ECONOMIA
EL ANIMO DE LOS CONSUMIDORES-CIUDADANOS

Del ‘voto cuota’ a una estrategia cambiaria con réditos electorales

Ayer y hoy. Menem, reelecto en 1994. CFK juega aunque se va.
| Cedoc
El éxito de Carlos Menem en su reelección de 1994 parió el concepto de “voto cuota” para sintetizar el impacto político de la expansión del consumo financiado de la convertibilidad. Hoy, el dólar barato o “atrasado”, como lo llaman los economistas, genera paz cambiaria que estimula el consumo en bienes durables y viajes, es decir, mejora el ánimo de los consumidores-votantes. ¿Puede haber, entonces, un “voto dólar” en la sucesión de Cristina Kirchner?
“Con todo lo antagónico que son ambos modelos, hay un factor común entre el menemismo y el kirchnerismo: ambos encontraron un país devastado, uno por la híper, otro por el desempleo; ambos entendieron que debían solucionar el problema central pero no vieron los problemas que surgían de ahí. Menem corrigió la inflación pero generó desempleo, y Kirchner corrigió desempleo pero generó inflación”, resume Guillermo Oliveto, experto en consumo y autor de ArgenChip. Más ácido, subraya: “Ambos entendieron que había que sacar a la gente de la protesta y de la calle, y ponerla en el shopping”.
Oliveto resalta el impacto en la calle del dólar barato. “Que hayan controlado el dólar es central para el corto plazo político”, añade, “porque la señal es que eso ya no está tan mal, se ordenó y es importante para los argentinos desde el punto de vista simbólico”. Sin embargo, sostiene: “Yo no lo llamaría voto-dólar, porque también hay un voto-empleo y un voto-consumo”.
“Lo que hay escondido es que hay un fenómeno que trasciende al kirchnerismo y al menemismo, y que habla de los argentinos: el consumo es más relevante de lo que muchos creen”, señala Oliveto.
—¿Por qué?
—Irse o no de vacaciones, cambiar el auto o tener tal marca de ropa, es más relevante de lo que muchos creen, porque define la pertenencia a la clase media. Y el 80% de nosotros nos decimos de clase media.
“La gente le presta mucha atención a la tecnología hogareña”, apunta la socióloga Ana Wortman, especialista del Instituto Gino Germani en sociedad y consumo, y autora de trabajos sobre la clase media. “Se le da un valor a la tecnología hogareña, que se toma además como identidad social y derecho adquirido, y hay temor a perderlo con un cambio político”, asegura.