes y un después de Locas de amor. Allí pude mostrar una veta más profunda y estuve rodeada por un elenco y un director fantásticos. También toda la gente de cámara me ayudó mucho. Hay que tener conciencia de que muchas cosas dependen de con quién trabajes.

—¿Y tenés tiempo de ocuparte de tu vida?

Julieta muestra esa rara sonrisa que le ilumina la cara:

—Sí, sí, tengo tiempo. Estoy haciendo un curso para mejorar la voz y...

—¡No! ¡Amores! Me refiero a amores.

—¡Ah, sí! Estoy de novia desde hace ocho meses con Sergio Surraco, un colega. Estamos muy enamorados y nos acompañamos mucho. Somos, también, muy felices.

—Algún día, qué sé yo, más adelante, ¿has pensado en tener una familia?

Con la lejanía de quien planea un viaje a largo plazo, Julieta esboza:

—Más adelante... dentro de algunos años... a lo mejor convivir... pero no tanto como para casarme y tener hijos. Eso lo veo más lejano. Creo que la vida te va llevando, y hoy no se plantea lo que vas a hacer dentro de dos o tres años. Por ahora vivo una realidad... ¿cómo te puedo decir?... egocéntrica. Es una palabra un poco fuerte pero hoy estoy centrada en la carrera.

—Es lógico. Es apasionante.

—Apasionante. Eso pasa con todas las carreras, y en el caso del actor también hay mucho puesto en la imagen, en la repercusión en la calle. Estoy en ese punto. Tengo también una vida muy rica con mis amigos, los estudios, la familia. A esa vida la alimento todo el tiempo porque me hace muy feliz.

—Con lo del amor y el corazón, te interrumpí cuando me hablabas de tus cursos.

—Bueno, por todo el tema de la voz estoy con Susana Naidich y, por supuesto, sigo con mis cursos de flamenco con Laura Mancela.

—Te encanta el flamenco... ¡pero no hay muchos papeles para bailar flamenco!

—¡No, no! Son cosas diferentes –protesta–. ¡Imaginate si tengo que ponerles flamenco a todos los papeles que hago! ¡Sería un cachivache! Lo hago simplemente porque me encanta. Como una persona que es abogado y a lo mejor estudia canto porque le gusta la música pero no va a vivir de eso ni tampoco meterlo en la abogacía. El flamenco es un arte de expresión igual que el teatro pero, en este caso, es una cuestión mía. Hobby es una palabra chica para el flamenco pero...

—También ahí debe haber un recuerdo de tu mamá...

—Sí, allí hay algo de mamá. Pero también mi familia es española por los cuatro costados. Calculo que también ha influido esa sangre aunque, a decir verdad, todos ellos eran del norte de España y el flamenco es bien del sur. Pero algo seguramente queda. También estoy haciendo un DVD con material para mandar afuera, para los directores, y eso me toma mucho tiempo. Es un trabajo a futuro. No espero resultados inmediatos.

Se le ha iluminado la cara mientras enumera todas estas cosas y, de pronto, se detiene y, como para ella misma, anuncia:

—Mirá, para Semana Santa a lo mejor me voy a descansar a algún lado.

—¿Con Surraco?

—¡Claro! –se ríe–. Por tres o cuatro días. Podríamos ir a una estancia para leer, dormir, recuperar energías...

—¿Por ejemplo, leer qué?

—Ahora estoy leyendo Cruzando el paraíso, un libro de cuentos de Sam Shepard. Es maravilloso. Lo había leído hace tiempo y con lo de Tontos de amor me dieron ganas de retomarlo. También algo de Felipe Pigna. Un poco de todo. Lo último, Amores en fuga, del alemán Schlink que mi amiga Julieta Novarro me regaló para mi cumpleaños. Me encanta leer pero soy muy lenta. Me llevaría todos esos libros al campo. También uno de poesía, Marisa Di Giorgio, una autora uruguaya que murió hace poco y que admiro mucho desde que vi el espectáculo que hacía Urdapilleta con sus poemas.

Más allá de sus entusiasmos, Julieta preserva una cierta dosis de misterio y libertad:

—Mirá –explica–, yo vivo sola. Para mí, entonces, la música es muy importante. Siempre tengo la radio puesta. Generalmente, música folclórica, en Radio Nacional. Y, si no —como quien enumera una lista de felicidades– escucho discos de flamenco.