ECONOMIA
Opinión

Crisis económica: el problema de fondo son las políticas de Estado

Las inconsistencias y la falta de una receta que se prolongue en el tiempo están en la base de los problemas económicos de la Argentina. Diferentes planteos si se tiene una visión de corto, mediano y largo plazo. El acuerdo con el FMI.

Martín Guzmán, ministro de Economía.
Martín Guzmán, ministro de Economía. | NA

Hoy el gobierno no puede darle previsibilidad al país si no es por un medio artificial como el “control”: “control de precios”, “control de importaciones”, “control de cambios (CEPO), “control de la justicia”, etc. Sus acciones no convergen en un plan que plantee una película que todos entiendan para decir: “tenemos un horizonte claro”.

Si bien en la actualidad hay aspectos que están más tranquilos en Argentina, en donde los indicadores muestran una mayor fluidez, la inflación y el riesgo país siguen siendo un problema que todos reconocen como una situación grave.

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¿Hay alguna posibilidad de que la Argentina entre en un círculo virtuoso? Sí, es posible que la mejora financiera y en la actividad (por cuestiones de coyuntura mundial), ayuden con el flujo que necesita la Argentina para aflojar el cepo, bajar la emisión, y relajar sus controles. También es posible que se dé un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que ayude a bajar el riego país, y las brechas de todos los dólares.  Sin embargo, son todas posibilidades vistas desde una foto, que el mercado ve como difícil de creer.

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Kristalina Georgieva, titular del FMI, entidad que apoya postergrar la negociación con Argentina.

Según tomemos dimensiones temporales -corto, mediano y largo plazo-, vamos a ver que los economistas tienen distintas percepciones. Los cortoplacistas, dirán que las cosan van mejorando, que sólo la inflación es lo más problemático a resolver, y que  solucionando esto la macro se acomoda solo. El que mira el mediano plazo dirá que la mejora es coyuntural, que una golondrina no hace verano, y que las políticas económicas adoptadas no resuelven las cuestiones de fondo. Finalmente, el largoplacista dirá que la Argentina, dada la mayor laxitud externa y financiera, podrá hacer lo que se le vengan las ganas, posponer el acuerdo con el FMI, y tomar cualquier medida que pueda ser impopular porque el sector externo tracciona y lo seguirá haciendo.

Acuerdo con el Fondo

Es cierto que la super soja tracciona y da esperanzas. Sin embargo, con medidas artificiales el llegar a un acuerdo con el FMI que dé previsibilidad a la macro y las políticas sectoriales no será sencillo. Para ello, habrá que achicar el déficit (en un momento que es recesivo y hay que hacer lo contrario), tener una política cambiaria que permita una mayor velocidad de acumulación de reservas (en un momento que cualquier variación de los dólares alternativos nos da dolor de cabeza), y finalmente, una política monetaria con una tasa lo suficientemente alta para controlar la inflación, y que, a la vez, sea lo suficientemente baja para estimular la inversión. Que hoy es una misión imposible y por ello se tiene que amarrar la economía.

Independientemente de lo que opinen los técnicos, y la realidad de la soja, la verdad la tienen los hechos, y éstos indican que la Argentina no cree en nada, y menos en su moneda, que cada día compra menos y no la queremos con nosotros. Así pues, nos desprendemos de ella, y si nos sobra, la cambiamos por otras que preserven mejor su valor (dólar u otros bienes). Por eso su valor baja y vemos que el de los demás activos sube (inflación).

No es especulación, es pragmatismo 

El argentino promedio no sabe a ciencia cierta cuál debería ser el valor del tipo de cambio ni la inflación, pero tiene muy claro que en nuestro país por ADN no hay nada estático. Como lo que ve no lo convence, intuye valores mayores, y planifica para evitar sobresaltos. Claramente son cuestiones subjetivas que cada individuo cree, pero en definitiva las coincidencias comunes son las que terminan siendo las verdaderas cifras que se van dando en el mercado a cada momento. En una economía donde hay confianza, pasa exactamente a la inversa. El ayer es medianamente parecido al hoy, y el hoy se intuye parecido al mañana, por ende tienden a entrar capitales, la gente retiene la moneda local, puede planificar, y el tipo de cambio se aprecia ya que los inversores no se deshacen de su propia moneda.

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La estabilidad económica no es posible de alcanzar con una foto, sino con una sucesión de ellas que generen movimiento, continuidad, y que no den lugar sólo a especulaciones (que son siempre disruptivas). No son el Lawfare, los medios, Cristina, la oposición, Guzmán, el Presidente, la vacuna, la pandemia etc. Algunos creen que sí, pero son sucesos que acompañan, y no definen si la Argentina arranca o no. El problema de fondo son las políticas de Estado que no convencen, que son inconsistentes para llevar tranquilidad, hacen que la Argentina descrea de su moneda y que se comporte como un país volátil e impredecible.  

La falta de receta no es la inconsistencia, es la manera de llegar a “una” que sea lo suficientemente perenne para estabilizar la expectativas presentes y futuras cuando tengamos que cocinar la torta (el acuerdo con el FMI). Será clave la sintonía fina, de cuestiones como la devaluación del dólar oficial y el desacople de las tarifas para que no pasen a precios. Si bien, como dijimos al comienzo de la nota hay elementos que permiten un cierto alivio, y que alinean objetivos para el 2021, si la inflación no desacelera el exceso de control (la única herramienta hoy disponible) distorsionará los precios relativos y hará que los sobresaltos sean mucho mayores.

**Analista económico, titular de Ferraro Lara & Asociados