Los terremotos que sacudieron a Siria y a Turquía ocurren en un momento muy delicado para las economías de ambos países que se encuentra en muy mal estado.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, busca ser reelegido en las elecciones de mayo, pero ahora enfrenta un contexto mucho menos favorable que el que esperaba cuando decidió adelantar los comicios.
La situación económica es más dramática al norte de Siria, que sigue en guerra. En esa región fragmentada, donde se concentra los opositores al de Bashar al Assad, millones de desplazados por la violencia vivían ya en condiciones de extrema pobreza antes de los terremotos.
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La supervivencia dependía de una ayuda internacional cada vez más escasa debido a la falta de financiación. Faltaba todo para garantizar lo esencial, y hoy, la situación es mucho más grave, pues falta material sanitario para atender a los heridos, ya que fue destruido por los bombardeos. A lo que se suma la falta de agua potable y combustible.
Crisis energética en Siria
Siria ya estaba sumida en su peor crisis energética de la década con la caída de los suministros procedentes de Irán. Pero el terremoto deterioró todavía más la situación porque la principal refinería del oeste quedó dañada por los temblores y su actividad quedó temporalmente suspendida. Desde el lunes, cuando ocurrió el movimiento telúrico, los precios de la gasolina se han triplicado.
Turquía: entre el terremoto y la inflación récord
Tanto la lira turca como la bolsa se desplomaron tras el doble terremoto. Con la destrucción de parte de la economía y, por tanto, de los medios de producción y el aumento de la demanda de productos de primera necesidad, la catástrofe afecta a decenas de millones de personas y además tiende a subir los precios.
Esto agrava la frágil situación económica en la que ya se encontraba Turquía donde la inflación alcanzó el 84% en 2022, según consigna rFi. Actualmente, se mantiene en un nivel alto debido a la política del Banco Central que, bajo la orden directa de Erdogan, se niega a tomar un tono hawkish sobre las tasas de interés como hacen otros países en una situación similar.
A esto se suma que el Estado deberá aumentar fuertemente el gasto para ayudar a los damnificados lo que conllevará una nueva restricción presupuestaria. Las dádivas que Erdogan deberá conceder en medio de su campaña por la reelección finalmente terminarán debilitando aún más las finanzas públicas.
El panorama para el mandatario que lleva 20 años en el poder no luce optimista. Una vez superada la emergencia, la agenda incluye alojar a los miles de damnificados sin hogares y reconstruir la decena de pueblos afectados. Las pérdidas podrían acceder a mil millones de dólares, de acuerdo a los datos del servicio geológico estadounidense.
Erdogan también deberá rendir cuentas, pues justo antes de que llegara al poder, Turquía sufrió un devastador terremoto en 1999, al parecer, el Gobierno ha ignorado las normas antisísmicas de constricción y por eso se derrumbaron los edificios, agrega rFi.
SE / LR
