El litio, el “oro del siglo XXI”, es considerado un recurso estratégico para los países que poseen las mayores reservas mundiales de este mineral. Argentina es uno de ellos pero la legislación flexible, la falta de controles ambientales y las escazas regalías provinciales parecen dinamitar las posibilidades de una política rentable a futuro.
Argentina, junto con Chile y Bolivia, conforman la región conocida como el “Triángulo de litio”, ya que entre los tres países contienen el 58% de este recurso a nivel mundial. Según un informe del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), el país tiene las segundas reservas mundiales detrás de Bolivia, y además, es la tercera en cantidad de reservas “comercialmente viables”, detrás de Chile y Australia.
“De las 86 millones de toneladas de recursos de litio del mundo, Bolivia posee 21 millones, seguido por la Argentina con 19,3 millones y Chile con 9,6 millones. Mientras Chile transformo exitosamente la mayoría de sus recursos disponibles en reservas económicamente viables para la producción comercial, la Argentina y Bolivia hasta ahora no han podido hacerlo, debido a un clima desfavorable de inversión y condiciones geográficas más desafiantes”, señala el documento difundido recientemente por CSIS.
En contraste, las informaciones del Servicio Geológico -también de Estados Unidos- indicaron con anterioridad que la existencia de este valioso mineral es más elevada. Específicamente, afirmaron que el 68% las reservas mundiales de este “oro blanco” se encuentran en el norte Argentina, el sur de Bolivia y el norte de Chile. De este total, el 20% corresponde a la Argentina, particularmente a las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca.
El litio es un mineral estratégico
Este mineral es un recurso estratégico cuya demanda va en aumento, lo que responde a su cualidad de componente esencial para los sistemas de energía limpia del futuro. Este fenómeno se da en el marco de la carrera para reducir significativamente las emisiones de carbono, prometiendo llegar al "cero neto" en 2050.
Jonatan Núñez, becario de CONICET y miembro del grupo Estudios en Geopolítica y Bienes Comunes, dialogó con PERFIL. El profesional explicó que del carbonato y del hidróxido de litio se usan sus destilados para poner a funcionar distintas tipos de batería.
Alrededor del 80% de la demanda de este recurso es para fabricar las baterías que hacen funcionar los vehículos eléctricos. Según relevamiento, las ventas mundiales de este tipo de automóviles aumentaron un 40% en 2020 y ascenderían a un 70% para durante este 2021. A lo que se suma la demanda de baterías de ion de litio para los celulares, computadoras, y demás dispositivos electrónicos que utilizamos a diario.
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“Son distintos componentes que tienen una distinta concentración del mineral diferente. En Argentina la tonelada de litio vale 9 mil dólares, mientras que en Chile cotiza a 13 mil dólares. La cuestión es que las empresas instaladas en Argentina están muy amparadas en las reformas neoliberales de la década del ‘90 como la Constitución, la ley de inversiones mineras; que dan un panorama complejo a la hora de avanzar en la cadena de valor”, explicó.
El artículo 124 de la Constitución Nacional provincializa el recurso. Lo que se complementa con la Ley de inversiones mineras del año 1.993 que le da a las empresas estabilidad fiscal por 30 años y una serie de exenciones impositivas. También entra en juego el Código de Minería que fue reformado en 1.997 y establece facilidades al denunciar la existencia de minerales, y su posterior comercialización. En este mismo código se establece que las regalías son del 3% del valor en boca de mina. En conclusión, el litio no está señalado como recurso estratégico, por ende, no hay un control nacional sobre la extracción y explotación por parte del Estado.
Salares de litio en Argentina
Actualmente hay 2 proyectos en plena operación. El primero es el proyecto Fénix que está desde 1997. Opera diariamente en el Salar de Hombre Muerto en Catamarca, del cual se extraen entre 19 mil y 21mil toneladas anuales de carbonato de litio. Esta explotación está a cargo de Livent, una empresa norteamericana subsidiaria de la compañía FMC Lithium. Dicha entidad se autoexporta a su casa matriz en EEUU, y también a fábricas que tiene en China.
El segundo proyecto está en Jujuy y es el Salar de Olaroz. Esta explotación se encuentra en manos de un joint venture, es decir, una asociación empresarial en la que los socios comparten los riesgos de capital y los beneficios según las tasas acordadas. Es un 66,5% de la empresa canadiense Eurocobre, un 25% de la compañía japonesa automotriz Toyota y un 8,5% de la empresa provincial Jemse. Funciona desde 2015 y se extraen 17 mil toneladas anuales de carbonato de litio.
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“Es interesante porque en ambos casos se da la dinámica de exportarse a ellos mismos. Todo esto es posibilitado gracias a la normativa que rige en nuestro país. La flexibilidad que existe lleva a que las dueñas de los salares declaren lo que quieran, sin control alguno. De ese número, sólo el 3% queda en regalías para la provincia”, dijo a PERFIL Jonatan Nuñez.
El año que viene, se pondría en marcha un tercer proyecto: el Caucharí-Olaroz que pertenece a la minera Exar. También adquirieron participación a través de un joint venture la multinacional china Ganfeng Lithium y la canadiense Lithium Americas.
Además, hay otros 50 proyectos que están en distintos grados de exploración. De hecho, el ministro de Industria, Matías Kulfas estimó que de acá al 2025 podría haber hasta 20 proyectos en marcha.
El litio y la geopolítica
Estados Unidos ya puso los ojos en Argentina. Según el informe del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales para la administración de Joseph Biden “el triángulo de litio es importante tanto en la transición hacia las energías más limpias, como en la competencia estratégica con China, país que además ya avanzó en la región usando incluso la diplomacia de las vacunas”.
Tanto Bolivia como Chile tienen medidas más restrictivas en lo relativo a la explotación del “oro del siglo XXI”, porque realmente lo consideran un recurso estratégico. La cuestión a nivel nacional es más compleja y deja un interrogante abierto: ¿El "oro blanco" puede salvar a la Argentina?
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“Hay que pensar en modelos de desarrollo teniendo en cuenta que el mundo está haciendo la transición energética. El riesgo que se corre con todo esto es que países como el nuestro terminen siendo subsidiarios de las transformaciones y los avances de países del norte. Entonces el litio o cualquier otro recurso estratégico sencillamente sirven para ser exportados y qué otros países de Europa o Estados Unidos lleven adelante su transición energética. Mientras que acá quedan solamente los despojo, algunos dólares. Pero nada más lejos que el litio como mineral estratégico que impulse el desarrollo y mejoramiento en las condiciones de vida de la mayoría. Hay que pensar más grande. Digo qué rol juega la Argentina, qué rol juegan las poblaciones locales y cómo se ven perjudicadas. Hay que pensar el cambio en los patrones de consumo y cómo nos insertamos ahí”, finalizó Nuñez.
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