La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) está lejos de padecer “muerte cerebral”, tal como afirmó Emmanuel Macron en 2019. Vladimir Putin se encargó de lo contrario. La invasión de Ucrania no sólo cambió los planes iniciales de la alianza militar transatlántica sino que la refundó.
Las circunstancias geopolíticas derivadas de la agresión rusa a principios de este año condicionaron la cumbre de los jefes de estado de los 30 países miembros de la OTAN, celebrada en Madrid este 28, 29 y 30 de junio.
Luego de 25 años, la capital española volvió a recibir a las delegaciones internacionales mediante un fuerte operativo de seguridad denominado “Eirene” -como la diosa griega de la paz- que convulsionó a la ciudad.
Ahora, el eje de la alianza es claro: reforzar la seguridad en Europa y contener las aspiraciones del presidente ruso. Las temáticas humanitarias, climáticas y de lucha contra el terrorismo que justificaban la vigencia de la organización creada en 1949 quedaron en un segundo plano.
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El secretario de la OTAN agradeció el liderazgo de Estados Unidos en la inauguración de la cumbre
Según el secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, la cumbre de este año promete ser “histórica y transformadora”. Así lo afirmó este miércoles 29 de junio en el discurso inaugural que compartió con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a quien le reconoció el “compromiso con la seguridad en Europa”.
A diferencia de su antecesor Donald Trump, quien limitó la participación militar estadounidense en zonas de conflicto, Biden prometió reforzar la presencia militar en Europa: 20.000 tropas se sumarán a los 80.000 destinados a Europa desde comienzos de este año. En tanto, en la cumbre se discutirá lo que podría ser el mayor despliegue militar desde la Guerra Fría.
“Estamos enviando un mensaje inequívoco: la OTAN es fuerte y está unida. Estamos tomando medidas para reforzar nuestra fuerza colectiva”, dijo Biden este miércoles desde el centro de convenciones Ifema, en un breve discurso cerrado a las preguntas de la prensa.
También prometió un cuartel de brigada permanente en Polonia, una brigada rotatoria de unos 3.000 militares en Rumania, dos nuevos escuadrones de aviones F-35 en Reino Unido, un refuerzo de la fuerza aérea rotatoria en el Báltico y un aumento de las defensas antiaéreas en Italia y Alemania.
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El incremento de la presencia del -alguna vez aislacionista- Estados Unidos en el viejo continente se condijo con la decisión del presidente ruso de patear el tablero del imperio de la ley (rule of law), según manifestó Biden.
A diferencia de la anexión de Crimea en 2014, esta vez Occidente decidió no ignorar la “operación militar” que Rusia desplegó en Ucrania el pasado 24 de febrero que derivó en una crisis humanitaria y una catarata de sanciones internacionales.
“(Vladimir Putin) Está consiguiendo lo contrario de lo que quiere. Quiere menos OTAN. El presidente Putin quiere menos OTAN pero está recibiendo más, mientras que Finlandia y Suecia se unen a nuestra Alianza”, dijo el secretario general, Stoltenberg.
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A esto le respondió el propio presidente de los Estados Unidos, quien, habiendo cerrado su discurso, aprovechó para referirse a su par ruso. “El presidente Putin estaba buscando la finlandización de Europa pero obtendrá la OTANización de Europa”, puntualizó Biden.
De esta manera, el mandatario estadounidense se refirió a la solicitud de Finlandia y Suecia de adherirse al sistema colectivo de defensa, dos países históricamente neutrales que cambiaron su parecer tras la invasión de Ucrania y cuyo camino fue allanado tras el reciente acuerdo con Turquía, el principal detractor de sus candidaturas.
“Eso es exactamente lo que él (Vladimir Putin) no quería pero es exactamente lo que hay que hacer para garantizar la seguridad de Europa”, concluyó Biden.
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