Antes de la invasión de Rusia a Ucrania, el Fondo Monetario Internacional ya había corregido su proyección de crecimiento mundial en un 4,4% para este año por el impacto de la variante ómicron de covid en el inicio de 2022.
Ahora, con la guerra en Europa, hay un nuevo tablero internacional y algunos analistas ya anticipan una rebaja de uno por ciento en el PBI del mundo. En este nuevo tablero mundial, China, la segunda economía, que apostaba fuertemente a la reactivación del PBI mundial, hoy se presenta como una de las naciones más preocupadas por la guerra en Europa y el impacto recesivo que tendrá en todas las latitudes.
Una rebaja del uno por ciento en el PBI mundial parece poco pero en términos de volumen de negocios y comercio exterior es muchísimo para un planeta que ya tiene dificultades de suministros de insumos como consecuencia de la pandemia, que no concluyó.
También preocupa el impacto que tendrá en la inflación, un mal muy argentino pero que está en alza en todo el mundo como consecuencia de la pandemia. Con los recortes energéticos que implica el conflicto disparado por Rusia, el costo de la energía aumentará, y eso repercute inevitablemente en los precios finales. Sin contar, claro está, que también la suba del petróleo aportará su propia combustión inflacionaria.
Económicamente, China necesita consolidar su poderío y también su avance en regiones donde, hasta ahora, pisan fuerte los Estados Unidos. Por citar solo un ejemplo: cabe destacar las tensiones en Argentina y Uruguay por las inversiones china en el Río de la Plata. Hay otros casos a mares.
China podría hacer valer su peso frente a Rusia ahora que fue sancionada por los Estados Unidos y por la Unión Europea y no le comprarán ni energía ni alimentos primarios, que sí podrá adquirir el gigante asiático.
En este mismo escenario juegan las asimetrías entre Rusia y Ucrania, que no son únicamente bélicas sino también económicas. Ucrania produce muchos de aquellos insumos que Rusia necesita para mantenerse como potencia nuclear. Su propio accionar bélico complica ahora el sostén económico de su avance militar, con una economía que tampoco reparte robusteces. De hecho, el jueves, con la misma velocidad con la que los tanques rusos avanzaban sobre Kiev, la bolsa rusa se hizo añicos golpeando aún más las expectativas, que esperan una suba más vertiginosa de costos que de ingresos este año.
Sacar a Rusia del Swift. Ayer, la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, confirmó que las potencias occidentales les aplicaron un veto a “ciertos” bancos rusos para operar dentro del sistema Swift. Esto implica un congelamiento de los activos del Banco Central ruso y la suspensión de los pasaportes extraordinarios de los oligarcas rusos. Es una de las sanciones más duras aplicadas hasta ahora y apunta a debilitar el corazón de la economía rusa, que sostiene el engranaje de la guerra en Ucrania. Este último país le había reclamado a la UE esta sanción pero algunos miembros, como Alemania, habían ofrecido resistencias por el impacto que, a su vez, tendría en las operaciones transaccionales europeas.
Estados Unidos, Reino Unido y Canadá ya habían aplicado sanciones contra Rusia. Ante el anuncio de Von der Leyen, ayer un funcionario de los Estados Unidos dijo que esta decisión convetrtirá a Rusia en “un paria económico y financiero mundial”.
Hoy, en videoconferencia, los ministros europeos de Asuntos Exteriores se reunirán para volver a hablar del apoyo de la UE a Ucrania. Los ministros podrían debatir otras sanciones, ya que ayer Alemania allanó el camino para excluir a Rusia del sistema de conexión interbancaria Swift. La principal economía europea admitió estar dispuesta a aceptar una limitación “focalizada y funcional” del acceso de Rusia al sistema de conexión interbancaria Swift, en represalia por la invasión a Ucrania. La sanción se difundió ayer, se pondrá en marcha en los próximos días y hoy los cancilleres europeos podrían reforzarla.
