Nuestra bolsa en general está compuesta en un 50% por residuos orgánicos, que podrían compostarse. Y en un 20 y 30% por envases que podrían reciclarse. Sin embargo, el 90% de los residuos municipales son enviados a disposición final, es decir, no reciben ninguna clase de tratamiento, según el informe de la ONU “Perspectiva de la gestión de residuos en América Latina y el Caribe”. En 2016, el 5% de las emisiones de GEI mundiales provenían de la gestión de desechos sólidos, sin contar el transporte (Banco Mundial, 2018).
Según la Dirección Nacional de Gestión Integral de Residuos (DNGIR), Argentina se ubica entre los países de rango medio en generación per cápita diaria de RSU, basura proveniente del ámbito residencial, comercial, sanitario o industrial.
El promedio diario de desechos por habitante es de 1,3 kg, lo que equivale a más de 46.000 toneladas diarias para el total de la población y alrededor de 18 millones de toneladas cada año (Informe del Estado del Ambiente, Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2018). Y sólo se recicla un promedio del 6%.
Si bien cada vez hay más municipios llevan adelante programas de recolección diferenciada en origen, como Vicente López, San Isidro, La Plata y Morón; ciudades como Mar del Plata, Colón, Aluminé, Trenque Lauquen; distintos municipios de Córdoba, Santa Fe, Bariloche. Aún queda mucho por hacer.
Plan Argentina Recicla
Este 17 de mayo, se relanzó el plan Argentina Recicla, que propone darle asistencia a las cooperativas y sus trabajadores para mejorar las condiciones y generar valor agregado. Existen, en el país, entre 120.000 y 200.00 personas dedicadas ala actividad del reciclado en el país. “Detrás hay mucha consciencia ambiental y trabajo que a veces ni cuenta nos damos”, asegura María Castillo, directora nacional de reciclado y cartonera desde 2001.
La referente de la Confederación de Cartoneros, Carreros y Recicladores de Argetina explica que ” esta iniciativa busca, en primer lugar, asistir al recuperador de base, que es el cartonero, con equipamiento, carro, bolsones, indumentaria y protección por el Covid-19. La segunda línea es el financiamiento para herramientas de esos nodos de trabajo que son enfardadoras, autoelevadores y todos los insumos que se necesitan dentro del espacio. En el ámbito de la comercialización, le garantiza al compañero la venta directamente a la industria y eso impacta en la mejora del precio por kilo del material enfardado. Y la cuarta línea es el valor agregado, todo el material que ingresa a la cooperativa y se le pueda dar un reacondicionamiento, se va a acompañar ese proceso”.
“El año pasado comenzamos con el diagnostico básico que teníamos nosotros. Ver cómo avanzar en lanzar un modelo. Ver qué hacer nuestros compañeros que prestan servicio a la comunidad y en la gran mayoría del país no es reconocido”, agrega unas delas fundaroras de las cooperativas “Amanecer de los cartoneros” en Barracas y “Jóvenes en Progreso” en Lomas de Zamora.
Ley de envases
Para hablar de reciclado, los y las especialistas dicen que dentro de este circuito es imprescindible debatir una ley de envases y el principio de responsabilidad extendida del productor para que quienes insertan los envases en el mercado se hagan cargo.
Y tengan ciertas normas como que los materiales sean amigables con el planeta, informar a la gente en sus etiquetas de qué están hechos esos envases y que quien los genera se haga cargo del daño que le hace al planeta porque muchas veces sucede que son estos sectores de la sociedad . Hay plásticos que ni siquiera pueden reciclarse
Desde el sector cartonero insisten que estas clases de leyes tienen que tener normas de inclusión social para que los sectores privados no terciaricen esta tarea, dejando afuera el rol social del reciclador.
