Usted sostiene, como un encomiable propósito que orientó su tarea intelectual, “estudiar problemas, no autores”. ¿A qué atribuye que en los estudios humanísticos se haya afianzado justamente lo contrario, repetir autores como si sus textos fuesen sagrados?
—En las ciencias se investigan problemas, no autores, porque se procura conocer el universo, no opiniones más o menos acertadas. Además, es más fácil seguir una columna que encabezarla.
—Ya que sus dos pasiones (ciencia y filosofía) nacieron y crecieron juntas en usted, ¿cree hoy que hay algún modo de demarcar ambos dominios como diferentes o, por el contrario, que sólo hay un conocimiento, el de la ciencia?
—No, porque la filosofía tiene una problemática distinta de las problemáticas de las decenas o centenas de ciencias particulares. Por ejemplo, el ontólogo pregunta qué es el espacio físico, no cómo es el espacio vecino al Sol; el gnoseólogo busca una teoría general de la verdad, no las verdades particulares de la parasitología o de la antropología; y el axiólogo se pregunta por el bien en general, no por los bienes económicos o epidemiológicos. Además, la investigación filosófica, como la matemática, es puramente conceptual, aunque se ha empezado a hablar de (no a hacer) filosofía experimental.
—Usted recuerda que fue echado del partido comunista en 1947. ¿Sigue creyendo que Cuba es una joya en América, pero una joya en bruto porque le falta algo más de libertad?
—Cuba es una joya porque ha eliminado a la mafia y ha socializado la sanidad y la educación. Pero no es una sociedad socialista porque la propiedad ha sido estatizada, en lugar de ser socializada, y porque el poder político está en manos del gobierno, no del pueblo. Se convertirá en socialista en la medida en que se organicen cooperativas y en que los cargos políticos se llenen por concurso, no por mandato de un puñado de dictadores.
—Si se pregunta a especialistas en filosofía quién fue el más grande filósofo del siglo XX, las respuestas oscilarán entre escoger a Heidegger o preferir a Wittgenstein. Y lo cierto es que ambos desprestigian el pensamiento filosófico desde un lenguaje confuso. ¿Qué piensa usted que los ha conducido a tal éxito?
—Heidegger tuvo éxito porque tuvo el descaro de hacer pasar el disparate por filosofía profunda. Y Wittgenstein tuvo éxito porque no abordó ningún problema filosófico. Ninguno de los dos contribuyó a saber en qué nos distinguimos de los demás animales, que es pensar o en qué consiste la justicia. Ambos fueron escapistas y ninguno de ellos exigió conocer algo, ni siquiera historia de la filosofía. Wittgenstein pasó por la puerta ancha del jardín de infantes, y Heidegger ni siquiera vio la puerta.
—Usted ha distinguido cuidadosamente entre la ley como pauta objetiva, invariable, y el fenómeno sometido a ella como transitorio, cambiante. Y su ficcionismo moderado sobre la naturaleza de los entes matemáticos defiende que los objetos matemáticos son ficciones, “pero sometidas a leyes inexorables”. En ambos casos defiende un dualismo (hecho-ley). ¿Por qué, entonces, su resistencia al dualismo mente-cuerpo? ¿Es por fidelidad al monismo materialista que usted reduce lo mental a lo neuronal?
—Yo he adoptado y desarrollado el monismo psiconeural porque es el principio filosófico que anima a la neurociencia cognitiva, la rama más avanzada de la psicología. Dicho monismo es ontológico (“Todo lo mental es cerebral”), pero no metodológico, ya que reconoce que hay muchas maneras de entender lo mental: estudiando mecanismos neuronales, conductas, expresiones verbales, declaraciones de pacientes, etc.
—Su rechazo a la teoría psicoanalítica cubre también los resultados de la terapia psicoanalítica. ¿Hay estudios serios que muestren ese fracaso terapéutico?
—El psicoanálisis sólo se practica en Buenos Aires, París y Barcelona. No se lo enseña en ninguna universidad de punta porque, al igual que la homeopatía, no investiga. En el curso de 114 años los psicoanalistas no han hecho ni un solo experimento. No les interesa poner a prueba lo que afirman: constituyen una iglesia. Tampoco llevan la cuenta de las curaciones de depresiones, esquizofrenias ni adicciones. Buscan guita, no curación ni comprensión.
—Su materialismo difiere del dialéctico marxista con fuertes razones. ¿No estima que las transformaciones nacidas de la ciencia y de la tecnología merecen más justamente el nombre de revolucionarias que las cumplidas por Lenin, Stalin o Mao? En otras palabras, ¿no fueron más significativos para las transformaciones sociales gente como Faraday, Edison o Fleming?
—Efectivamente. Peor aun: los materialistas dialécticos condenaron inicialmente todas las revoluciones científicas posteriores al materialismo histórico, desde la lógica matemática y las dos relatividades, la cuántica, la teoría sintética de la evolución y la psicología biológica. Pero ha habido buenos historiadores marxistas, porque han subrayado la importancia del aspecto económico de todo lo social.
—Hablando de su ontología materialista, la lectura usual del experimento ideado por Wheeler (“elección retardada”), sostiene, Hawking entre otros, que un fotón que ha pasado por una de dos ranuras y ha sido interceptado “regresa al pasado”, modifica su comportamiento ya cumplido y toma un camino alternativo. ¿Encaja esa versión del experimento en su ontología cuántica?
—Wheeler, con quien conversé muchas veces, fue un físico competente y al mismo tiempo un gran macaneador. Lo mismo se aplica a Hawking. No los citemos como autoridades en todo: celebremos sus aciertos pero critiquemos sus errores, que no habrían cometido si se hubiesen atenido al realismo y al materialismo filosóficos. Es imposible regresar al pasado porque ya no existe, y es imposible que un trozo de materia sea un montón de bits, porque la unidad de información carece de propiedades físicas y sólo tiene sentido con referencia a un sistema informático.
—Entre el peronismo original que usted conoció en el poder y el actual peronismo gobernante, ¿ve diferencias sustantivas?
—Ante todo, no estoy informado sobre el peronismo posterior a mi trasplante de país en 1962. Aun así, de lejos, creo que ha habido tanto cambios (democracia política, respeto por los derechos humanos, desaparición de las FF.AA. como fuerza política y apoyo a la investigación científica) como permanencias (caudillismo, intento de amordazamiento de la prensa e improvisación). Los peronistas no responden a las acusaciones justas de los opositores, y éstos repiten los errores de la llamada Unión Democrática. Además, se niegan a ver una novedad importante: la formación de un frente único sudamericano antiimperialista, el primero en
200 años. Los K pasarán a la historia no por sus presuntos negocios ilegales sino por sus méritos reales, entre los cuales descuella su participación en ese bloque independiente. Y la oposición pasará a la historia por su estupidez política y su complicidad tácita con el Imperio.
—De su cuantiosa producción intelectual, ¿qué destacaría como su aporte más significativo al pensamiento contemporáneo?
—Dos: mi trabajo de axiomatización realista, pero no clasicista, de varias teorías físicas, en particular la cuántica; y la construcción de una filosofía cientificista, y por tanto realista, materialista, sistemista y humanista.
Entrevista de http://letraurbana.com.