Los funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) creen que retrasar un acuerdo por US$45.000 millones con Argentina después de las elecciones parlamentarias de octubre tiene algunos beneficios, mientras que las conversaciones han tenido pocos avances a seis meses de haber comenzado, según personas familiarizadas con el tema.
Si bien los negociadores del FMI prefieren llegar a un acuerdo con Argentina lo antes posible, algunos creen que la dilación del Gobierno tiene un lado positivo. Argentina podría asumir más responsabilidad y mayores compromisos políticos una vez que se elimine la presión de una elección parlamentaria clave, dijeron tres personas familiarizadas con las conversaciones, que solicitaron no ser identificadas por tratarse de discusiones privadas.
La máxima prioridad del FMI es que Argentina diseñe un acuerdo que pueda cumplir y que lleve al país de regreso al crecimiento, y el Fondo sabe que no puede presionar a la nación a que lo haga, dijeron las personas consultadas.
Un portavoz del organismo de Washington dijo que su equipo continúa colaborando de manera constructiva con las autoridades argentinas en un posible programa. El Ministerio de Economía del país declinó hacer comentarios.
El FMI espera el plan de "mediano plazo" del Gobierno mientras aceleran las negociaciones
Argentina comenzó en septiembre las conversaciones con funcionarios del FMI sobre un programa renovado para reprogramar los pagos de US$45.000 millones que la nación le debe al banco de un histórico acuerdo anterior. Inicialmente, el objetivo de los líderes gubernamentales era cerrar el acuerdo en mayo, plazo que un funcionario del FMI calificó recientemente de ambicioso.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, apuntó a la tensión el mes pasado, cuando dijo que el FMI está comprometido, pero que “se necesitan dos para bailar tango”.
Los funcionarios en Buenos Aires han moderado las expectativas sobre un acuerdo, y el presidente, Alberto Fernández, dijo recientemente que no quiere apurar las conversaciones. Aún debe enviar un plan económico detallado al FMI o incluso a los principales líderes de su coalición, un paso clave para avanzar en la negociación, según otras dos personas familiarizadas con la situación, que también pidieron no ser identificadas.
Limitaciones políticas
Fernández, quien lidera una amplia coalición peronista que incluye al grupo de izquierda más radical de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, enfrenta un camino político cada vez más estrecho a medida que se acerca la votación del 24 de octubre. Anunciar un acuerdo con el Fondo, que probablemente incluirá promesas de austeridad fiscal, puede perjudicar la posición de la coalición gobernante en un país donde se suele culpar al FMI por sus constantes crisis económicas.
Si bien retrasar un acuerdo también implica riesgos, el Gobierno puede verse alentado a seguir ese camino después de una serie de golpes de suerte, incluidos un aumento en los precios de la soja y un potencial nuevo financiamiento del FMI, según dos de las personas consultadas.
Argentina está considerando usar nuevos activos de reserva del Fondo, conocidos como derechos especiales de giro, para pagar un vencimiento de capital de US$1.900 millones al banco en septiembre si no puede llegar a un acuerdo para entonces, informó Bloomberg News el mes pasado.
Sin embargo, estos vientos a favor no resuelven las dificultades económicas que enfrenta Argentina. El país acaba de salir de tres años de recesión, se proyecta que la inflación alcanzará casi el 50% este año y el desempleo es de dos dígitos.
La reestructuración de US$65.000 millones en deuda del Gobierno con acreedores privados el año pasado no aumentó su credibilidad, y los bonos nuevamente se encuentran en territorio basura. El país no tiene acceso al crédito externo, lo que lo obliga a imprimir dinero.
En este contexto, la visión más positiva del FMI de negociar después de la votación viene con salvedades. A algunos funcionarios les preocupa que la economía esté en peor estado para fin de año sin una hoja de ruta de política creíble pronto. Tampoco está claro si Fernández tendrá más consenso político para negociar una vez que las elecciones hayan quedado atrás.