DOMINGO
educación

Pensar de manera diferente

Winston Churchill, Albert Einstein, Stephen Hawking y tantos otros genios admitieron haberla pasado mal durante sus años escolares. Pareciera que hubiesen estado anestesiados en la escuela y que recién al conectarse con sus propias pasiones y talentos pudieron potenciar sus sentidos. Algunos alumnos también parecieran también estar anestesiados en clase. Debemos activar sus sentidos si buscamos que aprendan.

Los desafíos pueden estimular nuestras capacidades cognitivas para animarnos a enfrentar situaciones complejas y difíciles. Después de todo, en tiempos prehistóricos, nuestros ancestros debían salir a buscar la comida del día, con todos los peligros que esto representaba. El aprendizaje también puede convertirse en un desafío interesante para nuestros estudiantes si los incentivamos a que construyan saberes significativos con los contenidos que les enseñamos.

Generar una cultura de pensamiento en el aula tiene que ver con lograr que los alumnos desplieguen sus capacidades para desarrollar habilidades como: pensar de maneras profundas, razonar, trabajar en grupos, hacer y hacerse preguntas, trabajar en la precisión, escanear la realidad, ser flexibles, desarrollar una buena escucha, buscar comprender y desarrollar buenas habilidades de comunicación.

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Ya sabemos que cuando el alumno realiza una tarea creativa, aumenta el número de conexiones sinérgicas y el desempeño cognitivo. Por eso, es mucho más efectivo invitar a los alumnos a resolver situaciones por ellos mismos que servírselas en bandeja.

El desafío de este siglo es ayudar a nuestros alumnos a pensar de maneras diferentes y a desafiar nuevas inteligencias.

¿Por qué enseñarles a pensar a nuestros alumnos?

* Porque aprender a pensar es mucho más interesante que aprender de memoria.

* Porque, al construir el aprendizaje mediante herramientas diversas, los alumnos alcanzan una comprensión más profunda.

* Porque alienta en los alumnos el desarrollo de habilidades esenciales para la vida, como la comunicación, el pensamiento creativo, el pensamiento crítico y la colaboración.

* Porque ayuda a los alumnos a tomar decisiones, sacar conclusiones, resolver problemas y pensar por ellos mismos, sin depender de la palabra del otro.

* Porque les brinda mayor autonomía en su propio aprendizaje.

* Porque da a los alumnos la oportunidad de valorar los resultados del esfuerzo y la perseverancia.

* Porque los entusiasma y los involucra cognitivamente.

El desarrollo del pensamiento crítico no puede esperar y, para eso, el docente necesita dar un paso al costado y poner al alumno en el centro de la escena. No se trata de quitar de la ecuación al docente. Recordemos que el rol del docente ya no es el de transmitir contenidos, tan propio de la clase tradicional, sino lograr que los mismos alumnos puedan llegar a las respuestas.

Un alumno anestesiado, que se limita a acatar lo que dice el docente sin pensar en qué, para qué o por qué está aprendiendo lo que está aprendiendo, desarrolla un conformismo que está en las antípodas del pensamiento crítico, ya que no posee ni la motivación intrínseca ni la curiosidad para aprender. Si lo que queremos son estudiantes más comprometidos y con mejores aprendizajes, debemos fomentar:

La autonomía en los alumnos: incentivar la posibilidad de que cada uno gestione sus propios aprendizajes en lo que se refiere a qué, cómo, dónde, cuándo y con quién aprende.

Un aula centrada en el alumno: descentralizar la clase para que los docentes ya no seamos la única fuente de conocimiento. Posicionar al estudiante en el lugar de hacedor y no como recipiente de contenido.

Las habilidades de pensamiento de orden superior: en lugar de repetir y hacer actividades que no les demandan demasiado cognitivamente, pasar a un aula en la que los alumnos deban pensar de manera crítica, resolver problemas, colaborar y crear.

La tecnología como medio: las herramientas tecnológicas deben ser un medio, no un fin. La información digital se mueve a la velocidad de la luz. La comunicación cambió y la manera de aprender debe adecuarse. (…)

Espacios de aprendizaje pensados para el alumno de hoy: Más que un modelo de aula tradicional, en donde el docente es el foco de atención y los alumnos son la audiencia, lo que necesitamos es diseñar espacios de aprendizaje para activar el contenido. Esto es, promover el pensamiento crítico, el pensamiento creativo, y el trabajo colaborativo para que los alumnos puedan hacer algo con eso que aprenden. (…)

El trabajo auténtico: la escuela debe poder tender puentes y trasladar el conocimiento a la comunidad, no solo para afianzar contenidos, inspirar y poder inspirarse, sino además para pensarnos como parte de un sistema más amplio. La escuela debe poder pasar del trabajo aislado del alumno, sentado en su banco, a oportunidades de aprendizaje local, regional e internacional.

Las sillas en el aula no son para sentarse, ¡son para pensar! El desafío de este siglo es ayudar a nuestros alumnos a pensar de maneras diferentes, a desafiar nuevas inteligencias, y esto se logra con una cultura del pensamiento en las aulas. Es decir, cuando el pensamiento individual y colectivo se valora, se hace visible y se promueve activamente como parte de la experiencia cotidiana de todo el grupo.

*Autora de Las sillas no son para sentarse, son para pensar. Editorial Santillana (fragmento).