ECONOMIA

Cómo Irán (y Ucrania) están cambiando el escenario del Medio Oriente

De una manera inimaginable hasta hace pocos años, y bajo la presión de las ambiciones regionales de Irán -y ahora también de la guerra en Ucrania- el escenario político y económico del Medio Oriente está cambiando de manera dramática. Y no se trata solamente de los Acuerdos de Abraham.

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ABRAHAM: Los acuerdos para la normalización de las relaciones diplomáticas de Israel con Bahrein y los EAU dispararon una ola de negocios e inversiones en la región. | JOYCE BOGHOSIAN

El acercamiento entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahrein con Israel -ratificado con los tratados firmados en setiembre del 2020 en la Casa Blanca bajo los auspicios del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump- es apenas una arista de este impactante proceso. 

Por un lado, los acuerdos para normalizar relaciones diplomáticas, a los que rápidamente se sumó Marruecos, están en efecto revolucionando los negocios y el comercio en la región. 

Según datos presentados por Dorian Barak, uno de los fundadores del   Consejo Empresarial EAU-Israel, el flujo comercial entre los dos países está en camino a marcar los 2.500 millones de dólares. 

Entrevistado por la revista Gulf Business, Barak precisó que el mayor impacto de este boom se está registrando en los sectores de la tecnología, los diamantes, las energías renovables y las ciencias de la vida. 

Impensable hasta hace algunos años: Israel y Egipto firmaron un acuerdo para exportar gas juntos

“Pero también es bastante significativo para el segmento de bienes de consumo”, apuntó. 

En ese sentido, el dirigente señaló que “el turismo y los servicios, que no son el foco principal del acuerdo, ya están en auge y seguirán creciendo”. 

“El nivel de actividad que estamos viendo ya ha superado nuestras expectativas”, resumió. 

A mediados de junio de este año, y frente al auge de los vuelos entre los dos países, la aerolínea Emirates anunció un segundo vuelo diario para cubrir la ruta Dubai-Tel Aviv. 

El gigante de la aviación -una de las compañías más grandes de sector en el mundo- incluso acompañó la noticia del nuevo vuelo con un llamativo anuncio en su website, adonde comenzó a promocionar su ruta a Tel Aviv en varios idiomas, entre ellos el árabe. 

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DEFENSA. La Cúpula de Hierro israelí, la quieren en Europa y en los países árabes. FOTO: MOD

“Tel Aviv es un destino de fiesta junto al mar”, apuntaba el aviso en la página de Emirates. “Pero ese es solo uno de los aspectos de la vibrante personalidad de la ciudad” israelí, añadió la aerolínea, para pasar a elogiar el ambiente cultural y culinario de la metrópolis sobre el Mediterráneo. 

Nada mal si se tiene en cuenta que, hasta hace poco, Tel Aviv era para los Emiratos Árabes una “ciudad enemiga”. 
El auge de la aviación comercial también se viene traduciendo en nuevas rutas non stop desde Tel Aviv a Rabat, Marrakesh, Doha, Abu Dhabi y hasta El Cairo. 

Hasta hace poco tiempo, el único vuelo directo desde el aeropuerto Ben-Gurion a la capital egipcia se cumplía a bordo del único avión de la oscura compañía Air Sinai, que volaba sin colores. 

También eso cambió y ya es posible subirse sin problemas al MS593 de EgyptAir y volar entre CAI y TLV bajo los colores de la bandera egipcia. 

En un primer momento, estaba relativamente claro que países como los EAU y Bahrein -y en cierta medida Arabia Saudita- se estaban acercando al gobierno de Jerusalén para intentar contrarrestar las ambiciones de hegemonía regional de las autoridades de Teherán. 

Las ambiciones nucleares iraníes, después de todo, no representan un peligro solamente para Israel. 

“Irán ha acercado a Israel y los estados árabes. ¿Es Arabia Saudita el siguiente?”, se preguntaba el Washington Post en un artículo de julio de este año. 

“Durante más de medio siglo, el conflicto entre Israel y las naciones árabes que lo rodean ha sido una característica definitoria de Oriente Medio, produciendo periódicas guerras, oportunidades comerciales perdidas e incontables horas de diplomacia infructuosa”, señalaba el análisis de Marc Champion.  

“La grieta -añadió- está lejos de resolverse. Sin embargo, ha habido un cambio”.

El comentarista subrayó la larga historia de apoyo iraní a grupos fundamentalistas, de Hezbollah a Hamas, pasando por los rebeldes hutíes del Yemen en guerra con Arabia Saudita, que consolidó -dice en el artículo- una fuerte desconfianza de las monarquías del Golfo hacia el régimen de Teherán.

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TURISMO. Emirates tuvo que agregar un segundo vuelo diario en su ruta Dubai-TLV.

Sin embargo, Champion no hace alusión a otro importante elemento: Israel viene siendo, desde hace ya un par de décadas, una potencia tecnológica global, una capacidad que, combinada con los ingentes recursos de estos países árabes, termina siendo demasiado seductora. 

Como ejemplo, en mayo de este año un reporte periodístico aseguró que el gobierno de Arabia Saudita está listo para invertir “millones de dólares” en Israel -país con el que todavía no mantiene relaciones diplomáticas- a través de una empresa de capitales de nada menos que Jared Kushner, el yerno del ex presidente Trump.

Según el Wall Street Journal el dinero provendrá del fondo soberano de inversiones del estado saudita. Incluso -apuntó el diario-, Affinity Partners, la firma de Kushner, “ya seleccionó las primeras empresas israelíes para invertir” esos capitales.

Más allá del frente del Golfo, otra pequeña revolución económica se está gestando entre Israel y Egipto, que firmaron un histórico acuerdo de paz en 1979. 

Desde aquel momento, y con la excepción de las relaciones en el terreno de la seguridad, esa paz fue siempre “fría”, aunque las cosas estarían cambiando de la mano de las enormes reservas de gas natural que se descubrieron en las aguas territoriales israelíes en el Mediterráneo. 

En junio último, la ministra de Energía de Israel, Karine Elharrar, viajó a El Cairo para firmar un tratado comercial que tampoco se podría haber imaginado hasta hace poco tiempo. 

Elharrar puso la firma junto a la de su colega egipcio de Petróleo y Recursos Minerales, Tarek el-Molla, y en presencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a un memorando de entendimiento para comenzar a hacer negocios con el gas israelí. 

A través de este tratado, parte del gas natural que Israel despacha regularmente a Egipto será licuado allí para enviarse luego a las naciones europeas, que siguen buscando las maneras de reemplazar las importaciones que hasta ahora llegaban desde la sancionada Rusia.

Y es aquí donde aparece la figura de Ucrania. La guerra desencadenada con la invasión rusa claramente despatarró el escenario europeo, en numerosos frentes -de la energía a la diplomacia- pero también está afectando notablemente las cosas en el Medio Oriente. 

La guerra entre Rusia y Ucrania de alguna manera blanqueó la necesidad de Europa de comprar armas

Para empezar, la crisis en los suministros del gas a causa de las sanciones occidentales contra Moscú ya pusieron en marcha el importante acercamiento entre Jerusalén y El Cairo. Quedará por verse si los buenos negocios convierten a la paz “fría” en una paz “tibia”. 

Pero, además, la guerra entre Ucrania y Rusia de alguna manera “blanqueó” las necesidades de los países europeos de adquirir armamentos, en un proceso paralelo al que ya estaba en marcha entre las naciones del Golfo con sus preocupaciones de frente a Irán. 

Para poner solamente un ejemplo, en marzo de este año, pocas semanas después de comenzada la invasión rusa de Ucrania, se anunció el viaje de un grupo de influyentes legisladores alemanes a Israel para evaluar el sistema antiaéreo Arrow 3. 

El interés, obviamente, se registró en el marco del plan de Berlín para reforzar su defensa frente a la cada vez más imprevisible Rusia de Putin. 

La delegación finalmente visitó Israel en abril, encabezada por Marie-Agnes Strack-Zimmermann, la presidenta del Comité de Defensa del Bundestag.

Al mismo tiempo que crece el mercado europeo para los armamentos y dispositivos de seguridad israelíes, también se consolidan los negocios en este frente con los “nuevos amigos” árabes. 

Un reporte del Jerusalem Post, de julio de este año, señaló que, desde la firma de los Acuerdos de Abraham, Israel “ha estado trabajando con países de la región y ha aumentado sus lazos militares, firmando acuerdos de defensa por valor de más de 3.000 millones” de dólares con naciones árabes.

Al conocerse esos datos, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, reveló que funcionarios de su cartera celebraron alrededor de 150 reuniones “con sus pares de los países de la región” desde la firma de los tratados, eso sin contar Egipto y Jordania, naciones con las que el gobierno de Jerusalén mantiene aceitados lazos en el campo de la seguridad.

Poco antes, en junio, el propio Gantz había deslizado que Israel está impulsando una alianza regional de defensa aérea con la vista puesta en Irán. Según el diario Times of Israel, eso estaba confirmando, “al menos en parte, un informe de que el ejército israelí estaba en conversaciones con sus homólogos saudíes y qataríes sobre el asunto”.
Estas “nuevas alianzas en el Medio Oriente están tomando forma en respuesta a la oportunidad y la necesidad de enfrentar desafíos compartidos”, señaló el analista Avi Hasson en una columna para el periódico USA Today. 

Comentando la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a la región en julio pasado, Hasson consideró que “cualquier arreglo regional, ya sean los Acuerdos de Abraham o una mejora directa de los lazos entre Israel y Arabia Saudita, se centrará en la seguridad”. 

“Pero, ¿y si ampliáramos el significado de la palabra seguridad? ¿Qué pasaría si, en lugar de centrarnos exclusivamente en los desafíos geopolíticos compartidos en la región, pudiéramos tomar medidas conjuntas para protegernos de otras importantes amenazas a la seguridad, como la escasez de alimentos, las pandemias mundiales y las crisis ambientales?”, se preguntó el comentarista, que actúa como CEO de la organización israelí Start-Up Nation Central. 

Por ahora, y si bien algunos sectores del liderazgo de Israel y los países árabes más cercanos a las autoridades de Jerusalén parecen compartir esas inquietudes, el boom de los negocios en la región parece concentrarse en las inversiones tecnológicas, los armamentos y la seguridad y la energía. 

Los cambios parecerían haber llegado para quedarse, especialmente en el terreno de la energía. Un análisis de Karen Young para la publicación Al-Monitor aseguró en ese sentido que las “nuevas oportunidades en la producción de gas” pueden “definir el futuro de los gigantes energéticos de Medio Oriente”. 

“Si bien seguirá existiendo un mercado para el petróleo y los productos petroquímicos asociados durante algún tiempo, las oportunidades a corto y mediano plazo en la producción de gas serán transformadoras para algunos estados de la región del Medio Oriente y el norte de África”, escribió Young.

“Para algunos, como Egipto e Israel, se trata de una nueva situación de exportación neta de hidrocarburos. Y para otros como Qatar y los vecinos Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, el gas será una fuente de longevidad para los flujos de ingresos basados en recursos”. 

Finalmente, la experta, directora del programa de Economía y Energías del  Middle East Institute, “la diferencia para los Emiratos Árabes Unidos es que la producción nacional se combinará con inversiones y asociaciones externas, creando nuevos gigantes de la energía del gas” en la región.

Entretanto, y para demostrar que esta situación no se está desarrollando solamente en base a apuestas al mediano plazo, hasta los ya habituales enfrentamientos entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y los grupos radicales de matriz islámica en la Franja de Gaza están produciendo noticias para las páginas de economía y negocios. 
Según reveló el diario económico israelí Globes, la excelente performance de las baterías antiaéreas Cúpula de Hierro durante el conflicto entre las FDI y el grupo Jihad Islámica Palestina entre el 5 y el 7 de agosto últimos “despertó el interés extranjero” en esos dispositivos. 

Voceros del sistema de seguridad israelí aseguraron que los misiles interceptores de la Cúpula de Hierro lograron detectar y destruir alrededor del 96 por ciento de los cohetes lanzados por los militantes de la Jihad que tenían como destino blancos en el país (muchos de ellos cayeron al mar o en el propio territorio palestino). 

Aunque es costoso, el Iron Dome -tal el nombre en inglés de las baterías- “le ahorra miles de millones a la economía israelí, y la invasión rusa de Ucrania ha llamado la atención de Europa”, señaló Globes. 

Obviamente, no son solamente países europeos los que están interesados en la Cúpula de Hierro (Estados Unidos, que subvenciona la provisión de los misiles Tamir que usa el Iron Dome, ya tiene dos de esas baterías en uso, por ahora a prueba): también los Emiratos y Bahrein están en fila para adquirir algunos de esos equipos, desarrollados por los gigantes regionales Israel Aerospace Industries y Rafael.

Publicado originalmente en IsraelEconomico.com